Loona estaba sentada en el sofá de aquel pequeño departamento, ajustando las cuerdas de su guitarra con delicadeza. Mientras la hacía, no pudo evitar recordar con nostalgia el día en que Blitzø se la había regalado. Había sido hace años, como conmemoración del segundo aniversario de su adopción. Para muchos, podría parecer sólo un instrumento cualquiera, pero para ella, era un tesoro, cargado de significado y aprecio.
El momento de tranquilidad se vio interrumpido cuando notó de reojo que alguien se acercaba. Al levantar la mirada, vio a Cami: una sabuesa ligeramente más baja que ella, de hocico alargado, con un pelaje y melena castaña que le daban un aire cálido y amigable. Cami sonrió con naturalidad y le extendió una lata de cerveza.
Loona la aceptó gustosa, asintiendo en agradecimiento, mientras que la castaña se sentaba a su lado. Poco después, Enzo, un sabueso con la apariencia de un dóberman, tomó asiento en la silla contigua, y finalmente apareció Danne, una sabuesa que resaltaba por su pelaje blanco y esponjoso, que recordaban al de un samoyedo. Llevaba una charola de botanas, que dejó sobre la mesa de centro antes de acomodarse en un sillón individual cercano.
La tarde transcurrió entre risas y una conversación relajada. Los cuatro sabuesos compartieron anécdotas de la semana: Cami hablaba de sus vivencias académicas; Loona relataba las locuras de su trabajo; y Enzo, con cierto orgullo, contaba detalles sobre su vida de pareja. Era una rutina habitual cada fin de semana, cuando todos se reunían para desconectarse del caos de sus vidas diarias.
Sin embargo, ese día había algo especial, y Danne no tardó en revelar el motivo principal de la reunión.
—Oigan, ¿qué creen? — dijo la sabuesa de pelaje blanco mientras se levantaba de su asiento. Se aclaró la garganta como si fuera un presentador a punto de anunciar algo grandioso. — ¡Al fin conseguí un lugar en el que vamos a poder tocar!
Su tono entusiasta rebosaba de emoción, y la noticia alegró al resto del grupo de inmediato.
—¡Guau, ¿es en serio, Danne?! —exclamó Cami, sus ojos brillando de incredulidad y emoción.
La mencionada asintió con una sonrisa orgullosa.
—Sip, pero eso no es lo mejor — dijo, dejando un toque de suspenso en su tono. — Verán, normalmente debutaríamos en algún bar de barrio bajo, como banda de tercer nivel, pero gracias a unos contactos... ¡vamos a presentar nuestro espectáculo en el anillo de la Gula! Específicamente, en una de las fiestas de Bee-lzebub.
La declaración dejó a todos boquiabiertos.
—Primero, ¿cuándo tocaremos? Y segundo, ¿a quién le tuviste que lamer los huevos para que nos dieran esa oportunidad? — preguntó Enzo, con los ojos tan abiertos como platos y un tono sarcástico e incrédulo.
Danne alzó las garras, intentando calmar los ánimos antes de que las cosas se salieran de control.
—A ver, a ver, tranquilos. Primero: vete al carajo, Enzo —respondió con una mueca de molestia, mostrándole el dedo medio—. Y segundo... ¡tocaremos en la fiesta del sábado!
Loona casi se atragantó con la cerveza que estaba bebiendo, mientras los ojos de Cami y Enzo parecían a punto de salirse de sus cuencas. ¿Hablaba en serio? Sí bien Danne solía hacer ligeras bromas de vez en cuando, no solía hacer de este tipo, por lo que aun así el escepticismo flotaba en el aire.
La sabuesa de cabello plateado cuestionó la veracidad de sus palabras, a lo que Danne, con un gesto de falsa indignación, juró que no estaba mintiendo. Para despejar cualquier duda, sacó un contrato que había llevado consigo. En él aparecían dos firmas: una de ellas era desconocida para todos en la sala, pero la otra era inconfundible. Era el sello oficial de la mismísima "reina abeja": Bee-lzebub.
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"Corazones Sanados" -Un Fanfic de Helluva Boss-
Fiksi PenggemarEsta historia empieza con un joven recién salido de la carrera de medicina que, durante la fiesta de graduación, recibe un fatídico disparo. Al despertar se percata de que ya no estaba en el salón de eventos, sino que en un callejón en nada más y na...