La vida tiene grandes misterios que van dejando huella a lo largo de esta. Uno de esos grandes misterios es como como un aparato tan pequeño iba a entrelazar la vida de seis personas, quizás no tan desconocidas pero sí bastante lejanas entre sí, deteniendo su mundo por un instante.
Aquella mañana, parecía ser una mañana común y corriente. La Teniente Coronel Iman Braun estaba sentada en su oficina del CII, revisando el papeleo que había generado una serie de llamadas interceptadas del gobierno japonés. Los inventos del Capitán Strunz estaban dando grandes beneficios a sus planes de invasión pero también habían aumentado su carga de trabajo. Apenas el día anterior había cumplido una semana con “su flamante novio”, como le llamaba Justine y si bien eso la hacía sentir feliz, su vida continuo sin grandes cambios. Ellos seguían siendo el par de tontos de siempre, pero para la prensa era una noticia jugosa. Como siempre Lori había sido la encargada de dar a conocer la noticia a todo el mundo, convirtiendo en esa semana en una de las más estresantes de su vida. Tenía llamadas en su buzón de todos sus conocidos, de reporteros y periodistas que buscaban tener una entrevista con la pequeña y problemática hija del Presidente Austriaco. A pesar de esa vergonzosa situación estaba muy contenta.
Del otro lado de la ciudad, el Mayor Maximilian Lütke estaba en su oficina en el cuartel general, leyendo el expediente de un juicio militar que llevaría a la corte. Aun le faltaban unas quinientas fojas por leer y no estaba aburrido. Hacia tanto tiempo que no se sentía tan tranquilo como para realizar sus labores con concentración y sin duda alguna se lo debía a su Teniente Coronel. Era divertido estar con ella, a Max le fascinaba hacerla enojar pero esa semana no tenía que preocuparse por ello. Bastaba con verla todas las noches refunfuñando acerca de lo imprudente que podía llegar a ser su madre para ver sus mejillas sonrojadas, su mirada llena de ira y sus puños apretarse con fuerza, que podían intimidar a cualquier otra persona menos a él. Max pensaba que se veía muy linda enojada y eso le hacía saber que había tomado la decisión correcta al hacerla su novia.
Aún más lejos, del otro lado del muro el Secretario de Gobierno Andreas Heisenberg empezaba el día tranquilamente. Tomaba un delicioso café mientras que su secretaria le recitaba toda la lista de deberes que tenía que hacer ese día, sin olvidar claro sus labores como espía. Por el momento, tenía que firmar una torre enorme de presupuestos para los diferentes distritos. Suspiro mirando con fastidio la pila de papeles, definitivamente odiaba su trabajo.
A unos cuantos metros, el General Volker Heisenberg daba un paseo por el Hospital Militar con una sonrisa. Unos minutos antes se había cruzado con Agnes, había intercambiado unas cuantas palabras para quedar de verse esa misma noche en el departamento de la chica. Con el paso de los días había aprendido a lidiar con la culpabilidad que sentía con Louise. Ella se portaba de lo más cordial con él y eso era lo que más le incomodaba, la nueva frialdad con que la rubia lo trataba. Sin embargo, el trataba de hacerse a la idea de que eso era lo mejor para ambos, ser simples compañeros de trabajo.
La secretaria Louise Von Helker estaba tomando nota de todas las peticiones que le hacia el secretario de la Sala Berlinesa. Con la mejor taquigrafía anotaba de la manera más rápida que su brazo bueno le permitía, todo lo que el hombre decía pero parecía un gran trabalenguas. Después de la cumbre de Helsinki, los jefes habían traído una larga lista de peticiones del Parlamento para “mejorar” la situación en Oriente y ella se tenía que encargar de redactar todas y cada una de las nuevas reformas. Parecía que sería otra mañana agitada, llenando formatos, haciendo llamadas, tomando recados, verificando las notificaciones de la resistencia. Si, así sería una mañana común y corriente.
En Tokio, Japón pasaban de las seis de la tarde y el agente especial Fabian Kirchner buscaba un lugar donde comer. Había sido un día largo y cansado investigando por la ciudad acerca del paradero de Richard, pero nadie tenía noticias del hombre. Llevaba más de tres meses con el mismo resultado, ni un rastro de él y aunque en parte eso le aliviaba, también lo angustiaba pues eso daba una oportunidad a que pudiese ser encontrado por un aliado del partido.
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Antes del amanecer
Science FictionDespués del gran cataclismo y de la guerra mas sangrienta de todas, el mundo ha cambiado. Una enorme muralla que va de polo a polo a dividido a nuestra tierra en dos partes.Un mundo moderno y un mundo que se quedo estancado entre la segunda guerra...