˜"*°•.Mi Maldición; Ojos lilas𓂀.•°*"˜

╰•★「18」

➢Falling for ya                                                                                                     °l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°l||l°

"El día comenzó como cualquier otro, pero algo se sentía distinto, demasiado para ser verdad.
No soy el tipo que se enamora solo por una sonrisa o por un hola. . . 
No suelo desmayarme, y aun así, creo que estoy viendo la luna."

───Ey, Duxo, ¿en qué piensas? No podemos ver la maratón de Spider-Man si sigues así───habló el híbrido, un tanto molesto.

───Perdón, Loco. . . pero creo que me estoy enamorando. . .

Locochon solo le lanzó una mirada de resignación. No tenía la paciencia para lidiar con un adolescente enamorado en ese momento.

───¿No me vas a decir nada?

───Nop

Rodó los ojos y subió el volumen de la película, fingiendo que no había escuchado nada.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

───Bueno, declárate de nuevo, pues.

Aquino rodó los ojos, recostándose sobre su cama mientras miraba la pantalla.

───Lo dices como si fuera fácil ───respondió con fastidio.

───No digo que sea fácil, pero ya me tienes harto ───Soarinng cruzó los brazos, inclinándose hacia la cámara.─── Cada vez que hablas de tu amor platónico, solo puedo pensar en el maullido de un gato.

Aquino frunció el ceño, confundido.

───¿Qué? ¿Qué tiene que ver un gato en esto?

───Pues. . . ¡MEOW MEOW! ───Soarinng imitó un maullido exagerado, agitando las manos como si fueran patas.

───Cállate, Soarinng ───bufó Aquino, cubriéndose la cara con una mano.

───¿Ves? Es tierno, pero molesto ───Soarinng sonrió con burla, viendo cómo Aquino se revolvía incómodo en su cama.

Aquino solo suspiró, resignado. ¿Por qué demonios había decidido contarle esto en primer lugar?

✄┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈

Desde aquella noche (el día de la fiesta), la relación entre Duxo y Aquino mejoró notablemente. Había momentos en los que solo existían el uno para el otro, y en esos instantes, todo parecía perfecto.

Llegar tarde a casa después de caminar sin rumbo, hacer llamadas hasta quedarse dormidos, burlarse de la altura del otro, tomarse fotos sin previo aviso o simplemente compartir un libro mientras descansaban juntos.

Pero quizá lo mejor de todo era cuando pasaban la noche en la azotea, donde la vista era única, como si fueran los únicos testigos de un mundo que brillaba solo para ellos.

───Sabes, amo venir a este lugar. Es tan lindo y tranquilo. . . ───murmuró Duxo, perdiéndose en la vista nocturna.

───Y a mí me agrada que me lo hayas mostrado. De hecho. . . ¿quieres? ───preguntó Aquino, sacando dos latas de su bolsillo.