Capítulo 2: El Peso del Compromiso

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El anuncio del compromiso entre Theseus y Newt se difundió más rápido de lo que cualquiera de ellos esperaba. Las noticias mágicas no tardaron en llenar los titulares con especulaciones y comentarios, desde aquellos que elogiaban la "protección de Theseus hacia su hermano" hasta los que insinuaban que todo era un arreglo para frustrar los planes de los Rosier.

En casa, la atmósfera era diferente. Aunque el vínculo entre ellos siempre había sido fuerte, ambos sentían la extraña tensión que ahora los envolvía. El compromiso, aunque falso en apariencia, requería cercanía y detalles que los ponían en situaciones inesperadas.

Una tarde, Theseus regresó al hogar después de un largo día en el Ministerio. Su uniforme de auror estaba desaliñado, algo raro en él, y parecía más cansado de lo habitual. Newt, que estaba revisando unas notas en la sala, levantó la mirada al verlo.

—¿Todo bien? —preguntó Newt, dejando las notas a un lado.

Theseus se dejó caer en el sillón frente a él, soltando un suspiro profundo.

—Los Rosier no se están rindiendo. Están buscando cualquier grieta en nuestra historia para desmentir el compromiso. Hoy me interrogaron durante horas sobre nuestra "relación".

Newt frunció el ceño, su incomodidad creciendo.

—¿Qué les dijiste?

Theseus se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, y lo miró fijamente.

—Les dije la verdad: que eres lo más importante para mí y que haría cualquier cosa por protegerte.

Newt sintió que su rostro se encendía. Desvió la mirada, tratando de concentrarse en otra cosa, pero esas palabras resonaban en su mente como un hechizo poderoso.

—Theseus... —murmuró.

El mayor suspiró y se recostó en el sillón.

—Lo siento si te estoy poniendo en una situación incómoda, Newt. Pero... no puedo soportar la idea de que te obliguen a algo que odias. No quiero que nadie te trate como un trofeo o una herramienta política.

Newt se levantó lentamente y caminó hacia él. Theseus lo observó con curiosidad mientras su hermano se sentaba a su lado, más cerca de lo que normalmente estaría.

—No tienes que disculparte —dijo Newt en voz baja—. Sé que haces todo esto por mí, y... te lo agradezco más de lo que puedo decir.

Theseus sonrió con suavidad, levantando una mano para colocarla sobre la de Newt.

—Siempre lo haré, Newt. No importa lo que pase.

El contacto fue breve, pero dejó una extraña calidez en el pecho de ambos. Sin embargo, antes de que pudieran decir algo más, el sonido de una lechuza entrando por la ventana interrumpió el momento.

El ave dejó caer un pergamino sobre la mesa, y Theseus lo tomó, frunciendo el ceño al leer el sello en el sobre: era de los Rosier.

—¿Qué quieren ahora? —murmuró Theseus, rompiendo el sello con cuidado.

Newt lo observó mientras su hermano leía el contenido de la carta, y vio cómo la expresión de Theseus cambiaba de concentración a pura furia.

—¿Qué dice? —preguntó Newt, alarmado.

Theseus apretó la mandíbula antes de responder.

—Están organizando un evento este fin de semana. Quieren que ambos asistamos. Dicen que, si no aparecemos, asumirán que nuestro compromiso es falso y exigirán una revisión formal en el Wizengamot.

Newt sintió que el suelo se desmoronaba bajo él. La idea de enfrentarse a los Rosier directamente, de estar en un lugar lleno de miradas críticas y juicios, lo aterrorizaba.

—No quiero ir —susurró, apartando la vista.

Theseus extendió una mano para levantarle el mentón, obligándolo a mirarlo.

—Lo sé, Newt. Pero no vamos a dejar que ellos ganen. Estaremos juntos en esto, ¿de acuerdo? No dejaré que te hagan daño.

Newt asintió con cierta duda, pero la determinación en los ojos de Theseus lo tranquilizó. Si alguien podía protegerlo de este mundo cruel, era él.

Bajo las Estrellas del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora