Capítulo 7

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Caminaba de vuelta a mi dormitorio en la noche cuando escuche un sonido como de alas moviéndose detrás de mí. El agitar de un par de alas de un ave muy grande. Ese sonido me hizo mirar por encima del hombro, pero no había nada. Continué en dirección a los dormitorios.

– No estaba equivocado después de todo. – Las palabras llegaron como el sonido de hojas siendo movidas por el viento, un sonido apenas perceptible. Algo en esa voz me resultaba conocido.

Me detuve y gire sobre mis talones. Alguien se aproximaba desde un lado del camino en que las sombras no dejaban que viera su rostro. Estaba lejos, demasiado lejos como para que lo hubiera escuchado. En realidad lo podría haber escuchado si hubiera gritado, pero ese no era el caso, sus palabras habían llegado a mí como si las hubieran susurrado. La figura se acercó más, parecía estar colocándose un largo abrigo blanco. Cualquier otra persona habría corrido, pero yo no. Richard me había dicho que no anduviera sola y menos en la noches, pero tenía varios días sin ver a Tom. Aunque pensándolo bien la voz que había escuchado no era nada parecida a la de él.

Unos tres metros nos separaba cuando identifique a la persona que se aproximaba. Iba vestido casi completamente de blanco, salvo los guantes que eran rojos. Un mechón de cabello rojo cubría el lado derecho de su rostro.

– Parece que he llegado justo a tiempo. – Max me sonrió. – Escuche que te marchabas mañana, me preocupaba llegar y no encontrarte.

– ¿Max? – Era extraño verlo allí, sabía que era unos cuatro años mayor que yo y que no vivía en el país. Así que su presencia allí no era algo normal. Además cómo había hecho para que lo escuchara si estaba tan lejos. – ¿Qué haces aquí? –

– Te dije que no hicieras eso, Max. – Llegó otra voz detrás de mí. Sabía quién era sin necesidad de mirar. Charlotte pasó junto a mí hasta quedar al lado de su esposo. Iba vestida de rojo y negro. – A veces puedes ser realmente aterrador con tus numeritos.

– Pensé que me ibas a dejar hacer esto. – Se quejó Max. Su esposa le dio un pequeño beso en la mejilla.

– Te dejaré hacerlo, pero quería asegurarme que no asustaras a Melanie . – Charlotte me miro. – Hola, Melanie. Es bueno volver a verte. No puedo quedarme mucho tiempo, pero hay algo que Max necesita decirte. Sonará loco, pero es cierto. Escuchamos sobre este chico Thomas que te ha estado molestando. Puede que esté relacionado con lo que te dirá Max o puede que no, pero igual necesitas saberlo.

Charlotte me abrazó. Seguí mirando a Max que se despedía de Charlotte con la mano. Escuche el sonido de batir de alas nuevamente, esta vez en la dirección en la que había caminado Charlotte al marcharse. No había ni rastros de ella, era imposible que hubiera caminado tan rápido para que no estuviera por allí. Solo habían pasado unos segundos.

– Y dice que soy yo el que hace numeritos aterradores. – Max negó con la cabeza y luego caminó en la misma dirección en la que me dirigían antes que apareciera él. – Vayamos por chocolate caliente y luego te explico todo. Debes estar congelándote aquí.

Lo seguí. Sentía que debía hacerlo por muy raro que fuera el comportamiento de esos dos habían dicho que tenían que decirme algo sobre porque Tom parecía estar obsesionado conmigo. Recordé que ellos eran los que me habían, en cierto modo, alertado de la presencia de él en la fiesta.

Cuando entramos a la cafetería y pedimos nuestras bebidas note que el color del ojo que era visible de Max era azul, un azul eléctrico. Juraría que sus ojos eran verdes, de ese color los había visto en la fiesta, pero quizás había visto mal. Quizás estaba usando lentes de contacto ahora o los había usado en ese momento.

Increíble (Una historia sobre Quimeras 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora