Brendan:
—¡¿Qué fue lo que paso?!—Se exalta Valeria al ver que me sacan a fuerzas.—¡Hey! ¡No es necesario que lo traten asi!
—Si no se comporta también tendrá prohibido el ingreso.
Niego observando a mi hermana y ella entiende.
—Déjenlo, no volverá a entrar.—Pide ella, los guardias lo dudas, pero ella toma mi brazo y me lleva hasta la puerta de salida.—¿Puedes explicarme que sucede?
— ¿Tenias la duda? Ahora ya no. No ha cambiado nada
—Brendan...
—No pongas excusas, me lo dijo el mismo.
—¿Qué fue lo que te dijo?
—Va ir tras ella.
Los ojos de mi hermana se agrandan.
—No, el no hara eso, quiere salir.
—¿Qué crees que pasara si sale?
Ella retrocede y me suelta.—¿Quieres que se quede ahi por siempre?
No respondo.
—Hizo algo malo, pero sigue siendo nuestro hermano.
—Ahora se que no puedo contar contigo.
Empiezo a irme.
—¡Brendan!—Me llama y casi en un ruego añade.—Por favor...
—No ha cambiado, Valeria. Es más, ha empeorado, sino lo quieres ver es muy tu asunto.
El guardia me abre la puerta y me vuelvo hacia ella una vez más.
—No voy a dejar que la lastime.
(***)
—¿Ya se fue?—Repito lo que el de seguridad me dice.
—El ensayo termino antes, me supongo que fueron a cenar y no sabría decir quienes decidieron asistir, y quienes se fueron a sus casas.
—Bien, gracias.
Saco mi móvil y empiezo a marcar, solo suena y me envia al buzón.
Lo quito de mi oreja.—Mierda.
Agradezco al de seguridad y salgo al teatro. Intento marcar de nuevo unas dos veces más, al estar a punto de hacer la tercera, recibo una llamada de mi hermana.
—Ahora no puedo hablar.—Le contesto.—Val..
—Camioneta negra. Hombre alto, cabello negro, tatuaje de serpiente del rostro desde la mejilla izquierda, hasta los nudillos derechos, el cuello es la parte que más notaras.
—Val...
—Ve a mi departamento, toma las llaves de mi coche nuevo. Lo necesitaras.
Guardo silencio.
—Tenias razón.
Trago saliva.
—¿Cómo?
—Te lo dire despues, ahora encuéntrala.
—Gracias.—Cuelgo y
Laura:
Tal vez debi contestar.
No dejo de mirar el teléfono y tomo un shot más.
Mierda, se suponía que solo seria encuentros casuales.
Cojo el estuche con mi violonchelo al ponerme de pie y lo cargo en mi espalda.
—¿Ya te vas, Laura?—Uno habla y los demás insisten en que me quede, pero me niego.
Por más escandalosos que son, opto por irme. No hay ningún maldito coche cerca y me recuerda que debo tener uno de nuevo.
Las luces de las calles estan encendidas y los establecimientos de tiendas pequeñas también, asi que sigo mi camino, arrastrando los pies.
Debi ir solo a casa.
Estoy distraída hasta que siento una molestia en la espalda y al girarme veo una camioneta. Se ha detenido detrás de mi.
Junto las cejas esperando que pase y algo golpea mi estomago al ver que no lo hace, en su lugar enciende las luces delanteras apuntándome.
—Apaga tus luces, amigo.—Achico los ojos.
El coche avanza y gracias a las luces no veo al conductor cuando cruza, pero al menos se va.
Sigo avanzando, levanto más el estuche del instrumento para cargarlo con más facilidad y al doblar la calle que me lleva a mi departamento, la camioneta nuevamente esta ahi.
Mierda.
Retrocedo y las luces vuelven a encenderse dejándome sin vista. Achico los ojos y maldigo. Escucho las llantas apunto de acelerar.
—¿Qué estas...
Arranca viniendo directamente hacia mi. Me quedo inmóvil esperando el desenlace, los pies no me responden y solo recuerdo el día del accidente.
¿De nuevo?
—Brendan...—Susurro su nombre no se porque.
Cierro los ojos y todo pasa tan deprisa, la fuerza de un impacto me hace caer contra el suelo. Hay polvo y empiezo a toser, mientras tengo el corazón latiendo fuerte en mi pecho, levanto la mirada muy despacio y mis manos empiezan a temblar cuando veo lo ocurrido.
Otro vehiculo a chocado directamente con la camioneta, ambos tienen abolladuras graves, pero sobre todo la camioneta.
—¿Qué dem...
Me quedo helada viendo a la persona dentro de la camioneta, desmayado y con la cabeza empapada en sangre, el liquido esparciéndose por todo su rostro.
Los vecinos salen y entonces lo veo, la respiración se me acorta y dejo el instrumento para ponerme de pie, agradezco que las piernas no me fallen y la voz tampoco.
Esta vez no susurro, quito su nombre a todo volumen mientras corro hacia el.
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En los ojos de Laura
RomanceLa violonchelista Laura Mirren ha perdido el rumbo de su vida tras un accidente y con ello su amor, sus ganas y su deseo de volver a tocar frente a miles de personas. Para Laura su vida no volverá a ser la misma. Y será su enfermero a su disposición...