Durante el receso del colegio, Lana estaba sentada en su pupitre estudiando los nuevos mapas estelares que había encontrado un día mientras navegaba por la red Occidental. Eran más precisos que los que había fotocopiado de un libro de la Biblioteca Nacional, lo que le tenía muy emocionada. Su rostro en cambio decía todo lo contrario, tenía una expresión cansada y eso se debía al drástico cambio que había sufrido su rutina. Apenas habían pasado un par de semanas desde que Fabian se había ido y todo a su alrededor era un caos.
Un día común para la pelinegra iniciaba levantándose muy temprano para asear la casa y terminar sus deberes escolares. Luego iba al colegio y de ahí iba al Palacio de Gobierno a recoger a Nastia. Ambas iban a comer a casa de la pelirroja que trataba de parecer de mejor ánimo, pero en realidad cada día se veía más triste. Después le ayudaba con la limpieza y charlaban hasta muy tarde en la noche cuando Volker iba por ella para dejarla en su casa. En cuanto llegaba ella se conectaba para charlar un rato con Blake que parecía esperarla pacientemente. El tiempo se prolongaba por horas y solo cuando su cuerpo ya no podía resistirlo más, se iba a la cama. Le molestaba que su tiempo para dedicarlo a Blake se viera tan reducido, sin embargo tampoco era como si tuviese mucho tiempo para extrañarlo.
La mayor parte del día pensaba en Anastasia, estaba angustiada por su profunda tristeza y temía que esto afectara a su embarazo. Todas las tardes la pelinegra observaba a su amiga sentarse justo aun lado del teléfono, esperando que tuviese suerte y pudiese recibir una llamada de Fabian. Unos días la suerte estaba con ella, otros la espera era en vano.
También estaba muy preocupada por Fabian, nadie ni si quiera el propio Volker tenía noticias claras de él, solo les quedaba confiar en lo que él les decía cuando marcaba. No había buenas noticias en torno al caso Lundberg, miles de personas en todo el mundo Oriental afirmaban a verlo visto en sus pueblos merodeando lo que hacía el trabajo de los agentes más difícil. La labor de Fabian se emulaba a seguir a un pequeño alacrán en un enorme desierto. Las pistas se las había llevado el aire y solo quedaba buscar minuciosamente a donde fuera asignado. Lana se imaginaba lo solo y triste que debía sentirse, los agentes especiales jamás eran enviados en equipos para realizar sus misiones, ellos debían arreglárselas solos en el lugar que se encontraran por lo que su tarea se volvía titánica. Agregando que eran enviados a sitios desconocidos, tan ajenos a ellos que muchas veces podían perder la cordura.
Era tan triste la situación de la pareja que Svetlana se sentía miserable por no poder hacer algo para ayudarles. Volker siempre estaba de mal humor, estresado y cuando el pobre se sentaba a comer con ellas, se iba en sus pensamientos. Se negaba a hablar de sus sentimientos, él quería seguir proyectando su fuerte imagen. Y luego estaba Louise, la única que sabía ocultar todos sus temores con su enigmática y graciosa personalidad. Cada que pasaba a visitar a Nastia, ella contaba nuevos chistes, hacia bromas chuscas en un intento desesperado por hacer reír a quien fuera que estuviera cerca de ella. Pero Lana notaba su tristeza en sus ojos, era como si ella supiera que una desgracia estuviera avecinando y prefiera no contárselo a nadie para no causar más problemas.
Finalmente estaba Andreas, aquel pobre chico que de ser un don nadie había pasado a ser el hombre más famoso de Europa por sus actos heroicos. No había tenido la oportunidad de hablar con él, a veces le dejaba uno que otro mensaje en la sala de chat de su programa donde solo le decía que está bien y que pronto se reunirían, pero los días pasaban con rapidez y ella solo podía analizar su semblante durante las sesiones de las Salas o cuando salía por televisión dando un mensaje y ninguno de sus análisis le daban buena espina.
Era en esos momentos cuando se sentía tan pequeña e inútil. Si se dejaba llevar por sus sentimientos, podía echarse a llorar hasta deshidratarse al mismo tiempo que se golpearía con la pared hasta sangrar. Estaba desesperada por los cambios tan radicales que veía a su alrededor y ella no podía decir absolutamente porque era como si alguien le hubiese cortado la lengua y le hubiese cosido los labios. Los suicidios en el colegio habían disminuido, pero apenas unos tres días atrás uno de sus compañeros había decidido matarse aventándose del techo del edificio escolar. A Lana le impresiono la poca falta de sensibilidad en cuanto al hecho. Nadie hizo el esfuerzo por impedirlo, nadie grito, nadie lloro simplemente lo observaron sin sentimiento alguno. Escucharon el sonido de su cráneo destrozarse en mil pedazos al tocar el suelo, las sirenas de las ambulancias y la policía acercándose al lugar para tomar nota, levantar el cuerpo y limpiar la zona. Y cuando él había desaparecido, cuando ya no quedo ni un rastro del suceso, todos volvieron a clases. La gente parecía haberse acostumbrado a la muerte, a la hambruna, al frio aunque fuera verano, a los malos tratos en el trabajo, a las peleas en la calle, a la miseria, y a todos esos repulsivos actos que dejaban entre ver que habían perdido su calidad de ser humano. Lana no veía más esperanza en sus ojos, no veía si quiera una señal de dolor si no de resignación amarga y eso le asustaba. ¿Acaso podrían convertirse en robots inmunes al dolor?, se preguntaba cada vez que caminaba entre una muchedumbre de miradas perdidas, faltas de vida. Si no hubiese sido por sus amigos y por ese pianista que alumbraba sus noches, el dolor de su estómago por el hambre seguiría siendo insufrible, el temor por su futuro la habría vuelto loca y ella no habría dudado más en que tenía que saltar para liberarse de una miserable vida. Pero ¿y los demás? ¿Ellos no también merecían tener una ilusión pequeñita para sobre llevar el día a día? ¿No también necesitaban un impulso que les inculcara el deseo de tener una vida mejor? ¿No merecían volver a sentir las ganas de ser libres?, se cuestionó con angustia. Y fue en ese preciso instante que lo escucho.
ESTÁS LEYENDO
Antes del amanecer
Science FictionDespués del gran cataclismo y de la guerra mas sangrienta de todas, el mundo ha cambiado. Una enorme muralla que va de polo a polo a dividido a nuestra tierra en dos partes.Un mundo moderno y un mundo que se quedo estancado entre la segunda guerra...