fragmentos de una vida normal

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El sol se filtraba por las cortinas mal cerradas de la habitación, pintando rayos dorados en el suelo. Yuji Itadori abrió lentamente los ojos, luchando contra el peso del sueño que aún lo abrazaba. El reloj en la pared marcaba las 7:15 AM, y con un suspiro pesado, se levantó, frotándose los ojos.

— Otro día… —murmuró, sin mucha emoción en su voz.

Su habitación era sencilla: una cama desordenada, un escritorio con libros y hojas regadas, y un póster desgastado de una banda de rock que le gustaba cuando era niño. A un lado, una foto enmarcada de sus padres descansaba en la repisa, junto a un pequeño jarrón con flores secas. Mirarla siempre le traía una mezcla de nostalgia y tristeza, pero esa mañana decidió no detenerse mucho tiempo.

Yuji bajó las escaleras de su casa con el cabello despeinado y todavía en pijama. En la cocina, su hermana menor, Natsumi, lo esperaba con una sonrisa mientras terminaba de preparar el desayuno.

— Buenos días, dormilón —bromeó, sirviendo un plato con tostadas y huevos revueltos.

— Buenos días… ¿Por qué estás tan animada? —preguntó Yuji mientras se dejaba caer en la silla, tomando un sorbo del café que ella ya había preparado.

— Porque alguien tiene que mantener la energía en esta casa —respondió con un guiño, sentándose frente a él—. Además, ¿no se suponía que tenías algo importante que hacer hoy?

Yuji frunció el ceño, tratando de recordar. Entonces lo golpeó la realización: el trabajo extra en el club de deportes.

— ¡Ah, es cierto! —se levantó de golpe, casi derramando su café—. ¡Tengo que estar allí en media hora!

— ¿Ves? Sin mí, estarías perdido —se burló Natsumi, viendo cómo su hermano corría escaleras arriba para vestirse.

Después de una rápida ducha y de ponerse una camiseta blanca, un jean desgastado y su confiable chaqueta negra, Yuji salió corriendo hacia la escuela, con su mochila colgando de un solo hombro. El aire fresco de la mañana lo ayudaba a despejarse mientras cruzaba las calles llenas de estudiantes y trabajadores apresurados.

En la escuela, todo transcurría como siempre: las risas en los pasillos, los murmullos de las clases, y la inevitable sensación de rutina. Yuji pasaba desapercibido, algo que no le molestaba. No era el mejor estudiante, ni el más popular, pero se sentía cómodo siendo quien era.

Sin embargo, entre las clases y las charlas con sus amigos, había momentos en los que Yuji se encontraba a sí mismo mirando por la ventana, perdido en pensamientos. Recordaba los días en los que su vida era más simple, antes de que todo cambiara. Pensaba en su abuelo, que siempre le decía que ayudara a los demás, que viviera sin arrepentimientos. Pensaba en lo que había perdido y en lo que aún tenía.

Cuando las clases terminaron, Yuji decidió quedarse un rato más en el gimnasio, ayudando a mover el equipo para un evento escolar. A pesar del cansancio, siempre encontraba un motivo para sonreír o hacer una broma que levantara el ánimo de quienes lo rodeaban.

Ya entrada la tarde, Yuji regresó a casa, con la mochila más ligera pero el corazón un poco más pesado. Saludó a Natsumi, quien lo recibió con una pregunta inesperada:

— Oye, Yuji… ¿estás bien?

Yuji se detuvo un momento, sorprendido por la pregunta. Sabía que su hermana era perceptiva, pero no esperaba que notara lo que había estado sintiendo últimamente.

— Sí, claro. Solo estoy cansado —respondió con una sonrisa forzada.

Natsumi lo observó por un momento, como si estuviera decidiendo si creerle o no, pero finalmente asintió.

— Si necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí, ¿verdad?

Yuji asintió, agradecido por sus palabras. Luego subió a su habitación, donde el silencio lo envolvió una vez más. Se dejó caer en la cama, mirando al techo mientras los recuerdos seguían llenándolo de preguntas.

— ¿Qué es lo que realmente quiero? —susurró para sí mismo.

Y así terminó otro día en la vida de Yuji Itadori. Una vida que, aunque parecía normal, estaba llena de pequeños fragmentos de esperanza, tristeza y sueños que aún no comprendía.

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bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora