Un joven de rizos castaños contemplaba la luna, esa luna tan brillante que parecía burlarse de su melancolía. Sentado en silencio, disfrutaba de la brisa nocturna cuando sintió una presencia a su lado. No necesitaba girarse para saber de quién se trataba. Era Duxo.
Ese chico que tanto había amado. . . y que, en el fondo, aún amaba. Pero era un sentimiento que llevaba tiempo intentando enterrar, convenciéndose de que ya no tenía cabida en su vida.
Aquino suspiró, manteniendo la mirada fija en Duxo, esperando—deseando—que dijera algo. Pero en lugar de palabras, solo vio cómo él cerraba los ojos, dejando que la luz de la luna dibujara su perfil con una delicadeza casi cruel.
Era tan Inexplicable.
Pero Aquino no estaba dispuesto a quedarse ahí por más tiempo. Se levantó con la intención de irse, de alejarse de todo lo que Duxo aún le hacía sentir.
Sin embargo, antes de dar un solo paso, sintió un leve tirón en su camisa. Algo—alguien—lo retenía.
───Duxo, suéltame.
El de tez pálida no respondió, ni siquiera levantó la mirada. Sus dedos seguían aferrados a la tela con una terquedad silenciosa.
Aquino sintió un nudo en la garganta; su voz tembló al volver a hablar.
───Por favor. . . No soy tu maldito juguete, no puedes simplemente tirarme cuando te aburres y luego volver como si nada.───Sus ojos ardían, su pecho subía y bajaba con fuerza───.No puedes aparecer después de ignorarme por dos años y esperar que todo esté bien.
Duxo apretó los labios, pero no lo soltó.
───Perdóname, Aquino. . . por favor, perdóname.
El castaño dejó escapar una risa amarga, sin emoción.
───No es tan fácil, Duxo. No sabes cuánto he sufrido por ti. . .
Duxo apretó los puños, bajando la mirada. Su voz tembló cuando respondió:
───¿Y crees que yo no lo he hecho? ¿Crees que yo no he llorado? ¿Crees que ha sido fácil?
Aquino lo miró fijamente, sintiendo cómo la rabia y el dolor se mezclaban en su pecho. Cerró los ojos con frustración, conteniendo las ganas de gritarle todo lo que había guardado durante esos dos años.
───Si de verdad me hubieras amado, no me habrías dejado de lado como si no significara nada para ti ───su voz tembló, llena de resentimiento───. Fui un estúpido esperando a que volvieras, buscando explicaciones, pero. . . nada. Solo vacío. Solo silencio.
Duxo sintió un nudo en la garganta. Quería hablar, pero cada palabra se le atascaba. No podía justificar lo que había hecho, porque no tenía excusa.
───Yo. . . no tuve opción ───susurró, con la voz rota───. No sabes todo lo que tuve que soportar. . .
───¡Entonces me lo habrías dicho! ───Aquino explotó, dando un paso hacia él───. ¡Me habrías buscado! ¡Me habrías dejado ayudarte! Pero en vez de eso, ¿qué hiciste? Me ignoraste. Me trataste como si no existiera.
Duxo sintió sus ojos arder. No podía mirarlo a la cara.
───Lo siento. . .
Aquino lo agarró de la muñeca, obligándolo a alzar la vista.
───Si solo viniste a decirme eso, entonces vete, Duxo. Ya no me hagas perder más el tiempo.
El pecho de Duxo se encogió. Sus dedos temblaban.
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˜"*°•.Mi Maldición; Ojos lilas𓂀.•°*"˜
אקראי"¿𝘊ó𝘮𝘰 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘵𝘢𝘯 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 ú𝘯𝘪𝘤𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘵𝘶 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘤𝘪ó𝘯?". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edad de los protas: Aquino: 16 Duxo: 15 ...