Déjate Llevar [ItaSasu]

Capítulo 26: El vacío del abandono

*Narra Sasuke*

Mi mente giraba como un torbellino cuando me enteré. Itachi ya no estaba en Akatsuki. ¿Cómo pudo simplemente irse, abandonarlo todo, abandonarme a mí? Había pasado años siguiéndolo, odiándolo, intentando entenderlo. Y ahora, cuando creía que finalmente podía alcanzar algo de sentido, de redención o de venganza, él desaparecía. Solo dejaba un vacío inmenso que me aplastaba el pecho y me hacía sentir como un niño perdido otra vez.

El enojo me quemaba por dentro. Sentía que iba a explotar. No podía permitirme este tipo de debilidad, no ahora. Me repetía que no lo necesitaba, que su partida no significaba nada, pero cada vez que cerraba los ojos veía su rostro. Su mirada fría, calculadora, pero también... ¿melancólica? Maldición. ¿Por qué me afectaba tanto?

En mi frustración, no tardé en buscar un objetivo hacia el cual dirigir mi ira. Y ese objetivo fue Deidara. Si alguien debía saber por qué Itachi se había ido, era él, su esposo. O al menos eso era lo que todos creíamos. Esa relación siempre había sido extraña para mí, llena de tensiones y secretos, pero nunca me detuve a cuestionarla mucho. Hasta ahora.

Cuando llegué al cuarto de Deidara, no me molesté en llamar. Simplemente abrí la puerta de golpe, esperando encontrar respuestas, pero lo que vi me dejó helado.

Deidara estaba en la cama con Sasori, entrelazados de una forma que dejaba poco a la imaginación. La traición era palpable en el aire, y sentí que mi sangre hervía. ¿Así que este era el hombre que había prometido estar al lado de Itachi? ¿Este era el hombre por el cual yo ahora llevaba dentro de mí una vida que no pedí?

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Deidara? —grité, mi voz temblando entre la furia y la desesperación.

Él se giró hacia mí, con el rostro pálido, mientras Sasori mantenía su expresión fría, inmutable.

—Sasuke, yo... esto no es lo que parece, un... —intentó justificarse, pero no le di oportunidad.

—¡Si no lo amabas, si no significaba nada para ti, ¿por qué tuviste un hijo con él?! —escupí, las palabras llenas de veneno. Mis manos temblaban, y sentía como mi pecho se comprimía. Las emociones que había estado reprimiendo durante años ahora estallaban como un volcán.

Deidara parpadeó, confundido, mientras Sasori lo miraba de reojo con cierta incomodidad.

—¿Un hijo? —preguntó, como si no entendiera.

—¡Sí, un hijo! Y no solo eso, ¡por tu culpa tuve que matarla! —grité. Mi voz se quebró al final, porque la imagen de aquella niña, aquella pequeña criatura con los rasgos de Itachi y el cabello dorado de Deidara, volvió a atormentarme. Una niña que no debería haber existido, pero que yo había destruido con mis propias manos porque creía que era lo correcto, porque creía que era la única forma de detener todo este caos.

Deidara se llevó una mano a la boca, sus ojos abiertos de par en par. No dijo nada, pero pude ver cómo el peso de mis palabras lo golpeaba. Sasori, en cambio, parecía impasible, pero yo podía sentir su incomodidad.

—¿Y ahora qué? —continué, mi voz ahora más baja, casi un susurro lleno de amargura. —¿Ahora tú también lo abandonas? ¿Por qué? ¿Por qué nos hiciste esto a él y a mí? ¡Si no lo amabas, si nunca lo amaste, ¿por qué lo destrozaste así?!

Mis palabras eran un reflejo de mis propios pensamientos. Yo mismo no sabía si odiaba a Deidara por lo que le había hecho a Itachi, o porque ahora yo estaba atrapado en este desastre. Porque ahora yo llevaba dentro de mí el resultado de un error, una vida que no sabía cómo enfrentar.

Deidara intentó acercarse, pero retrocedí.

—No me toques —dije con voz helada. —No sé dónde está Itachi, y sé que tú tampoco lo sabes. Pero si alguna vez lo encuentras, dile que Sasuke está buscando a su hermano... y que no lo perdonaré por esto.

Di media vuelta y salí de la habitación, dejando atrás a Deidara y Sasori. Pero no dejé atrás la culpa, ni el dolor, ni el vacío. No sabía qué hacer. No sabía a dónde ir. Solo sabía que mi mundo se estaba desmoronando, y que Itachi, una vez más era él culpable de todo lo que me pasaba, el y solo el.