{EXTRA} [Dieciseis] "Papi"

54 4 2
                                    

--¡Oh, pero claro! Estaba claro que ahí no iba a terminarse todo. Hay personas más porculeras que otras.

--¿Qué es "porculeras", mamá?

Aquella vocecilla me detuvo. Si de algo podia estar seguro era de no haberme equivocado ni un poquito en cada una de mis decisiones por mucho que hubieran dolido. No me habían hecho falta más que diecisiete y un par de palos más para empezar a pensar que posiblemente sin ellos ahora no tendría aquella llave en las manos, ni aquel cansancio que me estaba agarrotando los músculos de los hombros, ni aquella desordenada habitación principal por la que yo me estaba arriesgando a pasar, sin luz, a fin de no asustar a nadie con el destello. Los juguetes crujian cuando los movia con el pie por el suelo, asi que si no me habían notado ya, dificilmente podría asustar o inmutar a alguien por muchas luces que encendiera.

--Ser porculero es... lo que hace tu padre, pero sin sonreir.

Negué con la cabeza. Aquella mujer me mataría un día de estos.

--¿Papá es un porculeras?

--¡No...! --se detuvo--. Bueno... . A veces.

A veces no tomabamos consciencia de cuanto cambiaba una vida con según qué ingredientes hasta que no te encontrabas con la luz apagada espiando detrás de una puerta como si aquello fuese ético, moral, o simplemente lo que deberia estar haciendo. Aquella niña se había llevado mis horas de sueño, mis suspiros y gran parte de mi tiempo para aburrirme. Y lo peor de todo era cuando su madre amenazaba con hacer lo mismo. Quizás no ahora, ni en este mes, pero tenía la corazonada de que lo haría. Tarde o temprano.

¿Y si estaba loco por pensar que no me importaba lo más mínimo?

--¿Y por qué no sigues leyendo?

--¿Y quitarte de golpe esa intriga que te está carcomiendo? --se rió, suavemente, terminando de peinar su pelo ondulado y castaño igual que el suyo--. Yo no soy así.

--¡Se lo diré a papá! --se quejó, señalandola con su pequeño dedo, mientras su madre cerraba el libro y le enseñaba la lengua sin importarte en lo más absoluto su amenaza--. ¡Te dejará sin cenar!

--Tengo dinero para pedirme una pizza --contraatacó--. Soy una mamá, ¿Te acuerdas?

--Le diré que has sido mala --murmuró, cruzandose de brazos --, y ya no te quierer... quir... ya no te dirá más que te quiere.

--¿Si? Pues yo le diré que esta tarde has dicho lo feo que se pone cuando se enfada.

--¡Jo! Te dije que era mentira.

--¡Lo que se dice merendando no se inventa! --canturreó sin dejarla hablar--. Verás. Verás cuando se lo diga...

Otras simplemente deseas no haber aparecido. Quizás por que lo que deberias no.haber escuchado no es tan bueno como esperabas o igual por que tal vez no estaba hecho para espiar detrás de las puertas cuan ninja experimentado. Era un amateur en aquellos casos. Y el trabajo en el que me habían formado no iba a servirme de demasiado en aquel momento. ¿Resentimiento? ¿Donde?

--Pues yo le contaré el secreto --fue lo que me puso en guardia. Mi mujer se congeló.

¿Qué niño no había soñado con poder leer mentes alguna vez en su vida? Había demasiadas miradas que mataban y no precisamente de amor. Aquella era una de las que odiaba con todas mis fuerzas. Su brillo se le caía al suelo mientras se pensaba qué decir para arreglarlo; me había visto encender la luz inconscientemente con la palma de mi mano.

--¿Donde lo habíamos dejado? --sus dedos le temblaban-- ¿En qué página?

--tiene mi papel rosa --sonrió la niña--. Ahí --señaló con impaciencia.

1001 Historias de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora