Capítulo XVI: Noche para gozar (parte 1)

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Suguru encuentra una playera de mangas cortas, unos shorts y la ropa interior del albino, irá a dejarla a la habitación acordada, pero él también se quedará ahí; agarró su michila pequeña y tras entrar, esperó pacientemente a su ser amado.

Unos minutos después, Satoru entra al lugar con una toalla enredada de la cadera hacia abajo, llegando arriba de la rodilla, sus mechones de pelo húmedos y todavía agua escurriendo por el cuerpo.
Geto, que estaba sentado sobre el colchón, se quedó observando esa exquisita imagen de su amigo.

—¿Qué haces aquí?— Cerró la puerta, sus mejillas ahora se veían de un color rojo suave.

—Te estaba esperando.— Le sonrió.

—Salte, por favor.

—¿Estuve aquí tanto tiempo en vano?—Se levantó de la cama y se acercó a Satoru.

—Supongo que sí.— Se hizo hacia atrás hasta que quedó acorralado entre Suguru y la pared.

—No digas eso, me entristece.— Tomó por la cintura al peliblanco y lo acercó hasta que sus cuerpos tuvieran más tacto.

El ojiazul bajo la mirada, estaba nervioso y a decir verdad, algo excitado.

Con una mano, Geto hace que el albino levanté la cara, logrando hacer contacto visual; después de profundos segundos de silencio, Satoru hace impactar sus labios con los del contrario.
Era un beso apasionado, más no rudo, en donde ambos trataban de expresar el amor que tenían uno por el otro, así también, daba a entender esos sentimientos lujuriosos acumulados.

El azabache rompió el beso para jalar del pelo al ojiazul, y así llevarlo hasta la cama; lo aventó bruscamente, haciendo que su cuerpo rebotará en el colchón.

Ahora que el albino estaba acostado, Suguru no tardó en irse a poner sobre él.

—Esto es injusto, mientras que yo no traigo más que una vil toalla, tu tienes cubierto todo el cuerpo.

En términos de complexión, podemos llegar a la conclusión de que, aunque ambos tengan pectorales y abdomen marcado, el pelinegro está aún más tonificado, y eso le encanta a Gojo.

El albino movió las manos para desabrochar la camisa de Geto, que se dejó.
Tras aventar la prenda a un lugar “x” de la habitación, el azabache acercó su boca a la del contrario para besarlo de manera ruda.
Después de algunos segundos, se separaron.
El pelinegro observó fijamente la cara del ojiazul. Estaba teñida de un rojo claro en sus mejillas, pero, por lo más poco notable que fuera la excitación en la cara del albino, su erección se encargaría de hacer que se vea más.

Suguru nuevamente besó a Satoru, introduciendo la lengua en su cavidad bucal, con ayuda de esta misma, recorría cada rincón de la boca de Gojo, mientras saboreaba profundamente sus labios.

Lentamente, fue bajando hasta llegar al blanco cuello de su mejor amigo, quien movió la cabeza para dar más espacio a toda actividad que fuera a realizar.
Empezó a besar, morder y lamer mientras las respiraciones profundas del más delgado hacían compañía.
En los hombros, también deja muestras de saliva y más mordidas.
Una de sus partes favoritas.
Llegando al área de los pezones, no limitándose solo a dejar besos, también lamió de forma suave y en círculos.

—¡Ah, Suguru!— Un gemido salió de la boca del albino al sentir una mordida del lado izquierdo.
A causa de esto, Geto sintió la vibración venir en el pecho de Gojo.
También percibía la elevación de esta misma parte del cuerpo de su mejor amigo cada que inhalaba y como bajaba cuando exhalaba.
Después de besar nuevamente esta área, se separó un poco. Un hilo de baba los conectaba.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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