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La luna brillaba débilmente sobre la casa de Hyunjin y Jeongin, rodeada por el silencio del bosque

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La luna brillaba débilmente sobre la casa de Hyunjin y Jeongin, rodeada por el silencio del bosque. Era tarde, y Felix, tras pasar el día ayudando con víveres y asegurándose de que Jisung estuviera bien, ya había regresado a su hogar.

Jisung, sentado en la cama de la habitación que Hyunjin y Jeongin le habían preparado, acariciaba su vientre mientras los movimientos suaves de su bebé lo reconfortaban. Había avanzado mucho desde que llegó a ese refugio, pero el temor de que Minho pudiera encontrarlo seguía latente en cada rincón de su mente.

—¿No puedes dormir? —preguntó Jeongin desde la puerta, con una taza de leche tibia en la mano.

Jisung negó con la cabeza, aceptando la bebida con una sonrisa tenue.

—No dejo de pensar… Si algún día él aparece aquí… no sé qué haré.

Jeongin se sentó a su lado, mirándolo con paciencia.

—Él no va a encontrarte, Jisung. Ya pasó demasiado tiempo. Hyunjin y yo hemos tomado todas las precauciones posibles. Pero incluso si lo intentara, no estás solo. Te protegeremos.

Jisung bajó la vista, sus dedos aferrándose a la taza con fuerza.

—No puedo dejar de sentirme culpable… como si al estar aquí los estuviera poniendo en peligro.

Jeongin le dio un leve apretón en el hombro.

—Deja de culparte. Tú no pediste esto, y no estás solo en esto. Hyunjin y yo estamos aquí porque queremos ayudarte, y Felix también.

Las palabras del Beta aliviaron un poco el peso en el pecho de Jisung. Aunque el miedo aún era palpable, había empezado a creer que tal vez podía construir algo nuevo lejos de Minho.

Mientras tanto, en la ciudad.

En su oficina, Minho estaba sentado frente a su escritorio con una expresión de agotamiento. Los meses de búsqueda habían sido infructuosos. Jisung parecía haberse desvanecido sin dejar rastro, y cada paso que tomaban sus hombres terminaba en callejones sin salida.

Soyeon, sentada en el sofá de la oficina con una copa de vino en la mano, lo observaba con una mezcla de impaciencia y burla.

—¿Cuánto tiempo más vas a seguir con esto? —preguntó, cruzando las piernas—. Es evidente que no lo vas a encontrar.

Minho la miró de reojo, su mandíbula apretada.

—No me gusta perder, Soyeon.

—Esto no es perder, Minho. Es aceptar que ya no importa. Él no está aquí, y probablemente nunca lo estará.

Minho desvió la mirada hacia la ventana, donde las luces de la ciudad brillaban en la distancia. Durante semanas había intentado convencerse de que encontraría a Jisung, pero en el fondo sabía que era inútil. Su orgullo le impedía admitirlo, pero había llegado el momento de dejarlo ir.

—Tal vez tengas razón —murmuró finalmente, dejando escapar un suspiro pesado.

Soyeon sonrió, acercándose para sentarse sobre el escritorio frente a él.

—Claro que la tengo. Es hora de enfocarte en el futuro, en nosotros. Jisung está fuera de la ecuación.

Minho la observó en silencio antes de asentir.

—Daremos por hecho que está muerto. Así nadie volverá a mencionar su nombre.

Soyeon levantó su copa en un gesto de celebración.

—Esa es la actitud.

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De vuelta en el refugio.

Los días transcurrían con calma en la casa de Hyunjin y Jeongin. Con Felix ayudando de vez en cuando y Minho finalmente cesando su búsqueda, la sensación de amenaza comenzó a disiparse lentamente.

Una tarde, mientras paseaban por el bosque detrás de la casa, Hyunjin se detuvo para mirar a Jisung con seriedad.

—Creo que deberíamos empezar a planear tu nueva vida —dijo, cruzándose de brazos—. No puedes quedarte aquí para siempre.

Jisung parpadeó, sorprendido por la propuesta.

—¿Nueva vida?

—Sí —intervino Jeongin, tomando la mano de Jisung con delicadeza—. Este lugar es seguro, pero siempre hay riesgos. Si Minho realmente se ha rendido, es hora de que pienses en un futuro para ti y tu bebé, lejos de cualquier sombra de tu pasado.

Jisung sintió un nudo en el estómago. La idea de dejar el refugio era aterradora, pero también sabía que tenían razón. No podía depender de ellos para siempre.

—¿Y qué haría? —preguntó en voz baja, mirando a ambos.

Hyunjin le dio una sonrisa tranquilizadora.

—Nosotros te ayudaremos a decidir. No tienes que hacerlo solo.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Jisung sintió una mezcla de miedo y esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, el futuro parecía ser algo más que un camino oscuro. Ahora, gracias a Hyunjin, Jeongin y Felix, tenía una oportunidad real de comenzar de nuevo.

Minho había decidido olvidarlo, darlo por muerto. Pero Jisung no estaba muerto. Ahora tenía una nueva vida que lo esperaba, lejos de él.

 Ahora tenía una nueva vida que lo esperaba, lejos de él

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Do you love me? || Minsung - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora