Hay momentos en los que el café se desborda, arde, y acaba quemando. Momentos en los que simplemente el frío invade cada peldaño, y va quemándome, y me quema. He aprendido a nadar en la esencia de algunos sentimientos, o emociones. He aprendido a soñar, a amar, y a odiar lo que he amado. Esencias en cada rincón de melancolía, cubiertas de paciencia, las alas de cada negra golondrina se congelan, se vuelven impares, se rompen.
He dejado que las palabras se conviertan en alas, en golondrinas negras que vuelan y besan el cielo, libres, y a la vez pobres. Pues es la acción de pensar para seres pobres, seres con alas que sólo tienen y necesitan un cielo en el que volar, unas alas que cuidar, y una golondrina compañera, a la que amar.