VII. Frank y la ley

556 69 1
                                    

Cuando Guillermo se enteró de lo sucedido a Alex, lo primero que hizo fue correr hasta el hospital donde se encontraban Alex y Frank. Pero su mente no dejaban de pasar espantosas teorías de cómo había sucedido el incidente, pero no lo pensaba de una formal, como la que había sido, lo pensaba de una forma sobrenatural, como que Frank, de pronto, fue poseído por un ser perverso y había atacado a Alex sin motivo alguno.
Pero ni siquiera Frank estaba seguro de lo que había sucedido apenas unas horas. Él iba tan perdido en su pensamiento que apenas y escucho la voz de Alex pidiéndole ayuda. Lo único que había logrado captar -y por ello estaba seguro que no había sido Frank- era la sombra de una persona, alguien había apuñalado a Alex sin motivo alguno. Tal vez si tenía un motivo, pero Frank no lo sabía. Hasta donde sabia, Alex se llevaba bien con casi todo el vecindario, y podría atreverme a decir que casi con toda la ciudad. No tenía motivos para sospechar que alguien quisiera hacerle daño, él era un chico bueno.
Guillermo estaciono el auto en el primer lugar que encontró. Se detuvo con un chirrido en las ruedas que se escuchó por todo el estacionamiento, se quitó el cinturón de seguridad y bajo lo más rápido posible del auto.
-Busco a Alejandro Bravo -dijo Guille con la respiración agitada.
-Un momento -dijo la enfermera. Buscó en el sistema el nombre que Guillermo le había dado. Luego, se fue a buscar a una de sus compañeras, ella solo se había tarado cincuenta segundos hablando con su amiga, pero a Guillermo le pareció una eternidad.
-Está en el piso tres.
-Gracias.
No subió por el elevador, pensó que era más rápido subir por las escaleras. Pensaba que, si subía por el elevador, se atascaría y quedaría allí encerrado.
Llego hasta donde estaba Frank sentado. Lo miro con cierta dulzura y se echó a correr hacia él.
-Frank, ¿qué ha pasado?
-Guille, tío. Qué bueno que estás aquí. No quería preocuparte pero veo que alguien más lo ha hecho.
-Ya. Pero ese no es el punto, ¿está bien? -sus ojos parecían más oscuros de lo normal, su rostro sudaba, aunque Guillermo no se daba cuenta de eso y, si Frank fuese más listo, sabría que Guillermo ocultaba algo.
-Si, si. Se repondrá, es solo cuestión de tiempo.
Guillermo, aliviado, se desparramó en el sillón de al lado y dio un suspiro como nunca lo había hecho. Durante unos minutos, el silencio reinó en ellos, pero no un silencio incómodo, más bien, un silencio preocupante.
-¿Cómo pasó? -se atrevió finalmente a preguntar.
-No lo sé, íbamos por la Flagg Street en camino al café de Mane Street, estábamos solo a unos cuantos pasos cuando todo pasó.
-¿Y tú no lo viste?
Frank abrió la boca, pero la cerró de inmediato, pensó que si le decía que una pesadilla en donde aparecía Claudia lo había cegado, lo tomaría como loco y se echaría a reír. Pero Guille también estaba aquel día en que la sangre brotaba a chorros. Así que le contó. Primero no dijo nada, luego meneó la cabeza y dijo:
-¿Y qué le dirás a las autoridades? Te harán preguntas.
-Aún no he pensado en eso, y creo que debería irlo pensando.
Pero, nuevamente, no habían explicaciones coherentes para estas cosas. Si Frank quería a Alex, lo amaba con todo su corazón, ¿por qué había permitido esto? ¿Era realmente culpa suya? Y ahora, cuando Alex despertara, tendría miedo, tendría miedo de que Alex ya no le quisiera, que le dijera que se alejara de él lo más lejos posible y nunca lo volviera a llamar, ni siquiera a ver.
Frank le quería, y quería, por un solo minuto, que las cosas marcharan bien mientras estaban juntos, y si quería que eso pasara, debía hacer algo pronto.
Iría a la biblioteca, iría a los lugares encargados de estas cosas. El fantasma de su novia no podía estarlo atormentando de esa forma. Ella estaba muerta. Lo estaba. Pero no parecía estarlo cuando estaba con Alex. No parecía estarlo cuando él estaba feliz. Tenía que darle fin a esto, antes de que alguien realmente saliera herido.

La historia de Frank  «Staxxby»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora