Capítulo 18: ¿Cinco son multitud?

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Llegué a casa sintiéndome mal. El dolor de cabeza aumentaba a cada ruidito que escuchaba y mis manos todavía temblaban. ¿Por qué había reaccionado así sólo porque mis compañeros me habían pedido que les cantara? No tenía sentido en mi cabeza, pero la enfermera había dicho que sólo era un ataque de pánico y que regresara a casa. Llamé a Mark y a Matías para explicarles lo sucedido y para excusarme de no poder ir a las clases o al comercial aquel día. El chico de ojos azules sólo había respondido con palabras monosílabas y colgado de forma rápida. Me pregunté qué pasaba con él...
En cuanto a Matías, me había dicho que pasaría a verme.
Mis padres necesitaban seguir trabajando, así que no les había dicho nada y mis amigas me estaban mandando mensajes preguntando como me sentía.
Me recosté en el sillón frente al televisor y dejé caer mi bolso en el sillón de al lado.
Después de buscar el control remoto entre los cojines del sillón, encendí el aparato. En segundos, un anuncio de papas fritas apareció. Revisaba los canales sin mucho interés cuando el timbre de casa sonó. Supuse que era Matías, así que fui a recibirlo.
Pero cuando abrí la puerta, encontré a Patrick en el umbral. Su rostro estaba rojo por el esfuerzo y estaba sudando.
Mi rostro debió reflejar lo sorprendida que estaba, pues él rió.
-No me mires así, miedosa.-
Fruncí el ceño.
-No te miraré así cuando dejes de hacer este tipo de cosas. ¿Corriste de la escuela para acá?-
Ni siquiera lo había invitado a pasar, pero el entró de todas maneras. Tomó mi mano cuando cerré la puerta y me sentó en el sofá nuevamente.
-Si, eso hice.- Dijo serio, mirándome directo a los ojos.
-¿Por qué hiciste esa tontería? Hay taxis. ¿Lo sabias?-
El quarterback volvió a sonreír y apartó la mirada al televisor.
-¡Que chistosa! Ahora dime qué es lo que pasó hoy.
Suspiré y me recargué en el respaldo de cuero.
Al contarle la anécdota; Patrick sólo asentía en silencio, con el ceño fruncido y la comisura de su boca temblando.
Cuando finalmente lo dije todo, se levantó de un salto.
-No entiendo por qué la gente es tan mala. Lo que hicieron no estuvo bien.
Asentí y bajé la mirada a mi regazo.
-Sólo he estado algo presionada, no es nada para preocuparse.
-Lo que te pasó hoy, Larissa, es para preocuparse. Es una llamada de atención, así que; o les dices a los de la maldita compañía que se relajen un poco contigo, o voy yo.-
Lo miré atónita. ¿Quien de creía este patán? Mi sueño siempre había sido ser cantante, ¡y tenía al fin lo que quería! No podía quitarme por lo que había trabajado sólo por una caída. Si iba a cumplir mi sueño, necesitaba trabajar por el. Además, Mark y Matías contaban conmigo. Y mi madre y mis amigas me apoyaban.
-No lo haré y tu tampoco puedes hacerlo. ¡Por favor! Es la única posibilidad que tengo de volverme cantante y no quiero que se arruine. Te... Te lo ruego.
Me había levantado y lo había tomado de la playera, a lo cual había respondido tomándome de los hombros.
No me había dado cuenta, pero nuestras caras estaban a centímetros de distancia. Nos quedamos en silencio unos momentos; él, con los ojos fieros y apretando la mandíbula y yo, rogando con la mirada.
La tensión se fue relajando, como si estuviéramos cómodos al fin el uno con el otro. Bajó sus manos a mi cintura, lo cual me hizo estremecer, y reposó su frente con la mía.
-Te voy a proteger, ¿de acuerdo?-Murmuró con voz ronca. Asentí.- Y lo haré hasta que me pidas que no lo haga.
Tragué en gordo. ¿Por qué mis labios se sentían tan secos de repente?
-De acuerdo.-Susurré mientras cerraba los ojos. Sentí su respiración en mi cara; sabía que se acercaba cada vez más, como aquella noche en el club.
Pero, recordé toda la noche. El rescate de Jenn, la canción sobre el escenario y el beso. El beso con Mark.
Abrí los ojos y giré mi rostro, de modo que el me diera un beso en la mejilla. Cuando el se dio cuenta de lo que había hecho, sus ojos se oscurecieron de nuevo. Pero esta vez, había resignación en ellos.
-¿Quieres ver alguna película? Quizá estén pasando alguna por el canal 446.
Me aparté, sintiendo sus manos deslizarse por mi cintura para soltarme.
-Está bien.-Dijo el chico de cabellos miel.
Nos sentamos el uno junto al otro mientras veíamos una película cómica.
¿Por qué había sentido ganas de besarlo? Esto no estaba bien. A mi me gustaba Mark. Sus ojos, su personalidad, su media sonrisa...
Pero... La tarde que había dejado a Patrick sólo en la acera, si había mirado atrás. Al dolido Patrick. Al protector Patrick. Al amable Patrick...
Es un mujeriego. Dijo una parte molesta de mi subconsciente. La callé enfadada. ¿Cómo iba a ser un mujeriego este dulce chico?
Suspiré. Lo miré de reojo, estaba riendo por la película.
El timbre sonó nuevamente, alejando mis pensamientos.
Me levanté de un salto. Ese sí debía ser Matías.
Pero no.
Cuando abrí la puerta, me encontré a...
-¡Jenn! Y.. ¿Jake? ¿Qué hacen aquí?
-¡Vinimos a ver a nuestra mejor amiga, tonta!-Exclamó mi amigo de piel morena. Jenn sólo sonrió.
-¿Nos dejas pasar, Lari?
-¡Claro! Ahm... Patrick, este...
-Si, si. Ya sabemos que te gusta, ¿Dónde estaba la cocina? Ah, ya recuerdo.
Jake caminó derecho a la cocina, mientras Jenn y yo mirábamos a Patrick en el umbral de la sala, con ojos abiertos y una sonrisa en la cara.
¡Maldición, Jake!
-Hola, Patrick.-Saludó mi mejor amiga. El quarterback le sonrió ampliamente sin apartar la mirada de mi.
-Hola, Jennifer.
-¿También viniste a cuidar a mi amiga?
El tono de voz de la chica de cabello largo pareció sacarlo de su trance. La miró con reproche.
-¿Se van a quedar?
Ella asintió mientras me rodeaba el cuello con un brazo.
-Somos sus mejores amigos, ¿tú qué eres?
La tensión en el aire era abrumadora.
-¡Larissa!-Dijo Jake entrando a la sala.-¡Encontré papas y galletas! ¿Dónde guardas los refrescos?
-No hay.-Respondí con la voz ronca.
Al fin, mi amigo vio al alto y atractivo joven en mi sala.
-Hola, hermano. ¿CÓMO QUE NO HAY?
Todos reímos, excepto Jake. El parecía muy molesto.
-¡En toda casa debe haber refrescos! Pero... Supongo que me conformaré con agua de naranja.-
Asentí mientras el volvía a la cocina. Sonreí. Mi amigo acababa de salvar la situación.
-Jenn, estábamos viendo una película. ¿Nos acompañas?
Mi voz flaqueo en lo último pero, si ella se dio cuenta, no dio muestras de ello.
-Está bien. ¡Pido en medio!
Mi amiga y Patrick acababan de sentarse cuando el timbre volvió a sonar.
Más gente no, por favor.
Abrí la puerta y ahí estaban Matías y Mark.
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HOLA!!!! Siento mucho la tardanza, pero fue mi primera semana de clases y en serio necesitaba trabajar en ello. Pero, ¡Aquí está! Gracias por esperar y por votar y comentar y compartir. Los amo muchísimo, bye!

Sólo si te vas [En Edición♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora