El tarareo rítmico solía ser un acompañamiento en sus deberes como celador, el mismo tarareaba melodías pegadizas cuando pasaba en sus rondas por los pasillos grises o al ir y venir con alguno de los idiotas encerrados aquí. A veces el tarareo salía de alguna de las celdas con palabras delirantes de quien ocupaba ese espacio, pero estaban los tarareos de Lecter. Esos no solían ser buenos para ellos. al menos no para Chilton, según Barney. Hoy, Lecter tarareaba alguna tontería que no parecía pertenecer a una canción pomposa, de pie junto a la puerta con una mirada en Lecter mientras Barney limpiaba la celda de quien fue el más temido asesino en serie, se dio cuenta que Barney parecía mas tenso de lo habitual, y cuando su compañero alzo la mirada se veía preocupado. Lecter se detuvo y dejo que Barney lo moviera luego salieron de la celda, con Barney llevando algo en las manos. Lecter sonrió cuando le quitaron las esposas y dio un paso lejos del cristal.
-- ¿A leído alguna vez a Gustavo Adolfo Bécquer, Barney?-- hizo una mueca que intento ocultar de Lecter, ese tipo no solía reparar demasiado en su presencia, era Barney quien siempre cuidaba de Lecter y a quien Lecter toleraba. Claro, en estos días hubo alguien más a quien Lecter parecía más que tolerar, ese aprendiz del FBI Will Graham. Lo había investigado, y resulto ser bastante interesante más allá de su cara bonita.
--No, Doctor Lecter, no he leído nada de él-- Barney estaba tenso aún, el agarre en la bolsa se apretaba y soltaba como si fuera un tic.
-- Bécquer fue un poeta y narrador español del Posromanticismo, era famoso en vida, pero como sucede siempre en estos casos, solo en muerte llego al esplendor de la fama y reconocimiento-- Lecter se paseo por su celda, observo los lugares donde Barney limpio y solo dio una mirada breve a la bolsa en la mano de Barney, como si no le interesara realmente.-- Escribió uno en particular Rima LIII, últimamente pienso mucho en ese poema, quizá el señor Brown también piense en el cuando lo lea, le invito a hacerlo.
Con esas palabras de mierda, el Doctor comenzó el tarareo de nuevo.
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Hubo una ligera sacudida cuando la camilla de transporte del Doctor Lecter cruzo el umbral de la celda. Lecter no parecía sorprendido ante la presencia de Chilton, quien parecía mas que engreído viendo el estado desnudo del lugar, habiendo pasado ya tres días de la limpieza que Barney hizo en la celda la presencia de Chilton tenía algunas rezones de ser.
Claro, eso no hizo que la disposición de Lecter ante la presencia de Chilton fuera mejor. Chilton acabó de leer el más reciente intercambio de impresiones del Doctor Lecter con los Archivos de Psiquiatría. Arrojó las cartas al catre y salió dela celda. De la máscara que siempre debía tener Lecter cuando salía de su celda, surgió un destello cuando los ojos de Lecter le siguieron, sin que la cabeza del psiquiatra perdiese ni un instante su inmovilidad. Como lo haría un cocodrilo acechando en la quietud de un pantano.
—He pensado que el Señor Graham trataría de averiguar si la muerte de Miggs había conllevado alguna violación de los derechos civiles, de modo que he decidido escuchar —declaró Chilton—. Hacía años que no oía su voz, Hannibal; la última vez debió ser cuando, deliberadamente, contestó equivocadamente a las preguntas de mi cuestionario, dejándome en ridículo ante toda la profesión en los artículos que publicó en la Revista de Psiquiatría. Cuesta creer que la opinión de un recluso tenga tanto peso entre los miembros de la comunidad científica, ¿verdad? Pero yo sigo aquí, y usted también.
El doctor Lecter no se dignó contestar. Pero hubo un destello en la mirada del Doctor que Chilton no percibió.
—Años de silencio y de pronto Jack Crawford le envía a ese chico y se pone usted a temblar como un flan de gelatina, ¿no es así? ¿Qué es lo que le ha derretido, Hannibal? ¿Esos redondos ojos de cierva? ¿El ajusto de los pantalones en su espalda baja?-- Chilton se detuvo con una sonrisa burlona, sin darse cuenta de la ira que se gestaba en la mirada del Doctor Lecter-- Esa chico es tan... anodino, ¿no le parece? Distante y maravilloso, como una puesta de sol invernal; ésa es la imagen que me viene ala mente cuando pienso en él.
El Doctor Lecter pensó que Chilton era tan insulso y equivocado ante la verdadera naturaleza de Will Graham, pero decidió mantener tales pensamientos para el mismo.
--Ya sé que hace mucho tiempo que no ve usted una puesta de sol invernal, pero, créame, es lo que ese chico sugiere. »Tan sólo le queda un día más con él, Hannibal. Luego, del interrogatorio se va a encargar Homicidios de Baltimore. Ya están atornillando una silla para usted en la sala de electrochoque. La silla está provista de un orinal, para su mayor comodidad y la de ellos cuando conecten la corriente. Yo quedo al margen; no me enteraré de nada.
Hubo una pausa, quizá Chilton pensó que obtendría más que silencio del Doctor Lecter, pero tal pensamiento, si es que existió, encontró su final en la decepción.
»¿Se da usted cuenta de lo que estoy diciendo? Lo saben, Hannibal. Saben que usted sabe perfectamente quién es Buffalo Bill. Piensan que probablemente lo atendió usted en su consulta. Debo darle crédito a Graham, a estado bastante paranoico con respecto a sus entrevistas, incluso llegando a usar la sala privada con usted. Un chico astuto, ¿no lo cree? Pero solo basto unas cuantas llamadas, y escuchar un poco su ultima conversación.
Chilton saco una pequeña grabadora de su bolsillo del pantalón, agitando el aparato al aire y la hizo funcionar:
»Tengo una propuesta para usted.
»Es encantador, ¿Leyó usted esto, Will?
»Si lo hice, también verifique el lugar donde usted podría ir.
El Doctor Lecter aun no mostraba ningún tipo de emoción en su mirada y Chilton pensó por un momento en quitar la mascara del rostro de Lecter, pero se abstuvo, el Doctor Lecter se decepciono ante eso, estaba esperando poder ver de cerca el azul de las venas en los antebrazos de Chilton.
—Yo sé muy bien lo que a usted le da miedo, Hannibal. No es el dolor, niel sufrimiento, ni la soledad. Lo único que no puede soportar es la indignidad; en eso se parece usted a los gatos. Yo estoy moralmente obligado a cuidar de usted, Hannibal, y siempre lo he hecho. Por mi parte, en nuestra relación jamás han intervenido factores ni consideraciones de tipo personal. Y en este momento estoy cuidando de usted.
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La ira del cordero
FanficUna reescritura del Silencio de los Inocentes. Will Graham es un estudiante de la Academia del FBI con un historial en Homicidios. Crawford se interesa en el joven aprendiz y lo envia a Hannibal Lecter; el provinente asesino en serie Caníbal captura...