Cap. 19

31 6 0
                                    


Capítulo 19: la verdad de los Yokais

Izuku se despidió de los héroes y se dirigió hacia su casa, con Ah-Un siguiendo detrás de él. Debido a su gran tamaño y forma, Ah-Un no podía entrar al departamento, por lo que Izuku lo llevó a un espacio abierto detrás de los departamentos.

Una vez que llegaron allí, Izuku sacó unos bozales de un armario y se acercó a Ah-Un.

Ah-Un miró a Izuku con curiosidad, pero no se resistió cuando Izuku le puso los bozales y les quitó la montura con los jarrones. Luego, Izuku ató a Ah-Un a un poste fuerte, asegurándose de que estuviera seguro y cómodo.

La noche era tranquila y silenciosa, con solo el sonido de los grillos y el viento suave que movía las hojas de los árboles. Ah-Un se quedó quieto, sus dos cabezas mirando hacia la luna que brillaba en el cielo.

Izuku se acercó a Ah-Un y le acarició la cabeza, hablando en voz baja.

Izuku: Lo siento, Ah-Un. Sabemos que no te gusta estar atado, pero es por tu propia seguridad. No queremos que te lastimen.

Ah-Un miró a Izuku con una expresión casi humana, como si entendiera lo que Izuku estaba diciendo. Luego, se quedó quieto, disfrutando de la tranquilidad de la noche y la compañía de Izuku.

Izuku sonrió y se sentó junto a Ah-Un, mirando hacia la luna que brillaba en el cielo.

Sesshomaru: Está bien, Ah-Un. Descansa. Mañana será un nuevo día.

La noche era oscura y silenciosa, con solo el sonido de los grillos y el viento suave que movía las hojas de los árboles. Después de un rato, Ah-Un se durmió, su respiración suave y constante. Izuku y Sesshomaru, que compartían el mismo cuerpo, se miraron entre sí y sonrieron. No tenían idea de cómo el pequeño prohibido había logrado dormir todo ese tiempo con tanto bullicio.

Con cuidado, Izuku y Sesshomaru entraron al departamento, cerrando la puerta detrás de ellos. La casa estaba en silencio, excepto por el sonido de la televisión en la sala, que estaba apagada. La única luz provenía de la cocina, donde encontraron a su madre, Inko, sentada a la mesa, bebiendo un té caliente.

Inko miró hacia arriba y sonrió al ver a su hijo. Luego, su mirada se desplazó hacia Kirara, la gata demonio, que estaba acostada en las piernas de Eri, fijamente aún asombrada.

Inko: ¿Qué... qué pasó? ¿Qué es lo que está pasando aquí? -preguntó Inko, confundida.

Izuku/Sesshomaru se miraron entre sí, buscando una respuesta. Luego, Izuku sonrió y se encogió de hombros. La montura de Ah-Un, con los jarrones caros, todavía estaba en su espalda, y el pequeño prohibido dormía tranquilamente en sus brazos.

Izuku: Es una larga historia, mamá. Te lo explicaré todo más tarde.

Inko miró a su hijo con curiosidad, pero no presionó el tema. En su lugar, se levantó de la mesa y se acercó a Izuku/Sesshomaru y al pequeño prohibido.

Inko: ¿Estás bien, cariño? ¿Y quién es este niño? -preguntó Inko, mirando al pequeño prohibido con curiosidad.

Izuku/Sesshomaru se miraron entre sí, buscando una respuesta. Luego, Izuku sonrió y se encogió de hombros.

Izuku/Sesshomaru: Estoy bien, mamá. Y este es... La verdad no sé.

Inko miró a su hijo con curiosidad, pero no dijo nada más. En su lugar, se sentó junto a Izuku y el pequeño prohibido, y los abrazó suavemente. Luego, volteó a mirar a Izuku buscando una respuesta en sus ojos.

Kaze No Kizuna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora