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El sol se alzaba sobre la ciudad, tiñendo los edificios con tonos dorados y anaranjados

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El sol se alzaba sobre la ciudad, tiñendo los edificios con tonos dorados y anaranjados. Minho miraba por la ventana de su oficina, el reflejo de su propio rostro en el vidrio. La noticia que había recibido esa mañana lo había sacudido hasta los huesos.

—Jisung… —murmuró, casi como si fuera una oración.

La investigación había comenzado semanas atrás, después de que un informe anónimo llegara a sus manos, revelando detalles sobre un Omega que se parecía a Jisung y que había sido visto en un refugio a las afueras de la ciudad. Minho no podía creer que lo que creía muerto estuviera todavía vivo. El descubrimiento era como un rayo que partía la oscuridad en su mente, encendiendo una chispa de desesperación y anhelo.

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Minho esperaba en un café pequeño y acogedor, un lugar que solía visitar cuando quería momentos de calma, lejos de los compromisos y la imagen pública. Jisung llegó, con un aire de cautela que Minho reconoció al instante. Sus ojos, oscuros y profundos, reflejaban una mezcla de emociones que Minho no lograba leer del todo.

—Jisung —dijo Minho, levantándose y sonriendo de manera que intentaba ser cálida pero que carecía de sinceridad.

Jisung asintió, sin sentarse. La tensión en el aire era palpable.

—¿Por qué me llamaste? —preguntó, su voz temblando apenas perceptiblemente.

Minho extendió una mano hacia la silla frente a él, invitándolo a sentarse.

—Necesitaba verte, hablar contigo. Han pasado tres años, y… hay cosas que debo aclarar —respondió, pero en su mirada había una chispa de algo más, algo que Jisung no entendía.

Jisung se sentó, pero no dejó de estudiar los movimientos de Minho, los detalles en su rostro, la forma en la que se movía. Estaba alerta, esperando cualquier señal de que algo no estaba bien.

—¿De qué se trata, Minho? —preguntó de nuevo, esta vez con más firmeza.

Minho dejó escapar un suspiro, su expresión endureciéndose. Se inclinó hacia adelante y, en un susurro, dijo:

—He estado pensando en ti, en lo que ocurrió. Y me arrepiento. Me equivoqué. Quiero que volvamos a empezar.

Los ojos de Jisung se abrieron con incredulidad, pero no dijo nada. Un sentimiento de esperanza y miedo se mezclaban en su pecho. No sabía si creerle. Minho había sido un hombre frío y cruel, pero ahora estaba frente a él, con una expresión que parecía sincera, incluso vulnerable.

—Podríamos hablar en otro lugar —propuso Minho—. Quiero mostrarte algo.

Jisung dudó. Cada fibra de su ser le decía que debía desconfiar. Pero la idea de tener una conversación sin los muros fríos de la casa que los había separado lo tentaba. Finalmente, asintió, tomando su abrigo y saliendo con él hacia la puerta.

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Minho lo llevó por calles desconocidas, a una zona industrial que Jisung nunca había visto antes. El aire se volvía más pesado a medida que avanzaban, y el sonido de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos de un edificio antiguo.

—¿Dónde estamos? —preguntó Jisung, con el corazón acelerado.

Minho se detuvo frente a una puerta cerrada y se volvió a mirarlo, su expresión fría y calculada.

—Aquí es donde todo comienza de nuevo —respondió, dejando que una sonrisa delgada se dibujara en su rostro—. Pero tú no tienes idea de lo que estás a punto de descubrir.

Jisung sintió el miedo apoderarse de él. Lo que empezó como una posible reconciliación se había convertido en una trampa. Un sonido metálico resonó, y la puerta se abrió, revelando un grupo de hombres vestidos de negro.

—Bienvenido, Jisung —dijo Minho, su voz ahora gélida—. Es hora de que te vayas de verdad.

El miedo se apoderó de Jisung, pero antes de que pudiera reaccionar, uno de los hombres se acercó y lo sujetó con fuerza, tapándole la boca con una mano.

—Minho, ¿qué estás haciendo? —logró preguntar, la voz ahogada.

Minho lo miró por última vez antes de girarse y alejarse, sin un solo indicio de arrepentimiento.

—Perdón, Jisung. Pero ya es demasiado tarde.

El sonido de su voz se desvaneció, y con él, la última esperanza de Jisung. El frío y la oscuridad se cerraron sobre él, como si el pasado hubiera regresado para reclamarlo de nuevo.

Durante todo la noche Jisung sufrió incontables ataques a punta de dejarlo al borde de la muerte

—Min-n ho porque me haces esto... —No había nada que hacer ni sus súplicas ni nada podría cambiar sucre el destino, habían hecho cosas horribles con su cuerpo, ya no podía más

Mientras el Alfa Lee lo miraba serio, sus trabajadores sacaron un arma apuntando al pobre Omega ya tirado en el suelo.

—Minho... Aún te amo —esas fueron sus últimas palabras antes de escuchar un sonido en blanco, su cuerpo, su alma ya no estaban en ese plano, se fue pensando en sus dos grandes anhelos su hijo y su ex esposo.



FIN.

Do you love me? || Minsung - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora