Capítulo 33.

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La pereza comenzó a abandonar su cuerpo en cuanto escuchó algo de ruido cerca de su posición, y con ello, sus ojos fueron abriéndose lentamente en lo que intentaba reintegrarse en su entorno. No tardó demasiado en darse cuenta de que no estaba en su cuarto, sino en la habitación de Tabi, aquello no habría importado si al moverse no le hubiera dado una terrible punzada en la cadera que obligó a su cola a torcerse del dolor.

— ¡Ah, mierda! —Expresó llevando su mano a la zona adolorida, sentándose con dificultad.

¿Qué había pasado anoche?

Alzó su mano hasta llegar a su cabeza al notar de igual manera un ligero pero persistente dolor en aquella zona, aunque más profundo de lo que podía alcanzar a comprender, posiblemente por haber bebido más de lo que su sistema podía soportar, pero más allá de eso...

!!!

El beso en la calle, el sexo en el estacionamiento... Carajo, ¿cómo era posible que tanto pasara en unos minutos? Mirando en dirección de la puerta del baño, vio como el vapor de la ducha salía con lentitud, pero no podía oír la regadera, así que Tabi debía haber terminado.

Tanteó su cuello con rapidez para checar que no hubiera una marca de vínculo ahí, tal y como lo esperaba, no había nada. Generalmente Tabi respetaba sus límites cuando se trataba de la intimidad, así que no podía llegar a desconfiar de él, pero su instinto igualmente le pedía checar. Quería saber qué tan insistente había sido anoche acerca de follar como para que Tabi no se haya podido resistir.

¿Y si su celo había llegado en mal momento y por eso habían terminado follando?

— Carajo... —Deslizó su mano sobre su rostro.

¿Qué es lo que le estaba pasando con este hombre?, ¿por qué siempre que estaba con él sentía como si perdiera la noción? Desde que comenzaron a relacionarse mejor había comenzado a presentar un enorme desorden en su sistema hormonal, anteriormente se había adelantado su celo, ¿y ahora se había atrasado? Es como si su cuerpo estuviera completamente decidido en que los genes del ruso eran los mejores para engendrar un hijo.

Estas cosas no le pasaban con Jacota, quizás debería ir a visitar al médico personal para un doble chequeo. Necesitaba respuestas.

— Oh, estás despierto. —Habló Tabi saliendo del baño con la toalla cubriendo desde su cadera para abajo.

La mirada del omega bajó a su abdomen, apreciando los detalles de la anatomía de aquel alpha que se secaba y exponía frente a él como si nada. Era evidente que ya habían llegado a un nivel de intimidad bastante alto como para que se vistiera y desvistiera frente a él sin ningún tipo de vergüenza. Él también lo había hecho, pero Tabi debía pedir permiso para exponer tremendo cuerpo. Ahora quería manosearlo.

— ¿Descansaste bien? —Preguntó ajustando su cinturón una vez que había terminado de ponerse las prendas inferiores.— Tuve que darte un baño anoche, te dormiste en el auto y no podía dejarte todo sudado.

— Tuvimos sexo, ¿verdad?

— Si. —Respondió con honestidad, tomando un poco de seriedad al acercarse.— Y pasaron algunas cosas que debes saber.

— ¿Como qué? —Su expresión se mostró preocupada.

Tabi se sentó a su lado, tomando una pequeña caja de pastillas que había comprado cuando el digidevil descansaba, acercándole el paquete para que pudiera tomarlo y verlo el mismo. Agoti tomó la caja, frotando uno de sus puños en sus párpados para terminar de desperezarse, y cuando miró el nombre y la especificación de aquel medicamento no pudo evitar torcer sus labios.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Yᴏᴜ Bᴇʟᴏɴɢ Tᴏ Mᴇ - [Tagoti-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora