Capítulo 7. Young Volcanoes.

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El ruido no terminó cuando Jess apagó su despertador ya que, como todos los días, tenía una melodía arraigada a la cabeza. Pensándolo mejor, el ruido nunca se acababa.

Se apartó el cabello de la cara sólo para encontrarse con un espectacular rastro de saliva seca. Inmediatamente fue consciente de la incomodidad que crecía en ella pues el día anterior no había corrido. Gruñendo como oso hambriento se dirigió hacia la ducha en modo zombi. Pero verán, esto es lo que sucede con las chicas en las mañanas: pueden despertar luciendo como un extra de The Walking Dead y media hora después lucir más frescas que una lechuga. Es por eso que, al salir de la ducha, Jess rezó para no haber lucido la mitad de mal de lo que Gerson lucía en ése momento.

- Estúpidas canciones clásicas –rezongaba mientras libraba una especie de batalla contra las sábanas-. Estúpido Erik Satie, estúpido impresionismo.

- Tienes la pinta de haber estado hibernando tres ciclos completos –rio Jess mientras se enfundaba unos jeans-. Pero si lo piensas un poco todo esto de lavar el baño por un mes tiene su lado bueno. Me refiero a que serás como Cenicienta, claro que sin la parte del vestido glamuroso y del príncipe encantador.

- Me siento como si me hubieran pasado 7 tractores por encima –se quejó Gerson mientras caminaba hacia el baño.

- Sólo recuerda que el hombre de tus sueños te espera y que tienes que lucir linda para él.

Sólo obtuvo como respuesta el azotón de la puerta.

Su excursión hacia la cocina fue interrumpida por la melodía del opus No. 77 del concierto para violín en Re Mayor de Brahms. Miró la pantalla de su celular, la cual rezaba: "Llamada entrante: Clara".

- ¿Jessie? ¡Por Dios, siento que no he hablado contigo desde que el último disco de Justin Bieber salió! –exclamó la chica al otro lado de la línea.

La pelirroja sonrió.

- Lo sé. Prometí que te llamaría, pero se me había olvidado por completo. Lo siento. En fin, ¿cómo están todos por allá?

- Genial. Es decir, lo mejor que podemos estar sin ti, todos te extrañamos mucho. Kels no puede dejar de hablar de lo épico que era cuando estábamos las tres juntas.

- Claro que lo era. Pero, oye, es seguro que las veré cuando vaya por allá de vacaciones.

- Por supuesto, e iremos a ése lugar en donde servían helados del tamaño de bolas de boliche. Jesús, te juro que me estoy esforzando por controlar mis hormonas y no echarme a llorar.

Jess la entendía al cien por ciento. Había dejado atrás a varios amigos en Baton Rouge, pero las más cercanas siempre habían sido Clara y Kelsey. Todo el tiempo estaban haciendo fiestas de pijamas y hablando sobre el "maravilloso" novio de ésta última.

- Entonces, ¿cómo está Mark? –preguntó Jess después de unos segundos, sorprendida de haber preguntado más por llenar el silencio que por interés auténtico.

- Oh, vaya... pues Kels y él ya no están juntos. Ella pretende no estar considerando tirarse de un puente, pero sé que está desecha. Al parecer el idiota decidió jugarse la vida yendo tras Courtney. ¡Courtney! ¿Puedes creerlo? ¿Qué clase de enfermedad mental hace que te quieras enredar con la parodia de Britney Spears? Me refiero a que cuando yo me enteré quise arrancarle su estúpido cabello teñido con mis propias manos.

- Vaya, eso es... malo. Terrible, quiero decir.

Pero sólo significaba eso: algo malo. De haber estado ahí habría sido desgarrador, una total tragedia. Pero estando en Nueva Orleans, tan lejos de todo aquello, sólo podía ser eso. ¿Por qué no podía sentirse devastada? De haber estado en Baton Rouge, tenía por seguro que Kelsey habría estado llorando sobre su hombro mientras veían una película y comían palomitas como si fuera el único recurso alimenticio disponible en la tierra.

The Faker.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora