La audición

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El lujoso auto de Blake se estaciono frente al Teatro de la Opera de Berlin. Enseguida, su personal de seguridad le ayudo a bajar y el joven corrió apresuradamente hacia la entrada.

Tenía una cita con Herman Kleiber, el director titular de la Orquesta Sinfónica. Desde el baile navideño habían concretado una reunión para discutir acerca de un lugar en la Sinfónica. A Blake le tenía entusiasmado la idea, pues ser incluido como un suplente antes de graduarse del conservatorio era un gran honor.

Al llegar al escenario, el personal del teatro ya estaba alistando los instrumentos para la presentación que darían esa noche.

—¡Blake!—le llamo Kleiber desde uno de los palcos. El joven alzo la vista hacia el—. Qué bueno que has llegado—dijo con una sonrisa. El pianista se sintió tranquilo por el buen humor del director pues al parecer no había llegado tan tarde—¿Has traído tus partituras?—le pregunto enseguida.

—Si, aquí las traigo—le mostro una carpeta de cuero negro.

—¡Perfecto!, en un momento bajo y daremos inicio a tu audición—exclamo con alegría. Blake asintió con la cabeza, fue al frente del escenario para sentarse con una butaca de la primera fila y contemplar por un momento a los músicos que afinaban sus instrumentos con delicadeza o los limpiaban  cuidadosamente. Realmente sentía gran admiración por esos grandes músicos, que se ganaban la vida tocando en las mejores salas de la ópera del mundo. Herman no tardo mucho tiempo en estar a su lado, venía acompañado de otras cinco personas...

—Hijo, estos hombres quisieran escuchar algunas de tus piezas—le informo señalando a sus acompañantes que tomaban asiento en sus sitios, el joven sintió un vacío en el estómago.

—Si, será un placer—dijo nerviosamente.

—Vamos, ahí está el piano para ti—le comento Kleiber señalando un piano que estaba al centro del escenario, era idéntico al que tenía en casa. Blake se levantó un poco intimidado, pues de la nada todos los instrumentistas habían dejado el escenario para tomar asiento y observar su presentación.

Con cada paso que daba sobre el escenario, se le hacía más grande y caminar se le hacía difícil, pues sus pies parecían dos yunques y sus rodillas eran como dos vasos de fino cristal que en cualquier momento se romperían en mil pedazos. Sentía las miradas de todos los presentes sobre él, no era como en la presentación que dio en la gala donde no le prestaron demasiada atención porque todos estaban bailando.

Pronto llego al banquillo de cuero negro y se sentó sobre él. Lentamente saco sus partituras, dejo su  carpeta en el suelo y acomodo las hojas en el atril. Las piezas que eligió para su audición, eran dos canciones del concierto que estaba escribiendo inspirado en su musa.

En el principio de la hoja, tenía anotado el título del concierto “Ángel suicida”. Aunque el titulo era escabroso, no había encontrado otro que le pareciera perfecto para esas canciones que ella inspiro.

En ese preciso momento, del otro lado del muro Svetlana estaba en clase de Matemáticas. No estaba prestando atención al maestro, tenía la mirada fija al reloj que estaba colgado arriba del pizarrón, justo al lado de la enorme fotografía de Klaudius Heisenberg. Eran las doce y veinte de la mañana y era muy probable que Blake estuviese en medio de su audición. La noche anterior ella se quedó esperando hasta altas horas de la noche a que se conectara, pues el paso casi la noche entera practicando. Justo cuando ella estaba a punto de rendirse e iba a irse a dormir, el apareció. Blake le confeso que estaba muy nervioso, así que ella trato de animarlo para que diera lo mejor. Aunque realmente lo que ella quería acompañarlo en su audición, pero eso era imposible.

En ese instante, solo podía desear con todo el corazón que su presentación fuese perfecta y obtuviera ese lugar en la sinfónica que él se merecía.

Antes del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora