Es curiosa la manera en la que los remedios pasan a ser la raíz de los problemas. Un día te levantas (o eso crees) y te encuentras con que las paredes de tu mundo se han derrumbado.
Mi muro ya no existe, y me advertí, de que cuando esto ocurriese yo me encontraría especialmente dañado. La única esperanza que me queda es confiar en el tiempo, en que cure las heridas que ni siquiera sé si existen de verdad, en que me devuelva la capacidad de confiar en las personas.
Antes odiaba poner los pies en la tierra, y ahora es lo que más deseo y lo que más me cuesta, lo que necesito. Tengo la sensación de que mi mente vive en otra realidad, en un laberinto en el que yo mismo me he metido, y no se como salir. Llámalo ansiedad, o desesperación por una grieta en mi cabeza que se va haciendo mas grande cada día, llámalo miedo a perder la cabeza, a que nadie sepa de verdad comprender mi problema, a ser un marciano. Pienso demasiado, yo solo quiero recudir mi capacidad mental por favor, tengo miedo de que mis padres no me comprendan, de que nadie sepa ayudarme joder. Tengo miedo, mucho miedo, demasiado miedo.