Silence

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34: Silencio.

Se habían quedado hasta la madrugada haciendo el amor y mirando las estrellas recostados en la manta sobre la arena. El agua sonaba como música de fondo, y sus labios danzaban suavemente entre sonrisas y besos.

Cuando el frío comenzó a hacerse insostenible, Niall tomó la mano de Jasmine, y juntos corrieron desnudos cubiertos por la manta hasta llegar a la habitación, con muchos más besos de por medio, apaciguando las risas.

Se escondieron bajo las sábanas, y enroscaron sus piernas mientras se sonreían. Niall acarició la piel desnuda de sus brazos mientras dejaba suaves besos con sus delicados labios. Deteniéndose cuando llegó a su barbilla, pasando a dejar un casto beso en sus labios y a mirarla sin fin.

Una felicidad tremenda asaltó su corazón en cuanto sus miradas se juntaron, algo parecido a los fuegos artificiales; si es que hubiese querido describirlo. Ya no pedía nada más. Se habían unido más de lo que Niall podría haber llegado a pensar, y sinceramente creía que ya no podía caber más alegría en su corazón.

No hay nada que pueda estar mal en ese momento. La sensación suave de la pierna de Jasmine contra la suya, o como siempre encajan tan bien sus manos entrelazadas. Niall siente mil presiones en el pecho cada vez que Jasmine parpadea, cada vez que sus ojos se cierran por milésimas de segundos en que no le permite apreciar el universo que está detrás. Culpa a las necesidades fisiológicas del ser humano por quitarle tal deleite, y llega a la conclusión de que no puede vivir sin ver sus ojos.

No puede vivir sin sentir el calor de su cuerpo, o el roce de sus labios. No puede vivir sin ver su sonrisa, o escuchar su voz. Se ha vuelto un total dependiente de los actos de Jasmine, y es casi como un hoyo negro del que no puede salir. Un lugar oscuro, saturado de luz que no puede escapar; ni él mismo es capaz de describir la fuerza que parece llevarlo cada vez más adentro.

—¿No te cansas de mirar siempre lo mismo?

Suena como un murmullo a lo lejos. Fuera de su realidad que son los infinitos ojos de Jasmine. Su voz suena rasposa, y con un poco de sorna, y pronto, cuando parece haber podido volver, puede ver su media sonrisa tirar de sus labios.

Se toma su tiempo en responder, demorándose en mirar sus labios, su delicada nariz, sus cejas definidas, y sus brillantes ojos en la oscuridad. Jamás podría cansarse de mirar su rostro, ni en un millón de años. —No podría cansarme nunca de verte.

—¿Y qué va a pasar cuando no puedas verme más?

Su mirada está baja cuando hace la pregunta, y su voz suena como la de una niña pequeña, casi con miedo. No quería entrar en ese tema, después de la noche que habían tenido, pensó que quizás, y solo quizás; todos sus miedos huirían para siempre de su cabeza. Pensó que las inhibiciones podrían correr lejos y perderse debajo de una roca, o incluso llegar a destruirse de la nada. Pero nada pasó.

Llegan a ser incluso como un virus, o una bacteria; capaz de crear barreras para ser más fuertes contra las destrucciones que manda Jasmine desde su corazón. Capaces de crear una armadura con tal de seguir destruyendo cada parte de sus sentimientos.

—No sé a que te refieres. ¿Qué es lo que me estás queriendo decir?

Jasmine se muerde los labios, a punto se sentir la sangre en sus papilas gustativas. Su mirada sigue gacha, y parecen años desde que Niall hizo la pregunta, y aún no sabe que responder.

No sabe si satisfacer a su cerebro, y el virus del miedo, y decirle la verdad falsa que ha creado en su cabeza desde que comenzó a darse cuenta de lo que sentía por él, o satisfacer a su corazón, y dejar que Niall la llene de promesas, y le quite el peso de los hombros. Juguetea con los dedos de sus pies, y con sus manos agarra fuertemente las sábanas, dejando sus nudillos blancos. Sabe que con ninguna de las dos opciones quedará tranquila, y el silencio de él solo puede hacer que parezca más tiempo del que realmente ha pasado.

Cinderella. [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora