Capítulo 9: ¡Mi culpa!

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—¡Una hora tarde!- Gritó el hombre de mediana edad frente a nosotros. Mark y yo habíamos llegado a las oficinas corriendo y de todas maneras ya era tarde. El chico de ojos azules me había avisado que su jefe no era una persona paciente como el Señor A; el hombre era severo y ruidoso, además de pervertido. No dudé ni un momento en posarme detrás de Mark en cuanto vi al hombre. Era regordete y me barría de arriba a abajo de manera sucia; pero en cuanto vio a Mark, me dejó de lado y comenzó a reñirlo a gritos. El chico emo mantenía la boca apretada en una fina línea y sus puños estaban apretados a sus lados dejando sus nudillos blancos.
-¿Cómo es posible que hayas llegado tarde cuando lo único que tenías que hacer era recoger a la chiquilla?-
Mark se encogió de hombros mosqueado.
-Me distraje en el camino de vuelta.- Respondió. Su jefe lo miró con el rostro rojo de la ira y me encogí más detrás de Mark. El chico tomó mi mano dándome ánimos.
-¡Fue mi culpa!- Repliqué caminando delante de ambos. Los dos me miraron sorprendidos y Mark intentó hacerme callar con un apretón de manos, pero le devolví el gesto y encaré a su jefe.

-Yo le dije que estaba hambrienta y que quería comer antes de venir; claro que no contaba con que hubiera un horario para llegar. Él sólo intentó cumplirme un capricho, señor.- Dije suplicándole con la mirada. Noté el peso de la mirada de Mark, pero me mantuve firme.

EL hombre exhaló pesadamente y asintió.

-Que no vuelva a pasar, Appleton.- Dicho esto, se marchó, no sin antes dirigirme una última mirada indecente. El chico que sujetaba mi mano me miró divertido.

-¿Por qué hiciste eso?-

Bajé la mirada a tiempo para que Mark no me viera titubear.

-Estabas en problemas y te quise ayudar.

-No estaba en muchos problemas; ya viste lo ruidoso que es. Sólo grita y amenaza, pero nunca pasa de eso.-

-Pero te veías molesto.- Repliqué. Mark me cogió la otra mano y la besó. Levanté la mirada sorprendida y lo vi sonreír dulcemente. Mi corazón dio un vuelco y sentí cómo me subían los colores.

-¿Notaste cómo te estaba mirando?- En su voz había un deje de seriedad que me puso los vellos de punta.
-Sí.- Respondí, cortando la conversación y dando a entender que había visto las miradas del hombre hacia mi figura. Me estremecí.
-Tenemos que ir a entregar el contrato al Señor A.- tajó cambiando de tema mientras empezaba a caminar hasta la oficina del dueño de S-tar. Anduve a su lado indecisa, no quería arruinar todo esto con mi respuesta. ¿Podría llegar al final de día? Esperaba que si.
Llegamos a las puertas de cristal donde se podía ver a Natalie trabajando arduamente con unos archivos en su ordenador. Ni siquiera volteó a vernos cuando nos abrió la puerta, no le dirigimos la palabra y entramos a la gran oficina del Señor A.

Yo, esperando que mi decisión fuera la correcta y lo necesario para tener lo que deseaba y lo que a las personas a quien amaba les gustaría y no dañaría.

Mark, con el sentimiento de culpa por alguna razón desconocida atorado en su garganta, impidiendo lo que él más deseaba y lo que después me iba a hacer arrepentirme de todas mis decisiones desde que lo había conocido.

Pero claro, yo era ajena a todo eso. Lo único que pasaba por mi mente en esos momentos eran los papeles que descansaban en mi mochila, la cual llevaba colgada al hombro.

Sólo si te vas [En Edición♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora