Cuando el teléfono suena

Extra 11

La atmósfera entre ellos era gélida, inusual para una pareja que hacía mucho no se sentaba cara a cara. En la mesa, situada en extremos opuestos, los únicos sonidos que se oían eran los ruidos metálicos de los cubiertos.

Tres años de matrimonio arreglado, y dos años desde que se volvieron a casar con la misma persona.

El hecho de que ya llevaban seis años juntos no aportaba calidez alguna a su cena, que resultaba tan insípida que ni siquiera se podía distinguir si lo que estaban masticando era carne o goma.

A pesar de todo, Baek Kyu-eon mantenía su impecable postura característica, utilizando los palillos de manera impecable. Había recibido una educación estricta, por lo que nunca hacía ruido al chocar los utensilios ni al masticar los alimentos.

Frente a él, Hee-joo, sin decir palabra, lo observaba con frustración mientras él seguía fingiendo ignorarla deliberadamente. Su hogar, que se suponía era de recién casados, era tan silencioso como un acuario.

"¿No tienes nada que decirme?"

De repente, los palillos de Baek Kyu-eon se detuvieron. Sin cambiar su postura rígida, alzó los ojos y la miró directamente.

Hee joo mordió el interior de su mejilla, haciendo un llamado silencioso con sus ojos llenos de lágrimas contenidas. Al notar su mirada cargada de emociones, las cejas de él se alzaron con un movimiento apenas perceptible.

Poco después, Baek Kyu-eon empujó la silla hacia atrás con un ruido estridente y se levantó abruptamente.

"Ni siquiera dices que disfrutaste la comida ahora..."

Su voz, cargada de un claro tono de reproche, flotó en el aire. Ante esto, Hee joo no pudo evitar estremecerse.

Reprimiendo el impulso de llorar, pensó: ¿Cómo llegamos a este punto? Y con las manos se cubrió el rostro.

"Oppa, has cambiado..."

El silencio entre ellos se había prolongado ya por tres días.

Mi esposo está actuando extraño.

Parece como si estuviera afligido por un mutismo repentino, incapaz de abrir la boca.

Todo comenzó hace apenas unos días...

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El sol que caía directamente era agradablemente cálido.

Cuando se encontraron después de mucho tiempo en la terraza de un café, Hong in-ah no pudo evitar lucir su aspecto desaliñado, como siempre. La vida de reportera debía ser realmente dura. Hoy, también, bebió rápidamente su americano.

Luego, dejó escapar un suspiro, recostándose en la silla, y con los ojos entrecerrados, observó a Hee joo de arriba a abajo.

Su rostro delicado, el simple conjunto de dos piezas sin ningún patrón, y el pequeño pendiente ajustado a su lóbulo, todo parecía captar la atención de Hong In-ah

Pero, con su personalidad tan reservada, era improbable que ella misma hubiera decidido arreglarse tanto frente al espejo. Era evidente quién le habría dado el regalo sin necesidad de preguntar. In-ah soltó una carcajada.

"¡Vaya, nuestra pequeña ahora parece toda una señora!"

"Unni..."

Las mejillas de Hee joo se tiñeron de rojo.

"En serio, ¿ustedes dos ni siquiera pasan por la fase de monotonía?"

In-ah se rió como un hombre mayor, frotándose la barriga.

Recientemente, se había revelado que la cuñada del congresista Baek Kyu-eon, quien había sido elegido con el ferviente apoyo de los jóvenes, era la periodista de sociedad Hong In-ah. Tras ser injustamente trasladada a la sección de entretenimiento, finalmente había regresado al departamento político hacía ya tres años y medio.