A day in Niall Horan's life

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8: Un día en la vida de Niall Horan.

No lo podía creer. Era una linda tarde, llena de sol, pero sin tanto calor. Había movimiento en la ciudad, y prometía ser una excelente noche, pero para Niall, todos sus planes estaban mal.

Cada amigo a quien le preguntara, estaba ocupado. Con sus novias, con sus mascotas, con sus consolas de juegos... ¡Ni siquiera a eso lo invitaban!. Estaba aburrido, solo, con ganas de salir a una buena fiesta, tomar algo de alcohol, y quizás ver unos ojos cafés. Aunque no sabía porque si quiera pensó en lo último.

Con su teléfono en mano, y con la aplicación de mensajería abierta, se debatía entre hablarle o no. Ni estaba seguro de que le diría, o si le pediría una cita o algo así, y si así era, ¿dónde la llevaría?. Estaba en una encrucijada, y al parecer no veía la salida. Estaba entre la espada y la pared, y aunque se viese como un tonto, estaba practicando en sus notas, que mensaje podría mandarle.

—¿Niall?.

Una voz masculina saca sus ojos del teléfono y lo hace mirar en dirección a la escalera, donde su padre lo esperaba en medio con una expresión de confusión en su rostro.

—¿Qué haces acá?, pensé que habías salido con algún amigo... o alguna chica.

El señor Horan se ríe cuando ve a su hijo rodar los ojos a unos metros de él. Sin tener la necesidad de preguntar sabe que su rubio hijo no tiene ningún panorama para esta tarde-noche.

—No es chistoso, papá. —farfulla Niall.

—¿Y no conociste a nadie el otro día por la noche?.

La pregunta. Y dios, Niall aún no está preparado para hablar de eso, no quiere hablar sobre los ojos cafés que están en su mente, o de esa sonrisa gigante. O ese vestido azul, o esa voz, o esos labios, o todo.

—Papá...

—Okay, entiendo. No quieres hablar de ella, todavía. —la sonrisa de el Señor Horan aún no se separa de sus labios, su hijo a veces es un tanto... adolescente, o piensa como uno al menos, y aunque es su hijo es increíblemente gracioso cuando se comporta como un niño mimado, y caprichoso.

—No. No es eso... es solo que, no quiero adelantarme a los hechos, ¿comprendes?.

Niall es un adulto, aunque no lo crean. Pero hay veces que en serio, realmente, de verdad; se comporta como un bebé. Su mente es algo complicada, desordenada. Está todo en lugares dispersos, y aunque tiene todos sus pensamientos e ideales claros, hay cosas que siempre se le pasan por alto. Como que ya no es un adolescente de quince, o como que hay gente que le puede prestar ayuda, aunque sólo son ejemplos.

—Niall, hijo. Escúchame. —dice con calma y compasión, el señor Horan. Algo típico de una madre pero a falta de una, siempre está el padre para cumplir esa tarea tan difícil, como lo es reconfortar a tu hijo con problemas amorosos. —Sé que no quieres contarme y todo eso, pero a veces, es necesario contarle tus problemas a alguien. Y, vamos, quién mejor que tu padre, ¿eh?.

—Pero es que no entiendes, yo sé lo qu-

—¿En serio, Niall?, ¿sabes cuántas chicas me tuvieron así, igual que tú?, ¿sabes?

—Eh... no. —susurra con nerviosismo. Es su padre, y por más que esté asquerosamente cohibido con decirle todo acerca de Jasmine, sus ojos, su sonrisa, sus curvas en ese bikini, y miles de etcéteras, sabe que después de un largo sermón, que espera ahorrarse, terminará soltando todo, absolutamente todo. Incluso algunas cosas que no son necesarias contar, pero que de todas maneras Niall soltará.

—Montones. —farfulló el señor Horan. —Montones de chicas me tuvieron así. Nervioso, cohibido, igual a ti. Aunque en mi tiempo el problema era en si ir a su casa a invitarla a una cita, o no ir, en vex de debatirte si enviarle un mensaje o no.

Cinderella. [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora