XV. Frank y el portal

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El plan de Alex era bueno, de hecho, era bastante bueno. Solo habían uno y solo un inconveniente: no sabia qué había del otro lado del portal, o qué efectos causaría en alguien. De cualquier modo, no quería descubrirlo, ya era bastante malo que el Rey Carmesí quisiera llevárselo como para una distracción así.
Así que se puso a pensar en distintas formas de como cerrar el portal sin que alguien saliera herido, pero ninguna era buena, no había forma de hacer que el Rey Carmesí entrara primero y luego cerrarlo.
El puede leer mis pensamientos, pensó Alex, el puede leerlos y sabe lo que pienso. Pero eso no le impedía seguir buscando un plan. Eran las 3.40 y Frank saldría del hospital a las 5.30 hora perfecta para ir al cementerio a buscar la dáliva de Claudia, la que en realidad era solo un portal. El portal.
Se la había pasado toda la tarde pensando, y por más que pensaba no encontraba cómo, no encontraba la respuesta. Habían dado ya las 5.30 y tenía que ir por Frank, iba a llevarlo a enfrentar a su enemigo, pero igual podían perder, de hecho, había un 80% de probabilidad de perder, eso Alex lo sabía.
Manejó hasta el hospital donde Frank ya estaba afuera esperándole, al verle, le sonrió y se subió de inmediato.
—Hola, cariño —le dijo Alex, luego lo besó.
—¿Ya tienes una idea de cómo? —preguntó Frank, pero Alex negó con la cabeza. Desde ahí, los dos perdieron toda esperanza.
Manejó hacia la Main Street, justo antes de doblar por la Flagg Street, se detuvo en seco frente al cementerio.
—Escucha —le dijo Frank—. Si algo pasa, quiero que nunca se te olvide quién fui yo, y que te amo.
—Jamás me olvidaría de ti —lo besó justo cuando el crepúsculo caía y la noche se hacia presente con sus sombras y tinieblas, había empezado a caer unas gotitas de agua, como aquella noche.
—El portal se cierra poniendo los dedos frente a el y haciendo un circulo con la mano —le dijo Frank—. Si vez que no vuelvo, cierralo.
Alex lo tomó de las mano, asintió y luego le abrazó. Caminaron despacio y en silencio a donde estaba la dáliva de Claudia, la que en realidad era un portal. De ahí, una luz verde brillante salió, luego se convirtió el rojo y en Rey Carmesí hizo presencia.
Staxx —le dijo a Frank—. ¿Has venido a que te lleve, no? —el Rey Carmesí no se dio cuenta que Alex estaba escondido atrás de un árbol esperando el momento de atacar, el momento de darle fin a todo.
—Sí, estoy listo, puedes llevarme —Frank se acercó hasta donde estaba él, le extendió la mano y el Rey Carmesí la sujetó. Lo moraba con esos ojos rojos, llenos de maldad e ira. Se dirigió hasta donde estaba el portal y se detuvieron ahí.
Alex observó la escena desde el árbol, entonces, al verlo, supo que no había plan. Supo que Frank se estaba sacrificando por él, que no había forma de ganarle y que lo único que podían hacer era que Frank se entregara.
—¡No! —gritó Alex. Se lanzó hasta donde estaban ellos y tomó de la mano a Frank. El Rey Carmesí lo miró y aquellos ojos se volvieron de un rojo vivo. Se produjo un estruendo y un grito desgarrador, entonces, vieron que del portal salía una silueta.
Una silueta verde hizo presencia del otro lado del portal. El Rey Carmesí no pareció verla, agarró del cuello a Alex y lo aventó por los aires hasta que aterrizó a un costado de una lápida.
—¡Alex! —gritó Frank.
Aquella silueta se hizo más clara. Un hombre con traje y mascara negra se acercó hasta donde estaba el Rey Carmesí y Frank, le contorno era verde y flotaba.
—Yo soy Staxx, me buscas a mí —dijo aquella silueta—. No tienes por qué venir a este mundo.
—Tú me has traicionado —dijo el Rey Carmesí—. Él es el nuevo Staxx, le daré los mismos poderes que a ti y destruiremos este, y el mundo del que venimos.
El Rey Carmesí venia de un mundo distinto al nuestro, de un mundo del cual ahora estaba sufriendo cambios y disturbios, pero esa historia será contada en otra ocasión. Staxx es el ayudante del Rey Carmesí, su consejero y es quién sabe casi todo de él. Pero Staxx sabía que sus planes eran malvados, por eso lo abandonó. Staxx y Frank tenían ciertas similitudes, y por ello, el Rey Carmesí quería a Frank. Para volver a gobernar su mundo y sumergirlo en el mal.
Alex se levantó a toda prisa y corrió hacia ellos. El Rey Carmesí hizo girar la mano y devolvió a Staxx aquel mundo. Ni siquiera él podía contra la maldad. Entonces el Rey Carmesí atravesó el portal junto con Frank, pero Alex logró jalarlo de los pies, tiró hacia afuera y escuchó un crujido muy fuerte que provenía de adentro, entonces supo que el Rey Carmesí jalaba a Frank por el otro lado. Alex tiró con todas sus fuerzas y Frank salió disparado hacia el árbol más cercano.
—Frank —dijo Alex. Se levantó, apuntó con el dedo y aquella cosa color morado, se cerró, aunque no sabe si para siempre, pero lo había hecho.
—Frank, cariño, dime algo.
Frank estaba tendido, tenía los ojos abiertos pero parecía mirar hacia un punto fijo. Alex volvió a intentarlo.
—Frank, por favor, por favor dime algo.
Nada. Frank no dijo absolutamente nada. Frank no podía estar muerto puesto que su corazón latía y su respiración era normal. Más bien había entrado en un estado de shock, aunque no sabía cuándo despertaría.
Alex lo llevó hasta su casa y ahí se mantuvo. Al principio no sabía qué hacer con él. No hablaba, no comía, no decía nada. Solo se mantenía ahí, mirando sin mirar. Alex lo llevó a un hospital y después pensó que era mejor haberse quedado en casa. Porque aunque lograron que el Rey Carmesí se fuera, algo de Frank se fue con él, quizás y Frank si se fue realmente y lo único que quedó de Frank fue su cuerpo.
—Te amo, Frank —era lo que Alex solía decirle, luego de besarle y tratar que comiera, se parara o hiciera algo. Pero todo era inútil.
En el hospital, le habían dicho a Alex que Frank tendría que con unos especialistas para tratarlo de mejor forma, tendría que ir a un hospital psiquiátrico y examinarlo. A lo cual, claro está, Alex se negó, pero finalmente terminó cediendo. Pues habían pasado ya dos meses Frank no daba respuesta alguna.
—Sé cómo te sientes —dijo Rubén—. Pero, tengo una casita muy cerca de la casa de Frank, si quieres, puedes cuidarlo ahí, y esperar un poco más de tiempo a ver si algo sucede.
—Gracias, Rubén, eres buen amigo.
Alex nunca quiso decir los motivos de por qué Frank estaba así, y aunque los hubiera dicho, todos acabarían olvidándolo, porque así funciona, así es la magia del Rey Carmesí, todos olvidamos.

La historia de Frank  «Staxxby»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora