Capítulo 1. It's a hard life.

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Déjame hacerte una pregunta: si pudieras cambiar quién eres, ¿lo harías?

La verdad es que no era necesario preguntar, porque sé que la respuesta es no. Seas quien seas, algo tienes de maravilloso. Y si no has encontrado ése algo, sólo búscalo y verás que aparecerá.

Pero me estoy yendo por las ramas del árbol. El punto era que tienes que estar de acuerdo conmigo cuando digo que sería divertido. Si llegaras a un lugar en donde nadie te conoce, ¿no te gustaría al menos intentar ser alguien diferente? Sería como una especie de experimento, sólo para ver cómo resulta. Vamos, sabes que te gustaría, aunque sea sólo un poco. En fin, eso es por lo que no puedes juzgar a Jessica. No puedes juzgar su plan, porque era precisamente ése.

- Niño, ¿ya tienes todo? -le preguntó esa mañana (la mañana desde la que comenzaría su nueva vida) a su hermana pequeña, Gerson.

- Me parece que sí -respondió Gerson ignorando el "niño" de parte de su hermana.

- ¿Y qué esperas para llevar las cajas al piso de abajo? Se supone que los niños son fuertes, deberías poder cargar al menos una -Jess alzó las cejas con sorna.

- ¿Sabes? Puede que yo tenga nombre de niño, pero al menos fui planeada -se mofó la otra, cruzándose de brazos.

- Fuiste planeada porque nuestros padres esperaban otra hija tan maravillosa como yo, pero como ya sabes, se llevaron una decepción. Así que se desquitaron al ponerte el nombre. No te preocupes, todos sabemos que no es tu culpa que la noche en que te hicieron no tuvieran tantas ganas.

- Ew, estás enferma -Gerson arrugó la nariz al tiempo en que su madre entraba en la habitación.

- Enfermas las pondré si no comienzan a subir las cosas a la camioneta -informó ésta mientras recogía una de las cajas. No tenía cara de estar bromeando.

- Ya escuchaste, campeón. Tú toma la caja de los peluches y yo llevaré las maletas -ordenó Jess.

Debo decir que las órdenes de Jess nunca sonaban muy convincentes debido a que siempre tenía el tono de voz que tendría alguien que es a)un hippie muy feliz o b)un drogadicto. Con esto quiero decir que la voz de Jess eran tan dulce como la jodida miel. Excepto cuando estaba enojada. Cuando se enojaba debías correr porque tenías en frente al infierno convertido en persona.

De cualquier manera, Gerson obedeció y quince minutos después la camioneta familiar estaba a punto de reventar debido a tantas cajas, maletas y bolsas, a pesar de que se supone que sólo llevaban las cosas "esenciales". Hay que tener en cuenta que para Gerson, una pre adolescente, prácticamente todo era esencial. Y bueno, las 4 cajas de libros de Jess no ayudaban.

- Esperen, creo que he olvidado algo -dijo ella mientras regresaba rápidamente a su habitación.

Y esa cosa que había olvidado era despedirse. Para alguien tan sensible como Jess no era fácil dejar la casa en la que había vivido toda su vida. Al ver las escaleras casi podía ver a una Gerson de 6 años jugando emocionada con Joy, su perra, y al ver el baño casi podía ver a su madre curándole las heridas en las rodillas mientras ella gemía debido al ardor que le causaban los raspones que se había dado andando en su preciada bicicleta rosada y con una campanita en el manubrio (que años después había sido prácticamente violada por un automóvil que pasaba con un poco de exceso de velocidad).

Cuando Jess se había enterado de que iban a mudarse a Nueva Orleans había querido partirle la cara al jefe de su padre. Había tenido ganas de romperlo todo y de subirse por las paredes a arrojarle cera caliente al rostro de cualquiera que se le acercara. No había querido hablar con nadie por dos días, a excepción de Gerson. Estaban en eso juntas. En realidad siempre estaban juntas en todo. Estuvieron juntas en cada cumpleaños, en cada campamento familiar, en cada drama, y estuvieron juntas cuando aprendieron que nadie nunca había dicho que la vida era justa.

The Faker.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora