No, así no —jadea Sofía temblando ligeramente, su mente le pedía parar, pero su cuerpo la traiciona exponencialmente seducido por las caricias ásperas de Jazmín sobre su piel.
—Sshh, silencio, pequeña. Tu coño húmedo me grita que siga. Además, es conveniente que hagas silencio, tu madre puede llegar en cualquier momento.
Jazmín sonríe con maldad, tiene a la joven donde ella quiere, a su antojo, bajo el dominio de sus ideas más perversas. Bajo la embriagues de la sed de sus labios por su sabor, por su pasión. La toma con brusquedad, con un agarre fuerte, por sus piernas y la levanta en peso. Sofía grita. Jazmín la deja caer sobre la cama y la aprisiona con su cuerpo contra el colchón. La joven jadeo al sentir una mano presionando su cuello, un poco más fuerte de lo normal.
—Jaz, apenas puedo respirar.
Jazmín la ignora y desciende su otra mano hasta llegar a su centro que la recibe húmedo y caliente. Introduce dos dedos de golpe y el corazón de Sofía colapsa de pasión. La excitación es tanta que teme no poder soportarlo. Desde la llegada de Jazmín de Italia, y de que se encontraron sexualmente la primera vez, no han dejado de verse. Se buscan como leonas hambrientas, queriendo comerse toda la piel, toda la existencia.
Jazmín saca los dedos luego de haber penetrado con fuerza desmedida esa vagina jugosa y lubricada y sin detenerse la penetró por detrás. Sofía gritó, se removió, pero no cedió ante la invasión inesperada. Le gustaba esa destreza que tiene Jazmín con sus manos para volverla loca, para desquiciarla. Jazmín la miraba con fuego en los ojos, le quemaba la piel, le atormentaba el alma, cada vez que la abogada la observaba de esa manera tan suya.
Sofía se movió contra su mano y Jazmín sonrió.
—Me encanta lo perversa que puedes llegar a ser, Sofía.
—Amo como se escucha mi nombre en tus labios —susurró la rubia moviéndose con más ímpetu.
Marcela puso la llave en la cerradura y se quedó quieta, Marga la observó con extrañeza.
—¿Qué pasa Mar? —preguntó la castaña poniendo una mano sobre sus hombros.
—Jazmín está aquí, no quiero ni imaginar que deben estar haciendo.
—Algo que tú también haces y muy bien —susurró Marga sobre su oído y luego le pasó la lengua, haciendo estremecer a la rubia abogada.
Marcela se decide y abre la puerta y en fracciones de segundos la volvió a cerrar.
—Joder, Marga que es mi hija.
El rostro de Marcela estaba conmocionado y había cambiado de color. Ver a Sofía desnuda, con una pierna encima del reposabrazos del sofá y a Jazmín con un consolador, penetrándola por detrás fue suficiente para su romper su sano equilibrio mental.
—¿Qué viste Marce? —pregunta Marga sonriendo para adentro.
—¿Cómo me quito esa imagen de la cabeza? ¡Dios! Es horrible.
—¿Qué es horrible, rubia? —Marga no lo puede evitar y sonríe— Solo están teniendo sexo, Mar, no es para que te pongas así.
—Y de que manera lo están teniendo, por Dios. No creí que mi hija soportaría a Jazmín.
—Jazmín es una explosión andante, pero tu hija la debilita, cariño. Ambas se aman y para que terminen de sanar deben estar juntas, así como están.
—Lo sé, pero temo que se vuelvan a hacer daño.
—No se lo harán. Además, estamos nosotras aquí para no dejarlas solas. Sea cual sea su decisión, le debemos lealtad y debemos de velar por su seguridad emocional.
—Jazmín debe estar muy orgullosa de tenerte en su vida.
—Y lo está.
Ambas mujeres se miran y un ligero gemido de Sofía la sobresalta.
—¡Dios! Sácame de aquí Marga, que me va dar un infarto. Ni se percataron de que se abrió la puerta y se volvió a cerrar.
—La concentración se hereda, rubia, o te tengo que recordar cómo te pones tú cada vez que te meto la lengua.
—Justo ahora te pones en ese punto. No seas cruel Marga, que es mi hija a la que están castigando ahí dentro.
—No la escuché quejarse, bueno si, pero de placer.
—Son incansables.
Marga se ríe y la lleva hasta el auto.
—Vamos, esta noche dormiremos en un hotel. Pásale un mensaje a tu hija que no llegarás hoy.
—Mi madre no vendrá a casa hoy —dice Sofía acariciando el abdomen de Jazmín.
—¿Qué sucedió para que no vengan? ¿Están bien?
—Están bien, dice que tenemos la casa solo para nosotras, para que nos quitemos esa enfermedad que tenemos la una por la otra.
La risa de Jazmín se escuchó en toda la casa. Sofía la mira y se contagia con su risa. Jazmín piensa en Bianka, si su hermana la viera así de feliz, se echaría a llorar, de eso no tiene dudas. Acaricia el cabello de Sofía y tira de ella hacia arriba para capturar sus labios en un delicado beso. Un beso sanador, un beso que da fin a un capítulo y da inicio a otro. Más intenso, más puro, más auténtico.
—Este es nuestro principio, ¿verdad Jaz? —Sofía la mira con los ojos anegados en lágrimas— Te amo tanto que me quebraría la vida si dejas, algún día, de estar a mi lado.
—Este es nuestro principio, pequeña. Nuestros caminos se encontraron para hacernos deambular por los senderos más dulces del deseo y del amor. Te amo pequeña, y quiero que tu piel sea la manta que salve a la mía del frio, de la soledad, de la nostalgia.
—Mi mamá no estará de acuerdo a que nos vayamos a vivir juntas.
—Pues que soporte escucharte gritar como lo has hecho hoy.
—Que vergüenza, ¿de verdad nos vio?
—Si.
Ambas ríen y saben que, en sus vidas, se necesitan. Para quebrar el llanto, para saldar las deudas, para liberar el dolor. Dolor que la unió, dolor que las separó y las salvó.
Fin.
Hasta aquí chicxs, esta historia. Espero les haya gustado. Me costó mucho terminarla, porque entre el trabajo y otras cosas se me hacía difícil. Disculpen las tardanzas a la hora de actualizar.
Espero leerlos y ya estoy escribiendo otra, la cual espero que la acojan como lo hicieron con esta...
MUCHAS GRACIAS. Nos leemos.
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Bajo el dominio de una violación. (borrador)
RomanceUna abogada impecable, hasta que la trágica muerte de su hija le favorece a la hora de crear y provocar actos que no son aceptados por la sociedad. Una menor de edad es víctima de una violación y prefiere mantenerlo oculto y hacer justicia con sus...