Capítulo treinta

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Los días de este año habían pasado increíblemente rápido, todo era más rápido que nunca, excepto las horas en las que estaba en la universidad, esas eran un asco, siempre tardaban horas, pero me encanta la carrera que elegí, es mi pasión.

Conocí a un chico en la universidad, su nombre es Evan, es sumamente guapo, realmente atractivo, tiene ideas ingeniosas. Todo comenzó con una salida en grupo a un bar en el centro de la ciudad. Nuestras miradas coincidieron y así fue como el pidió mi número y terminamos borrachos y en mi departamento.

La relación se ha dado muy bien en este tiempo, vamos excelente. Compartimos nuestras ideas y tenemos cosas en común. Incluso nos mudamos juntos, tenemos un departamento muy grande, 4 recámaras, 4 baños y medio, un estudio, cocina y cuarto de tele, ambos lo pagamos por mitades y en cuanto terminemos la carrera nos iremos a Millan.

-¿Tienes hambre? -miraba la televisión

-¿Harás de comer? -Evan sonrió dejándome ver sus blancos y ordenados dientes.

-¿No tienes hambre?

-No es eso, claro que tengo, pero es que ya ordené algo para comer...

Algo tramaba, llevaba una sonrisa en su rostro, realmente marcada y sus ojos me miraban directamente.

El timbre sonó haciendo que Evan se levantara del sillón y caminara hacia la mesa por su cartera.

-Si me vas a pedir matrimonio a la hora de la comida, déjame decirte que te creí mas original

-Toma, paga -estiró un billete

-Menos mal que eres un caballero -dije sarcástica

Abrí la puerta y me topé con un grupo de chicas sonrientes y una pizza.

-¡SORPRESA!

-¡Chicas! ¿Qué hacen aquí? ¡Por dios, no puedo creerlo!

Evan me miraba con una sonrisa desde el sofá

-¡Esto lo hiciste tú! -corrí a besarlo

-Ya viene tu cumpleaños, fue lo mejor para que la pasaras bien

Me saqué la lotería con Evan, podría jurarlo.

-¡Pasen! Están en su casa -dije sonriente

Estaba más que sonriente, estaba feliz, contenta, estaba todo, estaba respirando felicidad, viendo felicidad, sintiendo felicidad, pensando felicidad, en pocas palabras, estaba feliz.

Estaba por cerrar la puerta, cuando Georgia gritó

-¡No cierres! ¡Ahí viene Brisa y Ares!

Brisa caminaba hacia la entrada de mi departamento con una sonrisa en la cara y una bolsa en sus manos.

-¡Amiga! ¡Hace mucho que no te veo! -se colgó de mi cuello

-Hola... -sonreí

-¿Y Ares? -Taylor preguntó

-Ahí viene... Esta cargando las maletas -Brisa sonrió como una ilusa

Tratar como perro a tu esposo, nice.

¿Qué te hace pensar que eres especial?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora