No puedo acordarme de tu nombre
sin sangrar.
No puedo llorar
sin acordarme de tu nombre.
No entiendo el destino, no entiendo el amor, no encuentro el camino que han seguido mis lágrimas. No sé que debería sentir una persona como yo. Quiero vivir de la misma forma en la que muero, pero todo se basa en las dudas.
Debería buscar inspiración, una luna a la que besar en la frente al recordar. Imagina que lo encuentras donde lo dejaste, todo se va nublando de estrellas y todo se va llenando con el paso del tiempo.
Quiero liberarte bailando sobre el filo cortante del sueño. Quiero hacerte ver animales que no existen en este mundo, quiero que imagines, veas o sientas que tu vida es la locura más cordial y decente del océano, quiero que te des cuenta de que mis palabras no tienen sentido y sin embargo, tú las entiendes.
Quiero crecer en lo imposible, y dormir colgado de la semilla de un incienso, de tus manos bañadas en poesía, enseñarnos a vivir como viven las golondrinas.
Todo se va nublando, y cada vez no queda incierto en lo concreto de existir, el órden de los versos no afecta el pensamiento, cuando pienso no soy yo, y cuando existo ya no pienso. Siento lo que he perdido en cada golpe de corazón.
Guarda tus nubes en mis pupilas, me gustan tus ojos aunque me miren empañados por lágrimas amargas. No puedo mentirle al alma, es como intentar suicidarte cuando ni siquiera estás vivo.
Las únicas lágrimas que me gustan, son las que vibran las ritmo de los abrazos de nuestras lenguas bailando con la música de nuestras mentes, que tocan juntas, otra canción triste que no termina nunca, y que nunca ha comenzado. Tu alma es como el sol, sé que está ahí, porque la veo en los pájaros cada día, cada día me despierto con ella, y cada noche me duermo cuando se duerme, pero no puedo mirarla a los ojos, porque me quema, y ya no puedo ver nada, ni lo malo, ni lo bueno, ni mi alma.
No sé dónde estás, pero no puedo parar de buscarte, no sé quien eres, pero no paro de besarte, no sé donde vives, pero no me muevo del banco de debajo de tu casa, y si vives en este mundo, por favor, búscame, y si no es así, nunca me dejes.
Me rompo los dientes contra el columpio de mi infancia, aprendí a contar con el número de cicatrices que ocultaba, y me rasco las heridas por si vuelven a sangrar. He aprendido a plantar suspiros y que crezcan sonrisas, pero al final, me pisan las flores. Y es que me hacen rozadura estos ojos desgastados, de tanto intentar mirar almas y quemarme buscando la tuya, nuestra vida es un circo de sentimientos, recuerdos y emociones falsas en el que nadie aplaude, será que todos sufren, pero nadie lo comprende.