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Jisung llevaba tres días encerrado en el sótano

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Jisung llevaba tres días encerrado en el sótano. La humedad y el frío del lugar se filtraban hasta sus huesos, y la falta de comida y agua lo debilitaban cada vez más. A pesar del sufrimiento, no había dejado de hablarle a su bebé en voz baja, prometiéndole que lo protegería sin importar qué tan oscuro se volviera todo.

Esa noche, los pasos pesados de Minho bajando las escaleras interrumpieron su monólogo. Jisung sintió el miedo recorrerle el cuerpo, pero se obligó a mantenerse firme. La puerta del sótano se abrió de golpe, y el olor a alcohol llenó el aire, tan fuerte que le revolvió el estómago.

Minho apareció, tambaleándose ligeramente, con una expresión que mezclaba ira y burla.

—Mira nada más... —dijo, su voz arrastrada por la ebriedad—. Mi querido y perfecto Omega, escondido como un ratón asustado.

Jisung retrocedió instintivamente, pegándose a la pared.

—Por favor, Minho, no he hecho nada —dijo con voz temblorosa.

El Alfa soltó una carcajada amarga, cerrando la puerta tras de sí y bloqueando la salida.

—¿Nada? ¿Nada, dices? —repitió, su tono subiendo de golpe—. ¡Entonces explícame esto!

Con movimientos torpes, sacó un sobre de su chaqueta y lo arrojó al suelo frente a Jisung. Al abrirlo con manos temblorosas, el Omega descubrió una serie de fotos, claramente tomadas por un detective privado. En las imágenes, Jisung aparecía entrando al hospital días atrás.

—¿Por qué estabas en el hospital, Jisung? —preguntó Minho, sus ojos brillando con furia—. ¿Y por qué un médico escribió aquí que estás embarazado?

—Minho, por favor, yo… fui porque tenía un problema. Estaba preocupado por el bebé. Quería asegurarme de que todo estuviera bien —intentó explicar, su voz apenas un susurro.

—¡Ese bebé no puede ser mío! —gritó Minho, dando un paso adelante.

Jisung lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué estás diciendo? Claro que es tuyo.

—¿De verdad esperas que me trague eso? —se burló Minho, agarrándolo por los hombros con fuerza y sacudiéndolo—. ¡Un bebé! ¡Cuando apenas puedo soportar mirarte! ¿Quién es el padre, Jisung? ¿Quién es?

El Omega negó con la cabeza, sollozando.

—No hay nadie más, Minho. Te lo juro.

—¡Mientes! —rugió el Alfa, soltándolo de golpe, haciendo que Jisung cayera al suelo. Minho comenzó a caminar de un lado a otro, su mente embotada por el alcohol y los celos irracionales—. Claro que mientes. Siempre has sido una carga, ¿y ahora vienes con esto? Debes creerme un idiota.

Jisung se arrastró hacia la pared, abrazando su vientre como si eso pudiera protegerlo de las palabras y la furia de Minho.

—Por favor… no le hagas daño al bebé. No es culpa suya —suplicó.

Minho se detuvo en seco, su mirada clavándose en Jisung como un cuchillo.

—No te preocupes, Jisung. No voy a hacerle daño al bebé… porque ese bebé no va a nacer.

Las palabras cayeron sobre Jisung como un mazazo.

—No, Minho. ¡Por favor, no! —gritó, intentando levantarse, pero el Alfa lo empujó de nuevo al suelo con facilidad.

—No tienes derecho a pedirme nada, Jisung —dijo Minho, inclinándose sobre él—. Este bebé nunca debió existir, y me aseguraré de que desaparezca antes de que complique más mi vida.

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La amenaza de Minho quedó suspendida en el aire, mientras el Alfa se giraba bruscamente y salía del sótano, cerrando con llave tras de sí. Jisung quedó solo una vez más, sus sollozos resonando en la oscuridad.

Acariciando su vientre con manos temblorosas, murmuró:

—Te prometo que voy a sacarte de aquí… aunque sea lo último que haga.

—Te prometo que voy a sacarte de aquí… aunque sea lo último que haga

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Do you love me? || Minsung - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora