Capítulo 14

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A las nueve treinta de la noche salí de mi dormitorio con la excusa de que unas chicas de una de mis clases me había invitado a la fiesta sorpresa del novio de una de ellas. Una excusa muy barata. Ni yo me lo creía. Susan sin embargo no hizo ninguna señal de no creerme. Solo me pidió ser cuidadosa y llamarla si surgía algún problema.

La culpa me estaba consumiendo lentamente, estaba mintiéndole a Susan y a Richard. Quién sea que me ayudara a entrenar hoy tendría que servir para llegar a una solución sobre guardar secretos de mi novio y mi mejor amiga. No toleraba hacerlo.

Conduje hasta el lugar de siempre. Al llegar todo estaba oscuro y vacío. Otras veces había estado igual, la diferencia radicaba en que antes sabía a quién o quienes estaba esperando. Hoy no. Diez minutos pasaron, entonces un mensaje de un número bloqueado llego a mi celular.

Con contratiempos. En 15 estoy allí.

Me debatía entre regresar a mi dormitorio o seguir esperando. El mensaje no decía que era para mí. Quien lo envió pudo equivocarse de número. Quizás si esperaba al final nadie llegaba. Decidí esperar los quince minutos. Si nadie llegaba en ese tiempo me iría.

Solo tuve que esperar diez minutos. Una figura con grandes alas blancas descendía del cielo. El color blanco contrastando con la oscuridad de la noche. ¡Dios! Sus alas eran enormes. Se detuvo a un par de metros de mí, sus alas desaparecieron rápidamente y frente a mí tenía a... ¿Ashley?

– Tengo la ligera sospecha de que Jasón no te dijo quién era la persona que vendría hoy. – Comentó con algo de diversión.

– No. – La sorpresa se escuchaba claramente en mi voz.

– Típico de Jasón Browne. – Dijo como para sí misma. Luego continuó en voz alta. – En fin. Por lo que he visto, aún no puedes sacar tus alas. Trabajaremos en eso primero. –

¿Visto? Había estado observándome practicar con los otros. Nadie me había dicho nada. De repente me sentía como una fracasada o por lo menos así debería estar viéndome Ashley. Llevaba dos meses 'practicando', lo cierto era que en todo ese tiempo no había logrado absolutamente nada. Bueno había aprendido a regular mi audición y los chicos me habían contado muchas cosas interesantes, pero aún no lograba sacar mis alas, ese era el punto que me marcaría verdaderamente y me haría ver cuán diferente soy.

– Hey no pongas esa cara. A mí me tomó bastante tiempo lograrlo. Charlotte también tuvo problemas. Así que no hay de qué preocuparse. No todos podemos ser como Max. –

– Max hace que se vea demasiado fácil, pero él es...diferente. –

– No tienes idea. Ahora dejemos de hablar de la perfección de Max y enfoquémonos en sacar un par de perfectas y hermosas alas. –

Y con eso dio inicio una de las mejores prácticas que podría tener. Ashley entendía mejor mi problema. Ella había logrado sacar sus alas a mediados de los diecisiete. Debió hacerlo antes, pero diferentes cosas hicieron que se retrasara. Volar fue algo que no logró sino hasta un año más tarde, nuevamente por diferentes problemas que le impidieron aprender antes.

Pasada la medianoche, gracias a diversos consejos suministrados por Ashley, había logrado sacar mis alas. Las plumas eran blancas, hermosas. Había sentido pequeños pinchazos en mi espalda al principio, no fue algo doloroso sino incómodo. Después de repetir la acción de ocultar y volver a sacar mis alas varias veces, llegue a acostumbrarme. Pasamos otra hora tratando de hacer que volara. No tuvimos mucho éxito, sin embargo.

– Ya no tengo fuerzas, Ashley, te juro que estoy a punto de desmayarme. –

Agarré una de las botellas de agua que había traído y bebí más de la mitad. Me maldije internamente por no traer algo más que botellas de agua. Tenía sueño y para completar mi estomagó me pedía a gritos que comiera algo.

Increíble (Una historia sobre Quimeras 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora