capítulo2

0 0 0
                                    


Ecos en la oscuridad

La luz del sol comenzaba a desvanecerse, pintando el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Yuji caminaba por las calles de regreso a casa después de un largo día en la escuela, acompañado por un extraño silencio. Había algo en el aire que lo hacía sentir inquieto, pero no lograba descifrar qué era.

— Seguro solo estoy cansado… —murmuró para sí mismo, tratando de convencerse mientras ajustaba la correa de su mochila.

Últimamente, el cansancio parecía más intenso de lo habitual. Las noches se sentían interminables, como si algo invisible lo observara desde las sombras de su habitación. Se despertaba sudando, con imágenes fugaces en su mente que no podía recordar del todo: rostros distorsionados, murmullos incoherentes y una presencia que lo hacía sentir atrapado.

Esa noche, mientras cenaba con Natsumi, ella notó su expresión cansada.

— Yuji, te ves… mal. ¿Estás durmiendo bien? —preguntó, dejando sus palillos sobre la mesa.

Yuji levantó la mirada, fingiendo una sonrisa.
— Sí, todo bien. Solo ha sido una semana pesada en la escuela.

Natsumi no parecía convencida, pero decidió no presionar.

Horas más tarde, Yuji se encontraba en su habitación, intentando estudiar para un examen. Sin embargo, su mente vagaba, distraída por un ruido suave que venía de algún lugar de la casa. Era como un susurro, pero cuando intentaba enfocarse, desaparecía.

— Estoy imaginando cosas… —se dijo, volviendo a su libro.

Pero el susurro volvió, esta vez más claro. Parecía venir desde la ventana. Yuji se levantó lentamente, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Cuando se acercó y corrió las cortinas, no encontró nada.

Sin embargo, algo lo hizo retroceder. Por un instante, en el reflejo del cristal, había visto una figura detrás de él: alta, oscura, con ojos vacíos.

— ¡¿Quién está ahí?! —exclamó, girándose rápidamente.

La habitación estaba vacía. Su respiración estaba agitada, y su corazón latía con fuerza. Trató de calmarse, diciéndose que solo era una alucinación. No era la primera vez que algo así le pasaba.

Desde hacía semanas, Yuji había comenzado a experimentar cosas extrañas: sombras moviéndose por el rabillo del ojo, voces que no podían pertenecer a nadie más en la casa, y una sensación constante de ser observado. Al principio pensó que era el estrés, pero con cada día que pasaba, se sentía más real.

Esa noche, acostado en su cama, trató de dormir, pero los recuerdos lo asaltaron. Recordó la primera vez que algo extraño le ocurrió. Fue hace un mes, cuando caminaba solo por el parque al atardecer. Todo estaba tranquilo, hasta que sintió que alguien lo seguía.

Cuando se giró, no había nadie. Pero en el suelo, a pocos metros, había una sombra que no correspondía a ningún objeto o persona. Parecía moverse, retorciéndose como si tuviera vida propia. Yuji salió corriendo esa vez, sin mirar atrás.

Desde entonces, los eventos se habían vuelto más frecuentes. Pero esa noche, mientras intentaba dormir, algo fue diferente.

En medio de la oscuridad, abrió los ojos, y allí estaba: la misma figura que había visto en el reflejo de la ventana. Estaba de pie en la esquina de su habitación, inmóvil, observándolo.

— Esto no puede ser real… —susurró Yuji, paralizado por el miedo.

Pero lo era. La figura dio un paso adelante, y entonces Yuji escuchó una voz, profunda y escalofriante:

— Tú me llamaste.

Antes de que pudiera gritar, todo se desvaneció. La figura desapareció, y Yuji se encontró de pie en el centro de su habitación, temblando. No recordaba haberse levantado de la cama, pero allí estaba, sudando y con las manos temblorosas.

Se miró al espejo y vio algo que lo hizo retroceder: sus propios ojos tenían un brillo extraño, como si no fueran completamente suyos.

Esa noche, Yuji no volvió a dormir.

bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora