Cuando el teléfono suena

Extra 21

«Sí, programé la cirugía sin tu permiso. ¿Por qué iba a tener un bebé contigo? ¿Por qué iba a hacer eso? ¿Qué se supone que voy a poner en el vientre de una chica bonita como tú? ¿Estoy loco?»

«Oh, oppa....»

Los hombros de Hee-joo temblaron ligeramente ante las duras palabras.

«Hong Hee, tú eres mucho más pesado e importante para mí que este mundo, así que ¿por qué.... tengo que dejar atrás mis sucios y monstruosos genes, ¡y encima tomando prestado tu barco!».

Gritó, incapaz de controlar sus emociones.

«¡Cómo podría hacerte eso sin volverme jodidamente loca!».

Hee-Joo se puso blanca como el papel.

«Soy sangre de Baek Chang-ho. Y soy su hijo. Mi sobrino. Ese bastardo de Baek Sa-eon. En realidad, era un monstruo.»

Habló como si estuviera liberando algo que había estado atado en secreto. Su amargura pinchaba a través de su piel.

«Un hombre que se suponía que debía ser tu marido, alimentarte sólo con lo bueno, darte sólo lo bueno. Qué demonios se supone que te deje, un niño, Hee-joo, ese tipo de temperamento viene de familia. Mi genealogía lo dice claramente».

La vergüenza brilló en su rostro exangüe. La voz que siempre había sido tan agradable de escuchar había sido desenterrada.

Detrás de su rostro perfecto y obstinado, escondía esta pesadilla. La garganta de Hee-Joo ardía como si se hubiera tragado un bulto caliente.

«Entonces, si nuestra hija, si hereda la sangre».

Apretó la mandíbula.

«¿Mato a mi hijo con mis propias manos, como Baek Chang-ho, a quien he odiado toda mi vida?».

«......!»

«¡Baek Chang Ho lo hizo por su honor y prestigio, pero yo...!»

Le dolía el hombro. Podía ver sus ojos vidriosos.

«No puedo soportar ver lágrimas en tus ojos. Si lloras, aunque sea un poco por el niño que te hice tener. No puedo soportarlo. Eres mi hijo, nada más, y eso es todo. No tengo familia que proteger. Eres suficiente. Eso es todo».

Sus ojos brillaron, peligrosos como cuchillas.

«Los padres de un monstruo están destinados a acabar siendo el mismo monstruo».

Hee-Joo se puso rígida como si le hubieran golpeado en la cabeza, las palabras que escupió tan profundas, tan oscuras. Observó distante cómo sus hombros, gruesos como un muro de hierro, temblaban ligeramente.

Yo era un idiota....

Cuando sonreí ampliamente al cochecito. No sé lo que se siente al ser blanco, y ni siquiera lo sabía....

Ella extendió lentamente la mano y tiró de él en un frío abrazo.

«No quiero esa cosa peligrosa en tu cuerpo, no me lo imagino».

Él enterró la cabeza en la nuca de ella.

Veo la verdad de la mentira.

Era la oscuridad de la lengua blanca, o tal vez la verdad, sus propias dudas e inseguridades.

Una pesadilla que llevaba arrastrando desde los días más oscuros. Hee-Joo apretó los ojos.

Ah, debía de ser éste, el secreto que Baek Kyu-eon intentaba ocultar desesperadamente....