El atardecer pintaba el cielo de Konoha con tonos cálidos de naranja y púrpura, pero el ambiente en la aldea era frío y tenso.
El regreso de Boruto, Kawaki, Mitsuki y Naruto había sido recibido con una mezcla de alivio y preocupación. Los aldeanos se asomaban desde sus ventanas y calles, susurros llenos de incertidumbre flotando en el aire.
No pasaron más de unos segundos tras su llegada cuando un escuadrón de Anbus apareció, rodeando a Kawaki con movimientos precisos y calculados.
Sus máscaras ocultaban cualquier rastro de emoción, pero la tensión en el ambiente era palpable. Antes de que Boruto pudiera reaccionar, uno de los Anbu sujetó a Kawaki, colocándole grilletes de chakra en las muñecas.
-¡Espera! ¡¿Qué están haciendo?! -gritó Boruto, dando un paso adelante con el corazón acelerado.
Pero una mano firme se posó en su hombro. Era Naruto, cuya expresión era tan calmada como impenetrable.
-Boruto, déjalo -dijo Naruto, con una voz baja pero cargada de autoridad.
-¿Cómo puedes pedirme eso? ¡Papá, es Kawaki! ¡Lo necesitas escuchar, él no hizo nada! -Boruto forcejeó, sus ojos llenos de ira y desesperación.
Antes de que pudiera decir más, Mitsuki se inclinó hacia él, susurrándole al oído con un tono suave pero seguro.
-Confía en el Séptimo, Boruto. Todo saldrá bien. Ten paciencia, mi sol -dijo Mitsuki, su voz un ancla para las emociones desbordadas de Boruto.
Kawaki, que hasta entonces había permanecido en silencio, levantó la mirada hacia Boruto. Sus ojos, oscuros pero llenos de amor, se encontraron con los de él. Fue una mirada cargada de una promesa silenciosa: todo estaría bien.
Antes de que los Anbus se lo llevaran, Kawaki le dirigió una última sonrisa melancólica a Boruto, como un recordatorio de los momentos felices que compartieron.
-Kawaki... -murmuró Boruto, su voz quebrándose mientras veía cómo se lo llevaban.
El consejo de ancianos se reunió de inmediato, y la tensión en la sala del Hokage era casi tangible. Boruto, Mitsuki, Shikamaru y Sasuke estaban presentes, pero el silencio dominaba mientras los ancianos exponían su caso con voces firmes y cargadas de severidad.
-Kawaki ha demostrado ser una amenaza constante para la aldea. No podemos permitirnos más riesgos -dijo uno de ellos, su voz resonando como un martillo golpeando una superficie dura.
-Ya le dimos una oportunidad antes, después de los eventos con los Ootsutsukis. Esto no puede repetirse. La decisión es clara: la ejecución inmediata es la única opción viable - añadió otro, con un tono que no dejaba espacio para la negociación.
Boruto se levantó de golpe, sus manos temblando mientras señalaba a los ancianos con furia.
-¡No pueden hacer esto! ¡Kawaki no es una amenaza! ¡Él fue manipulado por Ada, fue una víctima como cualquiera de nosotros! - gritó, su voz llena de angustia.
Los ancianos lo miraron con desdén, como si sus palabras fueran insignificantes. Uno de ellos se volvió hacia Naruto, con una mirada expectante.
-Séptimo Hokage, ya hemos consultado con el señor Feudal, y él apoya nuestra decisión. No es una sugerencia; es una orden -dijo, cruzando los brazos con confianza.
Naruto permaneció en silencio, sus ojos azules fijos en un punto distante mientras el eco de las palabras de los ancianos llenaba la sala.
Boruto, incapaz de contener su desesperación, lanzó un alarido de angustia, sus piernas temblando mientras se desplomaba al suelo. Mitsuki lo sujetó con fuerza, susurrándole palabras tranquilizadoras.
-Calma, Boruto. Esto no ha terminado - dijo Mitsuki, su tono firme y lleno de convicción.
Finalmente, Naruto levantó la mirada, y el peso de su presencia llenó la sala. Su voz era tranquila, pero cada palabra estaba cargada de una autoridad que no podía ser ignorada.
-Gracias por su consejo, abuelos. Pero me temo que debo rechazarlo. Ahora, si me disculpan, debo continuar con mis obligaciones - dijo, levantándose lentamente de su asiento.
El impacto de sus palabras fue inmediato. Los ancianos lo miraron con incredulidad, sus bocas abriéndose y cerrándose como si intentaran formular una respuesta coherente.
-¡Pero, Hokage! El señor Feudal ya ha dado su aprobación. No puede simplemente ignorarlo -protestó uno de ellos.
Naruto los miró con una dureza que parecía cortar el aire.
-El Hokage soy yo, y no por elección de ustedes ni del señor Feudal. Estoy aquí porque los ninjas de esta aldea me eligieron para protegerlos y tomar las decisiones que considero justas. Y como dijo Itachi una vez: 'Hokage es aquel aceptado por todos'. Si tienen algún problema con eso, pueden discutirlo con ellos - dijo, su tono firme y final.
El silencio cayó sobre la sala mientras los ancianos retrocedían ligeramente, incapaces de enfrentar la intensidad de Naruto. Sasuke y Shikamaru intercambiaron una mirada, una mezcla de respeto y alivio cruzando sus rostros.
Esa misma tarde, Kawaki fue liberado bajo la supervisión de Naruto. Boruto, que había estado esperando ansiosamente fuera de la oficina del Hokage, corrió hacia Kawaki en cuanto lo vio salir. Sin contener sus emociones, se arrojó a sus brazos.
-¡Kawaki, mi amor! -exclamó Boruto, su voz llena de alivio y amor.
Kawaki lo sostuvo con fuerza, cerrando los ojos mientras sentía el calor de Boruto contra su pecho.
-Estoy aquí, Boruto. Todo está bien ahora - murmuró, su voz temblorosa pero llena de sinceridad.
El atardecer bañaba a ambos en una luz cálida, creando una escena que parecía sacada de un sueño. Mitsuki observaba en silencio, una pequeña sonrisa cruzando su rostro mientras se giraba para darles privacidad.
En ese momento, todo parecía estar en paz, aunque ambos sabían que aún quedaban desafíos por superar. Pero mientras se sostuvieran el uno al otro, podían enfrentar cualquier cosa.
ESTÁS LEYENDO
El Cinturón De La Discordia ~KawaBoru ~
FanfictionBoruto Uzumaki y Kawaki han construido un vínculo poderoso que trasciende lo fraternal, desatando sentimientos profundos y confusos entre ambos. Sin embargo, ese amor es puesto a prueba cuando Ada, una hechicera llena de rencor, irrumpe en sus vida...