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El silencio se cernía sobre la casa esa noche, roto únicamente por el leve susurro del viento que golpeaba las ventanas

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El silencio se cernía sobre la casa esa noche, roto únicamente por el leve susurro del viento que golpeaba las ventanas. Jisung estaba sentado en la cama, abrazando sus rodillas y luchando por contener las lágrimas. Su vida se había convertido en un ciclo interminable de miedo y soledad. Y ahora, con el bebé creciendo en su vientre, sentía una presión constante para ocultar su estado de Minho. Si su Alfa descubría que estaba embarazado, no sabía qué podría ocurrir, y la sola idea lo aterrorizaba.

Minho había estado más distante que nunca, y Jisung sospechaba que algo había cambiado, aunque no sabía exactamente qué. A pesar del dolor que sentía en su pecho, continuaba esperando que, de algún modo, las cosas pudieran mejorar. Tal vez, si lograba ocultar el embarazo el tiempo suficiente, podría encontrar el momento adecuado para decírselo... cuando Minho estuviera de mejor humor.

Pero esa noche, mientras Jisung trataba de calmar sus pensamientos, Minho estaba en otro lugar de la ciudad, lejos del hogar que compartía con él. En un lujoso restaurante, se encontraba frente a una mujer que había llegado a dominar sus pensamientos en el último año: Soyeon, una Alfa de mirada fría y ambiciones peligrosas.

Con una sonrisa calculadora, Soyeon levantó su copa de vino, sus ojos fijos en los de Minho.

—¿Has tomado una decisión? —preguntó, su voz llena de un interés que iba más allá de una simple curiosidad.

Minho tomó un largo sorbo de su copa antes de asentir.

—Sí. No puedo seguir arrastrando esta vida con Jisung. Me está frenando, Soyeon. —Sus palabras eran un susurro, pero estaban cargadas de determinación—. No tiene sentido mantenerlo a mi lado. Es débil y dependiente... ya no me sirve para nada.

Soyeon arqueó una ceja, satisfecha con la respuesta de Minho.

—¿Y qué vas a hacer con él? —inquirió, apoyando la barbilla en una mano mientras lo miraba con interés genuino.

Minho dejó la copa sobre la mesa y se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una frialdad que pocas veces mostraba.

—Voy a deshacerme de él. No puedo simplemente echarlo ahora; levantaría sospechas, y no quiero arriesgarme a que los medios lo descubran. Pero si lo juego bien... una vez que consiga lo que necesito, Jisung desaparecerá. —Una sonrisa perversa curvó sus labios—. No dejaré rastro de él.

Soyeon se rió suavemente, sus dedos rozando los de Minho.

—Me gusta cómo piensas. Cuando todo esto termine, podremos estar juntos, sin que nada ni nadie interfiera. —Su tono era dulce, pero sus palabras escondían una clara amenaza para cualquiera que se interpusiera en su camino.

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En casa, ajeno a las conspiraciones de su esposo, Jisung se sentía más solo que nunca. Esa noche, el bebé dentro de él había estado particularmente inquieto, como si pudiera sentir la angustia de su madre. Jisung acarició su vientre con dedos temblorosos, intentando calmar tanto al pequeño como a sí mismo.

—Lo siento tanto, pequeño —susurró con voz quebrada—. Te prometo que haré todo lo que pueda para protegerte. —Pero en su corazón, Jisung no estaba seguro de cómo cumplir esa promesa.

No se atrevía a contarle a Minho sobre el embarazo. Sabía que su esposo lo vería como una carga más, un problema que complicaría aún más sus vidas. Y lo último que Jisung quería era darle una razón adicional para enfurecerse.

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Minho regresó a casa pasada la medianoche, con el aroma a perfume de Soyeon aún impregnado en su ropa. Jisung, que había estado fingiendo dormir, se incorporó rápidamente al escuchar el crujido de la puerta. Intentó preparar una sonrisa para recibirlo, con la esperanza de que tal vez esta vez Minho no estuviera de mal humor.

Pero al verlo entrar, con la mirada oscura y fría, supo que no habría ninguna tregua esa noche. Minho no le dirigió ni una palabra mientras se quitaba la chaqueta y se dirigía al baño. Jisung lo observó con el corazón en un puño, deseando con todas sus fuerzas que, por una vez, Minho pudiera ver lo desesperadamente que lo amaba.

Minho, sin embargo, no tenía espacio para esos pensamientos. Lo único que ocupaba su mente era la planificación precisa de cómo deshacerse de Jisung sin dejar rastros. Había decidido que, antes de que llegara el próximo mes, el Omega sería un recuerdo lejano.

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Esa noche, Jisung abrazó su vientre con más fuerza que nunca, deseando con todo su ser que su bebé creciera sano y fuerte. Pero la sombra de lo que Minho estaba planeando se cernía sobre él, aunque aún no lo sabía.

Para Jisung, la única preocupación era cómo mantener su embarazo en secreto el mayor tiempo posible. No sabía que, sin importar cómo lo ocultara, el verdadero peligro que se cernía sobre él era mucho más oscuro de lo que podía imaginar.

 No sabía que, sin importar cómo lo ocultara, el verdadero peligro que se cernía sobre él era mucho más oscuro de lo que podía imaginar

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Do you love me? || Minsung - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora