capitulo 12

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El despertar de Yuji

Yuji se despertó abruptamente a las 3:00 a.m., su respiración agitada y el sudor cubriendo su frente. No sabía qué lo había despertado, pero algo en su interior le decía que no era algo común. Miró alrededor de su habitación, la oscuridad lo envolvía, pero no era una oscuridad tranquila. Algo estaba diferente. Era como si el aire estuviera más denso, como si las paredes de su apartamento se acercaran lentamente a él.

Se incorporó lentamente, sus manos temblorosas tocando las sábanas. “¿Qué… qué está pasando?” pensó, frunciendo el ceño y tratando de calmarse.

De repente, una voz susurró en su oído, pero no había nadie allí.

“Yuji… Yuji…”

El sonido de su nombre flotó en el aire, distorsionado y oscuro. Yuji parpadeó varias veces, confundido. Se levantó de la cama de un salto, buscando algo, algo que lo ayudara a comprender qué estaba ocurriendo. Las luces de su habitación parpadeaban, como si estuvieran a punto de apagarse, y las sombras se alargaban de manera extraña. Algo no estaba bien. No podía estar soñando.

“No… esto no es un sueño. No puede ser…” murmuró Yuji, mientras sus piernas temblaban.

Se tambaleó hacia la ventana, intentando ver algo en el exterior. Pero no había nada, solo la misma ciudad oscura y vacía que había visto hace unas horas. Entonces, el silencio se rompió de nuevo, pero esta vez no fue una sola voz. Fueron muchas, susurros que se entrelazaban entre sí, haciendo que Yuji apretara las manos contra las sienes, como si tratara de detener la avalancha de pensamientos.

“Yuji… ¿No puedes sentirlo? Es solo el principio…”

“Te estamos observando, Yuji. Eres nuestro… nuestra marioneta.”

“Sufre, Yuji… tu dolor solo acaba de empezar.”

Yuji se desplomó de rodillas en el suelo, cubriéndose los oídos con las manos, intentando bloquear las voces, pero era inútil. La angustia se apoderaba de su mente, cada palabra que escuchaba era un golpe directo a su psique, cada susurro más fuerte que el anterior. No podía distinguir qué era real y qué no lo era.

“¡Basta!” gritó, su voz llena de desesperación. “¡¿Qué quieren de mí?! ¿Por qué no me dejan en paz?!”

El cuarto parecía girar a su alrededor. Yuji luchaba por mantenerse firme, pero las voces seguían invadiendo su mente, cada vez más claras, cada vez más intensas.

“Makima…” susurró Yuji en un momento de lucidez.

Era la única figura que parecía flotar en su mente con claridad. Esa mujer. La mujer que había encontrado en la oscuridad de la noche, cuya presencia lo había desconcertado de una forma inexplicable. Se preguntó si ella tenía algo que ver con lo que estaba pasando. Tal vez, todo esto estaba relacionado con ella de alguna forma.

De repente, las voces se apagaron tan repentinamente como comenzaron. Yuji se quedó en el suelo, con la cabeza gacha, respirando con dificultad. Sus manos aún cubrían sus oídos, como si quisiera asegurarse de que las voces no volvieran. Pero el silencio ahora era absoluto. "¿Qué... qué está pasando?" pensó, mirando las paredes vacías a su alrededor.

La puerta de su cuarto se abrió de golpe, y Yuji levantó la cabeza. De pie, en el umbral de la puerta, estaba él mismo. Un Yuji, pero algo… diferente. Su mirada era vacía, fría, como si no fuera él, sino una sombra de lo que una vez fue.

"Eres más débil de lo que piensas, Yuji," dijo la figura, con una sonrisa que no le pertenecía. "Estás perdiendo el control... ¿lo sientes? ¿Lo ves? Todo está desmoronándose."

Yuji tragó saliva, mirando al "extraño" frente a él. "No soy... no soy tú," balbuceó, pero las palabras no lograban salir con fuerza. "¡Esto no es real!"

"¿Real? ¿Qué es la realidad para ti?" La figura respondió con una calma perturbadora. "Todo lo que ves es solo una ilusión, Yuji. Nada más que un espejismo de lo que podrías haber sido."

Yuji se levantó rápidamente, pero sus piernas no respondían como deberían. Sentía como si algo lo estuviera empujando hacia el suelo. La figura continuó acercándose a él, su sombra alargándose como si se tragara toda la luz.

“¡Déjame en paz!” Yuji gritó con toda su fuerza. Pero la figura lo ignoró, acercándose cada vez más.

En un último intento desesperado, Yuji cerró los ojos y se apretó la cabeza con las manos. “¡ESTO NO ES REAL! ¡NO LO ES!”

De repente, el ambiente se calmó. El aire dejó de ser denso. El cuarto volvió a ser el mismo. Yuji abrió los ojos lentamente. Estaba de vuelta en su habitación. Todo parecía normal, como si nada hubiera pasado.

Sin embargo, el miedo seguía ardiendo en su pecho. “¿Qué fue eso? ¿Por qué… por qué me siento tan perdido?” Yuji murmuró, mirando a su alrededor. La paz de su habitación ahora le parecía irreal.

Se levantó nuevamente y caminó hacia el espejo. Su reflejo lo miraba fijamente. Pero no era solo él el que lo observaba. Había algo en sus ojos, algo diferente, algo que no reconocía. Yuji sintió una presión en su pecho, como si algo oscuro estuviera acechando en su interior, esperando a ser liberado.

“Makima… ¿qué has hecho conmigo?” pensó, con una sensación fría recorriéndole la espalda. La pregunta persistía, más fuerte que cualquier voz en su cabeza.

bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora