¿Monstruos tratando de asesinarte a cada segundo de tu vida?, lo normal. ¿Dioses de hace miles de años pidiéndote favores sin importarles tu salud física y mental?, nada nuevo. ¿Misiones mortales en donde tu vida pende de un hilo y lo único que te d...
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La fiesta no empezaba hasta medianoche, así que con todo un día por delante, Jace y Alec desaparecieron en la habitación de las armas, e Isabelle y Simon anunciaron su intención de ir a dar un paseo por Central Park para que ella pudiera mostrarle los círculos de hadas. Simon preguntó a Clary si deseaba acompañarles, ella se negó alegando agotamiento.
La verdad era que Clary quería usar el tiempo ganado para atacar a su hermana con más preguntas acerca de su mundo, ¿cómo era la vida de una semidiosa en general?, ¿cómo había conseguido que ni ella ni Simon notaran su sangre divina, si siempre era perseguida por monstruos?, ¿por qué había pasado cuatro días seguidos inconsciente en la enfermería de su campamento cuando llegó?, y algo que lograba que la curiosidad la carcomiera. ¿Quién rayos era ese tal Lysander?, y ¿que era él para ella?
Pero apenas habían pisado el Instituto, Alyssa anunció que se iba a tomar una siesta y se marchó sin esperar respuesta, no dándose cuenta de que el gato Iglesia la seguía hasta su habitación. Clary bufó, pero comprendió el cansancio de su hermana. Ella también había quedado agotada.
Alyssa caminó en silencio por los frescos pasillos del instituto, las conversaciones que había tenido con esos niños y con su hermano repitiéndose en su memoria una y otra vez. Todo eso se combinaba con el agotamiento generado por su encuentro con los Hermanos Silenciosos y lograba que se sintiera que caminaba como sonámbula.
Con un suspiro, cerró la puerta de su habitación, dejando pasar el hecho de que Iglesia la había seguido y ahora saltaba con toda la confianza del mundo en su cama, acurrucándose justo debajo de su almohada y preparándose para también tomar una siesta.
Con una mueca, Alyssa se cambió de ropa, deshaciéndose de sus jeans y su brasier, usando los pijamas que le había prestado Isabelle. Se ató el cabello en un descuidado moño y se dejó caer en la cama.
Iglesia no dudó en acurrucarse junto a ella, dejando salir calmados ronroneos mientras cerraba los ojos. Alyssa dejó escapar una sonrisilla y acabó aceptando acariciarle la cabeza. Realmente odiaba a los gatos, pero Iglesia era una excepción que estaba dispuesta a hacer.