15- Paciencia.

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La noche continuó entre risas y charlas mientras la fiesta comenzaba a calmarse. Las luces cálidas iluminaban el jardín, ahora lleno de pequeños grupos de invitados disfrutando de los últimos momentos del evento. El aire, que había sido fresco desde el inicio, se volvió más frío, haciendo que Haein se abrazara a sí misma para mantenerse cálida.

Yeonjun notó el gesto y, sin decir nada, se quitó su abrigo oscuro, colocándolo suavemente sobre los hombros de ella.

—¿Mejor? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia ella.

Haein levantó la mirada, sorprendida por el gesto.

—Gracias... pero no quiero que pases frío tú.

Yeonjun negó con una sonrisa tranquila.

—Estoy bien. Además, tú eres la invitada especial. No puedo dejar que te congeles.

Ella lo miró con gratitud mientras ambos se sentaban en un banco del jardín. El ambiente era tranquilo, y los sonidos de la fiesta se sentían lejanos, como si estuvieran en un rincón privado del mundo.

Yeonjun se apoyó en el respaldo del banco, observando el cielo nocturno. Después de un rato de silencio cómodo, notó cómo Haein empezaba a mover sus manos bajo el abrigo para calentarlas.

—Ven aquí —dijo de repente, extendiendo sus brazos hacia ella.

—¿Qué? —preguntó Haein, confundida.

—Hace frío, y aquí estoy yo, cálido y disponible.

Haein lo miró con una mezcla de incredulidad y timidez.

—No puedo... sería extraño.

Yeonjun levantó una ceja con diversión.

—¿Extraño? Hemos pasado toda la noche en situaciones más raras que esta. ¿Qué diferencia hace?

Antes de que ella pudiera protestar, Yeonjun la tomó suavemente de la mano y la guió a sentarse en su regazo.

—Así está mejor, ¿no? —preguntó mientras acomodaba el abrigo sobre ambos, asegurándose de cubrirla completamente.

Haein, demasiado consciente de su cercanía, evitó mirarlo directamente mientras asentía lentamente.

—Sí... supongo que sí.

El calor de su cuerpo comenzó a relajarla, y el sonido constante de su respiración, junto con el ligero movimiento del pecho de Yeonjun al respirar, la hizo sentirse extrañamente segura.

—Hoy ha sido... interesante —murmuró Haein, su voz apenas audible.

—¿Interesante en buen sentido o en mal sentido? —preguntó Yeonjun, inclinando la cabeza para observar su expresión.

Haein sonrió ligeramente, apoyando la cabeza en su hombro casi sin darse cuenta.

—En buen sentido.

Yeonjun dejó escapar una pequeña risa, satisfecho con la respuesta.

Con el paso de los minutos, el cansancio comenzó a vencerla. El calor del abrigo y la cercanía de Yeonjun crearon un refugio que contrastaba con el frío de la noche. Sin darse cuenta, sus párpados comenzaron a cerrarse, y su respiración se volvió más lenta y profunda.

Yeonjun se dio cuenta de que Haein se había quedado dormida cuando sintió el peso de su cabeza apoyándose por completo contra él. La miró con ternura, notando cómo las luces del jardín resaltaban los rasgos suaves de su rostro.

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