Capitulo 17

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"Simplemente limpié un poco la mancha de sangre..."
La enfermera añadió con una expresión de disculpa.

Cuando vio el familiar asilo de ancianos en la pantalla, Hee joo salió corriendo de inmediato.

Estuvo de mal humor todo el camino, le dolía la garganta por reprimir las ganas de gritar.

Mientras tanto, la información de contacto de emergencia de las enfermeras llegaba como mensajes de texto de desastre desde altavoces rojos. Una vaga sensación de miedo la dejó sin aliento.

'¿A quién buscas...?'

¿A quién debo acudir en busca de ayuda en este momento?

De repente se acordó de su marido, pero evidentemente no era la persona adecuada. Hee joo secó la cara de su padre con manos temblorosas.

"¿Es usted un miembro de la familia?"

En ese momento, la policía se acercó con una toalla.

Hee joo asintió y el policía desdobló la toalla vacilante.

"Bien......!"

Se sintió enferma.

"Ven con nosotros a la comisaría para presentar una denuncia primero".

Había cuatro molares de color rojo brillante en la toalla, arrancados de raíz y esparcidos allí. La verdad sobre el sangrado de mi padre.

Se le puso la piel de gallina por todo el cuerpo.

El padre parecía estar luchando y la habitación estaba hecha un desastre.

No sólo la cama, sino también el papel pintado, el suelo y las ventanas estaban manchados de sangre. "Salí un rato y cuando regresé, tenía la cara cubierta de sangre...", dijo llorando la cuidadora.

'papá......'

Ella no pudo superar el shock. Aparte del prisionero rehén, no podía pensar en nadie más que pudiera cometer un acto tan violento y cruel.

Sólo por una llamada telefónica...

Baek Sa-eon no respondió a sus llamadas amenazadoras durante varios días. ¡Solo por esta razón, en realidad le sacó los molares a la gente...!

Los ojos de Hee joo se llenaron de ira.

"Bien......"

Las mejillas hinchadas de mi padre se contrajeron. Todavía estaba mirando impotente a cierto lugar vacío. De repente, sus labios secos se movieron. Se inclinó bruscamente hacia adelante y acercó la oreja. "Llamar...teléfono...teléfono..."

"...!"

"Hermana... llama..."

Una lágrima finalmente cayó de sus rígidos ojos. Ella colapsó en ese momento.

Sus pálidas mejillas colgaban fláccidas del asiento trasero del coche de policía. Su mente se quedó en blanco, medio confundida y medio entumecida.

No fue hasta que dos policías se sentaron en el asiento delantero que recordó su decisión de acompañarlos a la comisaría. Todo esto es el resultado de reacciones y respuestas mecánicas.

Su último recuerdo fue mirar a su padre, que se quedó dormido después de recibir una inyección de analgésico.

Miró por la ventanilla del coche y se frotó los dedos como para limpiarse la sangre. El olor a pescado que sólo ella podía oler hizo que se le revolviera el estómago.

"... ¿Eh? ¿Qué está pasando?" "¿Qué estás haciendo?"

"No, oficial Kim. No es nada". "Concéntrese en conducir".

Cuando el teléfono suenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora