Capitulo 2 Bajo el radar

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Daniel intentó pasar desapercibido el resto del día, aunque no era fácil en un instituto tan grande y ruidoso como ese. Durante el recreo, se sentó en una esquina del patio, con su almuerzo apenas tocado. Observaba de reojo al grupo más ruidoso del lugar: chicos corriendo detrás de un balón, chicas gritando por quién sabe qué, y entre ellos, Alex.

Era imposible no verlo. Destacaba, no solo porque parecía liderar el grupo, sino por esa energía despreocupada que irradiaba, como si la vida siempre le sonriera. Daniel no pudo evitar sentir una punzada de envidia. Él nunca había tenido algo parecido.

—¡Eh, tú, chico nuevo! —La voz de Alex lo sacó de su ensimismamiento.

Daniel levantó la mirada justo a tiempo para verlo acercarse, con una botella de agua en una mano y una sonrisa torcida en los labios.

—¿Cómo te llamabas? —preguntó, plantándose frente a él.

—Daniel. —Su voz salió más baja de lo que pretendía.

—Daniel. —Alex probó el nombre en su boca, como si quisiera asegurarse de que encajaba con él. —¿Por qué estás aquí solo?

—No quería interrumpir. —Daniel miró hacia el grupo de amigos de Alex, que seguían charlando y riendo.

—Tonterías. —Alex se encogió de hombros y le tendió la mano. —Ven.

Daniel vaciló, pero algo en la mirada de Alex lo hizo levantarse. Fue como si, por un momento, alguien lo viera de verdad.

El grupo lo recibió con curiosidad, haciéndole preguntas rápidas que apenas podía responder. Alex, por su parte, se sentó a su lado, lo suficientemente cerca como para que Daniel sintiera su presencia como un calor constante.

—¿Siempre eres tan callado? —bromeó Alex, dándole un leve codazo.

Daniel sonrió, aunque no respondió. No estaba acostumbrado a tanta atención.

—Tranquilo, ya hablaremos más. —Alex le guiñó un ojo antes de volver a unirse a la conversación del grupo.

Daniel lo miró de reojo, sintiendo algo extraño en el pecho. No sabía qué era, pero por primera vez en mucho tiempo, no se sintió completamente invisible.

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