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Guido
un mes
Me gustaría contar que a pesar de mi presencia la vida de Mell mejoró, pero la realidad es que nadie puede salvar a nadie y la depresión de Mell se extendió lentamente. Ataques de pánico y angustia, seguidos. Tenía muchos momentos de paz, sobre todo cuando su cabeza estaba ocupada, pero en el momento exacto en que algo le dolía mínimamente entraba en un círculo que terminaba en algún ataque. Como su familia acá en Buenos Aires, todos nos pusimos de acuerdo en acompañarla, nos turnábamos para llevarla a sus sesiones de terapia, creamos planes para que estuviera sola, me mantenía en constante contacto con su familia en Córdoba.
La realidad es que había mucho guardado en el corazón de ella, Mell había cargado mochilas muy pesadas que hoy en la calma habían salido a luz y su alma no aguantaba más. Su dolor salió en formas de gotas, gotas a borbotones, que no paraban a veces.
Entonces yo me acostaba con ella y la ponía de costado aferrándose a mi pecho mientras la dejaba llorar y sus quejidos de llanto paraban, se quedaba dormida, o le daba su medicación para que durmiera un poco. Yo me quedaba contemplando con su cara roja por el agua que corría por su cara, acomodaba su pelo y le acercaba una almohada para que abrazara.
Me partía el alma verla así, pero sabía con certeza que iba a salir de a poco, así y en medio del nudo de pensamientos que a veces veía arriba de su cabeza, me puse a escribir mucho y surgió Mila, porque Mell era un milagro para mí.
Mila, no llores más
Que pronto pasará esta pena, ah, ah
No sé dónde estarás
Sé que tu alma desespera, ah, ah
-como esta? - me pregunta Pato que había llegado ese finde a casa de visita
-no se quiere levantar de la cama- le digo medio angustiado
-comió?-
-ayer almorzó poco y nada, luego solo tomo mate todo el día, cuando le pido que coma llora porque dice que de la angustia no puede
-dame el desayuno- me dice Pato
Pato camina a la pieza y Mell está de costado dormitada, la luz que entra por la cortina le pega en la cara, la tiene hinchada, no durmió bien. Le duele y le da bronca verla así.
-Hola princesa de Caín- así le suele decir Chano, Mell abre los ojos al reconocer la voz de su cuñado y mejor amigo, le sonríe levemente- Mira- le dice sacando una moneda de su pantalón y se la da en la mano. Mell se incorpora y la mira.
-ocho meses? - le dice sonriente, Pato le asiste, Mell se incorpora y abraza a Pato.
-viste que se puede loquita- le dice mientras están abrazados a Mell se le llenan los ojos de lágrimas mientras se aferra a la espalda de su amigo. Cuando vuelve a tenerlo al frente, Pato le seca las lágrimas- sabías que hay grupo para personas que pasan por lo mismo que vos? - Mell hace media sonrisa- a mi me ayudo mucho estar con personas que pasan por mismo que yo- Mell se recuesta y tapa su cara con una almohada- Mell todos nosotros estamos y vamos a seguir estando, pero necesitas mas, necesitas salir de acá y estar con gente que te entienda va ayudar, dejame llevarte- Mell se saca la almohada de la cabeza y le asiste con la cara llena de llanto. Pato si tira encima para abrazarla.