Al día siguiente, Alex no tardó en recordarle su "cita" después de clase. Mientras se dirigían hacia el centro del barrio, Daniel intentaba no parecer demasiado nervioso. Caminaban juntos como si fueran amigos de toda la vida, aunque el contraste entre ellos era evidente.
—¿Y? —preguntó Alex, rompiendo el silencio. —¿Qué tipo de música te gusta?
Daniel se encogió de hombros. —Escucho un poco de todo.
Alex se rió. —Esa es la respuesta más genérica que he oído.
Se detuvieron frente a un café pequeño y cálido, decorado con luces colgantes y paredes de ladrillo visto. Alex abrió la puerta y lo invitó a pasar.
—Bienvenido al paraíso de los lattes. Aquí es donde desconecto.
Daniel no podía evitar sentirse fuera de lugar. Era evidente que Alex se movía como pez en el agua, saludando a la barista como si fuera una amiga de toda la vida.
—Entonces, ¿por qué este lugar? —preguntó Daniel cuando se sentaron en una esquina junto a la ventana.
Alex sonrió, jugueteando con la cuchara. —A veces necesito alejarme de todo. Y aquí nadie espera que sea... —Se detuvo, buscando las palabras. —Lo que sea que crean que soy.
Daniel lo miró, sorprendido por la sinceridad en su tono.
—¿Y qué creen que eres?
—El chico que siempre tiene todo bajo control. —Alex dio un sorbo a su café, desviando la mirada.
Daniel no respondió, pero algo en la forma en que Alex lo dijo resonó con él. Tal vez no eran tan diferentes después de todo.
Cuando salieron del café, la tarde ya había empezado a oscurecer. Mientras caminaban de regreso, Daniel notó que Alex lo observaba de reojo.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada. Sólo me alegra que hayas venido.
Daniel no supo qué decir, así que simplemente sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, no se sintió completamente solo.
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Filofobia
RomansaAlex y Daniel, atrapados en un torbellino de secretos oscuros y traiciones, luchan por sobrevivir en un mundo que los quiere destruir. ¿El amor y la amistad serán su salvación o su perdición?