Capítulo diez

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Se anunció que el colegio estaba clausurado por una semana, ya que una tormenta estaba por llegar.

Las cosas habían estado muy tranquilas en todos lados. Mi papá tuvo que salir de nuevo, pero me dejó invitar a las chicas para hacer pijamada. Julia nos cuida junto con los guardaespaldas que tenemos aquí en casa

-Farah, ya dinos que te pasó, ¿por qué estabas triste el día de los arrancones?

-No estaba triste, es sólo que me había caído, entonces me dolía el pie -mentí- No tienen porque preocuparse, enserio -sonreí

No podía contarles, enserio yo quería contarles pero es que no puedo hacerlo, ni siquiera sabía como hacerlo.

Si les decía, Taylor era capaz de ir con el y decirle mil cosas. Brisa podría poner a todos en su contra, más de lo que ya están. Emilia puede pedirle a los chicos de americano que le den una paliza. Pero por alguna razón, yo no quiero que le hagan daño, y no porque no lo merezca, ya que merece mi odio y todo lo malo que pueda venir de mi, pero tal vez esta pasando por algo y si le traigo más problemas, me odiará.

-¿Supieron el nuevo chisme? -Georgia sonrió

-¿Cuál? -Todas la miramos intrigadas

-¿Recuerdan a la chica de la pelea?

-¿A la que Farah le puso el bolso en el pecho? -reímos

-Sí -asintió- Su nombre es Chloe, se va a unir a nuestro colegio

-¿Qué?

Esto será horrible, seguramente querrá hacerme la vida imposible. Es tan nefasta, ew. Pero no debo concentrarme en ella, no vale la pena.

Comenzó a hacer frío, llovió toda la tarde. Decidimos ver películas, comer y platicar. Nos tomamos fotos, nos pintamos las uñas, cosas típicas de pijamada de chicas.

-¿Señorita Farah, podría venir un momento? -Julia se paró detrás de mi puerta.

Me levanté y caminé hacia ella

-Señorita, la buscan en la entrada -Julia miraba nerviosa

-¿Quién es? -pregunté

-El joven Santiago

«Santiago, ¿que necesitará?»

-Ahora vengo, gracias Julia

Corrí de inmediato a la sala de estar, sin importarme si me veía bien o mal. Solamente quería ver que ocurría

-¿Santiago? -pregunté

-Lo siento, Santiago no podrá venir -sonrió

-Ares -le mire- ¿que es lo que quieres?

-Nada -se acostó

-Entonces vete -señalé la puerta principal

-Pero que enojona y maleducada eres. No puedes tratarme de esa forma

-Puedo tratarte de la forma que yo quiera porque es mi casa -amenacé

-¿Estas así por lo de ayer? -me miró fijamente

-No, ni siquiera me importó

«Claro que me importó»

-Es que entiende que no debes salir con Santiago

-¿Por qué? -pregunté atacando

-Porque el esta loco, realmente loco -abrió los ojos- Además la tiene pequeña, eso es poco atractivo

-Killian, si has venido aquí para decirme tonterías, vete ahora por favor.

-¿Siempre estas de tan mal humor?

-Sólo con la gente que me cae mal, como tú, ¿ya puedes irte?

-No, ya nos vamos

Colocó sus manos en mi cintura, levantandome, para así pegarme a su cuerpo, me había cargado en cuestión de segundos

-Basta Ares, te demandaré

-Eres libre de hacerlo -carcajeo

Salimos de mi casa, abrió la puerta del auto y me subió. Dejando que mi cabeza azotara contra el respaldo

-Si te bajas, te juro que te mato -miro fijamente a mis ojos

Azotó la puerta, corriendo hacia el otro lado del auto. Prendiendo el coche y acelerando a mas no poder

-¿A donde vamos? -dije asustada

-No lo se -miraba hacia delante

El carro estaba limpio, olía a su loción, los asientos de piel calentaban mi espalda y llevaba la música en un volumen medio

-¿Que es esa música? Es asquerosa -me quejé

-¿Estas loca? Es The Neighbourhood, me encanta -sonrió

-Pues a mi no, quita eso -refunfuñé

-¡No!

-Entonces la quito yo -presioné un botón

-No la quites, deja mis cosas -tomo mi mano

-Sueltame

-No quiero. Farah, déjame manejar, podríamos chocar -entrelazó sus dedos con los míos.

De vez en cuando con sus dedos hacía cariños leves en mi mano, pero nunca la soltaba.

Así fue todo el camino hasta llegar a un bosque

-¿Que hacemos aquí?

-Aquí se esconde mi secta satánica, vamos a sacrificarte -acaricio mi mejilla -Por favor relajate cuando te comiencen a acuchillar

-¿Qué? -grité- ¡Killian! ¡No!

-Es broma tonta

-Más te vale porque mi padre mandaría a buscarte, además soy lo único que tiene, no podrías hacerlo esto

-Quiero que duermas conmigo... -interrumpió- Aquí, en el auto.

De acuerdo, esto es demasiado extraño.

-¿Por qué lo haría? -dije fuera de mi

-Porque quiero estar contigo ahora. Pásate para atrás desde aquí, apúrate -dijo fuerte

-Cálmate, ya voy

Pase mis piernas hacia la parte trasera del auto, en el suelo había una cobija, parecía que ya estaba todo planeado. El me acompañó a la parte trasera del auto, tomó la cobija, estirandola en mi, rodeó mi cuerpo con sus brazos y puso su nariz en mi nuca.

No podía cerrar los ojos, esto era tan extraño. Sólo podía escuchar nuestras respiraciones y los latidos de nuestros corazones

-Tu corazón va muy rápido -susurré

-Ese es tu corazón -contestó

Tenía razón, yo ni siquiera podía sentir mi corazón. No sabía cuán rápido latía.

-¿Puedes dormirte? Tus pensamientos se escuchan por todo el auto -dijo cerca de mi oreja

-Lo siento, es que jamás había estado tan cerca de alguien

-Acostúmbrate

¿Qué te hace pensar que eres especial?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora