Capítulo 16

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Una vez en el estacionamiento abordamos el auto de Richard. Sonreí al comprobar una vez más la sencillez de mi novio. Al lado de su Nissan estaba estacionado el Mercedes en que había visto a las chicas en la universidad.

Richard notó mi mirada en el auto. – Mercedes-Benz SLS AMG GT Coupé. Bonito, ¿cierto? – Algo en su comportamiento me hizo saber que había lastimado sus sentimientos sin querer. – Jamás podría haberle dado la vida llena de lujos que lleva Meghan ahora. No es que a ella le importe el dinero.– Meghan. Estaba triste, pero no era por mí sino por ella. Ahora la que tenía sus sentimientos heridos era yo. – Melanie, me gustas. No sé si pueda darte lo que te mereces. Mi vida no está llena de lujos... si eso es un problema házmelo saber... trataré de arreglarlo y si por ello tengo que tratar ganar dinero actuando...–

No lo dejé terminar. Al final resultaba que si era yo quién había herido sus sentimientos. – Richard me gustas tal y como eres. No cambies, por favor. No soy como mi hermana. –

Richard esbozó una sonrisa. – Tú hermana no me pareció tan mala en persona. – Sujetó mi mano izquierda entre las suyas. – Perdona que no lo haya mencionado antes, estás hermosa. –

Me sonrojé ante el cumplido. Como agradecimiento rocé levemente mis labios con los suyos.

– Tú no te quedas atrás. Me encanta como te ves. – Con un traje Armani gris oscuro y camisa azul, el azul era casi del color de mis ojos, mi novio parecía un modelo recién salido de un cartel publicitario.

En voz muy baja Richard dijo: – Debo darle las gracias a Ashley. Otra vez. – Estoy segura que su intención no era que yo le escuchara, pero al parecer hoy no podía controlar mi audición.

***

Richard no me quiso decir a dónde íbamos. Diez minutos antes de que llegáramos a nuestro destino me hizo cubrir mis ojos con un pañuelo negro. Trate de escuchar cualquier sonido que me revelara nuestro paradero, lo cual solo me ayudo a saber que estábamos en algún lugar cerca del agua. Richard me quito el pañuelo y efectivamente, estábamos cerca del agua. Para ser más exacta en un puerto y a punto de subir a un yate que en un costado tenía un cisne. Que coincidencia. Esperaba que significara que todo iría bien.

***

– Pensé que dijiste que tu vida no estaba llena de lujos. – Dije en tono bromista cuando Richard corrió la silla para que me sentará.

– Pedí un par de favores. Quería que esta noche fuera especial. – Sospechaba que cuidar a Fate fue el pago a uno de esos favores.

En definitiva era especial. Richard organizó una cena bajo las estrellas en un yate. Música instrumental sonaba a nuestro alrededor. Un hombre y una mujer esperaban cerca para seguir cualquier orden que les diera Richard. La comida estaba exquisita. Cuando le pregunte a Richard quién era el chef, me dijo que no le creería si me dijera. ¿Por qué tanto secretismo? No lo sabía y no importaba mucho. Durante la cena hablamos de todo un poco. Sus planes, los míos. Mis familia, la suya. Richard me contó muchas historias divertidas de las travesuras de sus sobrinos. Tristeza y dolor llenaban sus ojos cuando decía algo sobre Gilbert, pero aún así sonreía. Quizás fue eso, ver la sonrisa que ponía al recordar los momentos felices junto a su sobrino lo que me hizo contarle sobre lo que me acababa de enterarme de Melody y su embarazo.

– Ese pequeño o pequeña tendrá a la mejor tía del mundo. –

– Eso espero. – Suspiré pesadamente. – No sé por cuanto tiempo podamos ocultárselo a nuestros padres. Solo ruego que nadie del edificio la venda a la prensa. –

– De eso no tienes que preocuparte. Puedes decirle a Ashley, ella seguro te puede ayudar. – Quizás le dijera a Ashley durante nuestra próxima practica de vuelo. – Tú no la ves mucho. Pero si quieres que yo le diga por ti. –

Mire hacia Richard. ¿Podría decirle que mi amistad con Ashley y el resto de sus amigos había crecido más de lo que él creía? Tenía el número de teléfono de todos ellos. ¿Podría decirle la razón de esto?

– Oh, casi lo olvidaba. – Dijo de pronto Richard. Me entregó una cajita rectangular. En su interior estaba una cadenita plateada con un dije de lo que parecía un halcón de un centímetro.

– Es idéntico al tuyo. – Richard tenía un dije idéntico que usaba alrededor de su cuello en un cordón negro.

– No, no es idéntico. Es el mío. – Se levantó de su silla y sacó la cadenita. – Vi cuanto te gustó y quise regalártelo. – Cuando terminó de colocármela volvió a su silla.

– Richard te lo regalaron a ti, no creo que debas entregármelo. –

– No creo que quién me lo regaló se enoje por dárselo a mi novia. Además cuando me lo dieron me dijeron que siempre que lo llevara puesto estaría protegido. No sé si sea cierto o no, pero desde que lo llevo me siento seguro y quiero creer que entregándotelo haré que estés segura. –

Pasé el viaje de vuelta a mi apartamento sujetando el pequeño halcón con una mano y con la otra con mis dedos entrelazados con los de Richard. Era el mejor San Valentín que había podido pasar en mi vida.

Increíble (Una historia sobre Quimeras 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora