Emergencia

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—¡Esto es alarmante!—declaro indignado el Ministro Lütke, mientras leía el informe que acababa de llegar del Este—, seguramente la Organización Mundial de Paz no tiene ninguna idea de lo que están fabricando en Oriente—estaba visiblemente encolerizado. Otto no esperaba que las misiones nucleares se fueran a llevar acabo de manera rápida y eficaz como Hendrick lo estaba realizando, así que necesitaba tener un plan. 

—Pero Ministro, aun no podemos denunciarlos ante al OMP, las pruebas aunque dan indicios no son totalmente fehacientes e incriminatorias—decía un hombre joven que estaba sentado a la mano derecha de Otto, era el Brigadier Bruce Molk, una persona muy astuta y parte importante del equipo de trabajo del Ministro. 

—Lo sé, pero tampoco podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando que ellos produzcan armamento nuclear como pan. Tendré que usar los reportes del Teniente Stoa para declarar el estado de alerta en la zona del muro—argumento Lütke mientras continuaba leyendo el reporte. 

—Imposible Ministro—negó Iman con preocupación—el General Heisenberg podría tomar represalias contra la población durante el proceso de investigación de la OMP—un silencio incomodo se hizo presente en la sala de juntas donde se encontraban veinte de los más importantes jefes militares de Alemania La reunión fue convocada de emergencia, con apenas una hora de anticipación a partir de que el reporte llego por la caverna. Ellos tenían que crear un plan y además enviar una copia al presidente del Congreso Occidental, que estaba compuesto por los 104 presidentes de los países occidentales, para que pudiesen aprobar el plan de emergencia por alguna catástrofe oriental. 

La única mujer presente en la sala era Iman y sin duda ella era la más afectada. Siempre había sentido un gran rencor por Oriente y las noticias acerca de las poderosas armas nucleares que estaba creando, la hacían querer formar a su batallón y atacar sin piedad el lado Este. Pero no era la única que se sentía de esa forma, la mayoría de los presentes compartían ese sentimiento; menos uno, el Mayor Lütke, que aunque por sus gestos faciales y la seriedad con la que me miraba su computadora hacían creer a todos que estaba prestándole toda la atención del mundo a la sesión, no era así. En realidad él estaba ocupado en una cosa muy diferente. La verdad es que desde que lo llamaron a la junta de emergencia, supo que sería aburrida y todos estarían paranoicos sin motivo alguno. Empezaba a mentalizarse para no dormirse durante la larga charla sobre la dictadura Oriental, cuando al llegar a la sala de juntas se le entrego un sobre blanco que le era familiar. Dio gracias de no haber olvidado su portátil en su recamara, así mientras todo los demás miraban en sus laptops la carta de emergencia del espía, él podría ver el contenido del sobre. 

Se quedó sorprendido al observar que lo único que traía, era un USB card, así que la introdujo en su máquina. Enseguida se desplegó un documento y una ventana activa para instalar un programa. El primero contenía todas las instrucciones para la instalación correcta del programa. Fue por eso que a lo largo de la reunión que ya tenía casi dos horas de duración, se dedicó a instalarlo. Era muy pesado y tardado, tanto que comenzaba a desesperarse. De vez en cuando, Max volteaba a ver las expresiones de los asistentes, para ver cómo iba la reunión. Su padre, como era de esperarse, estaba furioso y preocupado, los demás compartían una expresión parecida. Pero Iman era quien se robó su atención. La joven estaba tan roja como un tomate, como cuando se enojaba por alguna de las pequeñas venganzas que le hacía. Ladeo un poco la cabeza, no podía estar pensando en ella otra vez. 

Cuando solo faltaban dos por ciento de la instalación, un escalofrió recorrió su cuerpo. Hasta ese momento, no había recordado la advertencia de Andreas acerca de la posibilidad de que las alarmas se dispararan y eso sería catastrófico. Sonarían en medio de la reunión rodeado de sus 19 superiores. Pensó en que podría sucederle, su padre seguramente lo estrangularía ahí mismo por guardarle semejante secreto, pero también la vida de Andreas y de los demás espías estarán en juego… ¡Todo por un simple programa! 

Antes del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora