Feliz cumpleaños, Max

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Disculpen mi demora en subir capitulo, en compensacion les dejare dos. Muchisimas gracias por todas sus lecturas :D

Por fin era veintidós de Diciembre, el día más esperado del año para el Mayor Lütke pues era su cumpleaños. Siempre había sido un día especial, principalmente desde que entro al ejército; ya que todas las preciosas enfermeras y personal administrativo de los campos en los que había estado le regalaban toneladas de cosas, que también incluían un dulce e inocente abrazo y un tierno beso en la mejilla. Además de eso , en el ejército le daban la tarde libre así que podía regresar a casa, donde su madre preparaba un festín con todos sus platillos favoritos, su padre y su hermano solían darle regalos costosos y para terminar el día, Andreas y el iban a la mejor disco de la ciudad a bailar y conseguir más ligues. El que ese año Andreas no pudiese estar con él en su cumpleaños, lo entristeció un poco.

La mañana empezó con muchas felicitaciones por parte de sus compañeros, fue hasta el desayuno cuando lo llenaron de regalos. Solo por ese único día, la Teniente le permitió no realizar las labores de los castigos, así que considero que la rubia no tenía tan mal corazón.

A mediodía, estuvo en su oficina charlando con su mejor por medio del programa que este había creado. Al Mayor no le gustaba la tecnología, siempre le había parecido un invento de otro planeta y le costaba mucho trabajo manejar una simple computadora, esa era la verdadera razón por la cual el en la universidad militar estudio Leyes y no una ingeniería. Además, era más sencillo ascender en el escalafón militar por medio de una licenciatura que por una Ingeniería.

Pero en esta ocasión, esa tecnología diabólica le estaba siendo de mucha ayuda Al menos podía recibir las felicitaciones y regaños de Andreas en tiempo real, sin temor de que su padre leyera la correspondencia que el rubio le enviaba del otro lado. Andreas era la única persona con la que se sentía cómodo hablando de su tormentosa relación de trabajo con la Teniente Braun. Gracias a sus consejos el Mayor llego a la conclusión de que la rubia no le gustaba y que tenía que aceptar que se sentía un poco degradado porque ella fuese la jefa.  Sentía rencor a hacia Iman por la manera en que ella lo trato la primera vez que se vieron, por esa razón – y no otra-, el seguía en ese juego de venganzas que tenían. Aunque también era obvio que Andreas pensaba todo lo contrario y Max solo recordaba lo que le convenía. Se había hecho a la idea de que ya no le importaba el famoso Iñaki, ella podía salir con quien quisiera y Max nunca se sentiría celoso por ello. Pero una imagen se le vino a la cabeza, la de Iman enredada en una toalla cuando salió del baño. Sus mejillas enrojecieron, no había olvidado que la Teniente había jugado con sus instintos primitivos y eso era algo muy bajo, un juego sucio. Así que justo después de esa venganza corporal, Max había implementado el juego “pon celosa a la Teniente”-nombre que le dio Andreas- y que no tenía gran ciencia. El juego consistía en que Maximilian se pasearía en el campo con cuanta chica bonita se cruzara en su camino y como la Teniente siempre se encontraba con él, Max se pondría meloso con su chica. En un principio el espía dudaba del éxito del plan, era demasiado infantil; pero en contra de su pronóstico este dio resultado. En el transcurso de tres meses Iman había pedido la transferencia de veintiún enfermeras y quince chicas de la administración a otros campos de Alemania alegando su poco espíritu de trabajo. Casualmente todas esas chicas, antes de su transferencia habían pasado una maravillosa tarde con el casanova Lütke. Pero ese solo era el castigo que Iman le daba a esas jóvenes, a Maximilian le tocaban hacer labores cada vez más denigrantes como lavar la ropa de todo un pelotón  o limpiar los baños de todo el campo, sin dejar a un lado sus labores de entrenamiento y por supuesto los asuntos legales que le eran delegados por su grado. En un principio se molestó con ella sin embargo, terminaba sus labores de buen humor al recordar las muecas que esa rubia hacia cada que lo veía con una nueva cita.

Antes del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora