Era de esperarse que Jess se sintiera perdida y desubicada. Es decir, era la primera vez en su vida en que no todo estaba en su sitio, y en su lista de cosas que no estaban en su sitio ella era la primera. Jess pertenecía a Baton Rouge, con sus amigos, en donde podía fingir que nada estaba mal en el mundo porque, de verdad, en el suyo nada lo estaba.
Pero dejando eso de lado, tengo otra pregunta para ti. Si fueras a cambiar quién eres, ¿en qué te convertirías?
Jess estaba determinada en transformar cada partícula de su ser en la de una chica ruda. Pero, pensemos, ¿cómo mierda luce una chica ruda? Nuestra querida protagonista se imaginaba a sí misma vestida de negro, con el pelo rizado sobre sus hombros, rímel y labios rojos. Tienen que disculparla por el cliché.
Su madre siempre le decía que en vez de quejarse de la oscuridad debía encender una vela, así que eso estaba por hacer. Sin embargo, Jess se había topado con unos cuantos problemillas. Primero: no tenía el pelo rizado. Segundo: la apariencia no es todo en lo que la gente se basa. Cuenta, siendo realistas, pero no lo es todo. ¿Cómo demonios iba a actuar como una chica ruda si todo el tiempo era tan dulce? ¿Y cómo le iba a explicar a su familia el cambio repentino? Con Gerson no habría tanto problema (eso sin tener en cuenta el dramatismo con el que lo iba a tomar todo), pero no podía decir lo mismo de sus padres. Iba a ser especialmente difícil explicarle a su padre por qué la niña de sus ojos se había convertido en algo totalmente diferente. Pero bueno, todos los planes tienen su punto débil, incluso los de Dora la Exploradora.
El segundo día de su nueva vida comenzó como cualquier otro. Despertó con la melodía de "These Streets", de Bastille, en la mente. Se duchó, se vistió como todos los días y desayunó con su familia. Gerson no dejó de hablar acerca de lo emocionada que estaba porque el siguiente día, lunes, sería el primer día de clases en su nueva escuela. Y como Gerson era la reina de las reinas del drama, lo único que logró fue poner de los nervios a Jess. Ésta no pudo evitar hacer otra cosa que notar lo normal que parecía todo y sin embargo lo diferente que se sentía. Su padre se reía de Gerson, los ojos de su mamá brillaban y su hermana sonreía. Luego se dio cuenta de que el problema era ella. Todo era diferente porque por algún motivo se sentía fuera de lugar. Todos, alguna vez, hemos pasado por un sentido de no-pertenencia. En ese momento, Jess se sentía como la quinta cuerda de un violín. ¿Por qué todos parecían estar tan contentos? ¿Nadie lamentaba haber dejado absolutamente todo atrás? ¿Era sólo ella la que sentía un hueco en el estómago? Por primera vez en toda su vida, Jess se sorprendió pensando en la mierda que era todo.
- Oh por Dios, no tengo ni la más mínima idea sobre qué usaré mañana. Estaba pensando en una falda... -decía Gerson.
- No muy corta -la interrumpió Dave.
- ... y una blusa amarilla. -terminó la pequeña ignorando el comentario de su padre.
Jess se levantó y dejó los platos sucios en el fregadero.
- ¿Puedo salir un rato? Quiero hacer unas cuantas compras. -preguntó ya a medio tramo de las escaleras que iban hacia su habitación.
- Claro, cariño -respondió su padre, sonriéndole.
- ¡Pero tienes que ayudarme a terminar de desempacar! ¡No puedes negrearme y esperar que termine de hacerlo todo yo! ¡Tienes ochenta kilos de libros! -chilló Gerson.
Si bemol, registró Jess. Gerson siempre chillaba en la tonalidad de Si bemol. Lo hacía tan agudo como su violín.
- Sólo serán un par de horas. Regresaré pronto, lo prometo -contestó con la misma voz calmada de siempre.
Ése iba a ser otro detalle que ajustar: no podía usar su tono amable y tranquilo de siempre. Pasó por su mente que, de verdad, todo eso iba a ser cansado. Nadie había dicho en toda la historia de la humanidad que cambiarse a sí mismo era pan comido.
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The Faker.
Teen FictionÉrase una vez un chico con pecas que escribía y que después existía. Érase una vez una chica con cabello del color del amanecer que tocaba mejor de lo que respiraba. Él había aprendido que destruir cosas era más fácil que construirlas. Ella iba a a...